La afectación por temporadas del servicio de agua a su domicilio, sito en la calle Comandante Fajardo No. 501 (Interior), entre Cuartel y Calle B, Olivos II, Sancti Spíritus, es real. En eso tiene razón el lector José Manuel Rodríguez Peña, quien habla en su misiva de un problema colectivo, aunque no se ha recibido queja alguna de nadie más ni en esta columna, ni en el Inder —entidad implicada en el asunto—, ni en la Dirección Municipal de Acueducto, según sostienen las autoridades de ambas entidades.
Rodríguez Peña cuestiona la falta de agilidad y de voluntad para ayudarlo en algo que hace sumamente difícil su vida y la de quienes conviven con él: la ausencia del líquido vital cada vez que se emprende el llenado de la piscina perteneciente al complejo deportivo Marcelo Salado, muy cerca de la cual está situada la vivienda donde reside desde el año 2005.
Según narra, por regulaciones del área que esta ocupa, el Instituto de Planificación Física estableció que debía hacer una fosa séptica, pero no construir cisterna para agua, sino que tendría que abastecerse directamente del Acueducto. Ello le ha traído grandes sinsabores, afirma, sobre todo a partir de junio del año precedente, cuando se comenzó a llenar el estanque, en parte con agua proveniente del propio sistema de abasto popular y en parte con pipas contratadas por el Inder.
No dice, aunque a juzgar por las aseveraciones de las autoridades de Acueducto es así, que está conectado a la misma conductora de la que se sirve la citada piscina, un depósito con capacidad para 1 900 000 litros de agua que radica en zona baja, si se compara con otras áreas de los propios Olivos, donde al nacer este en el año 1982 apenas existían viviendas u otras instituciones que demandaran del imprescindible servicio y hoy hay prácticamente una ciudad.
LAS GESTIONES DEL REMITENTE
No menos de 20 veces acudió el remitente, ante la falta de agua, a las oficinas de Pablo Cáceres Ocaña, jefe de Operaciones de la Unidad Empresarial de Base Acueducto Sancti Spíritus, entre junio del 2017 y los primeros días de enero de este año. Pese a dilaciones que él considera excesivas, consiguió que dicho funcionario le atendiera y prometiera cada vez solución para su problema.
Y logró, efectivamente, que se pusieran puntos sobre al menos dos íes: subrayado de los horarios de apertura de la llave que da paso al agua hacia la cisterna de la piscina (según cálculos, a esta le caben 15 cisternas), y precisión de que no se puede abrir del todo la llave, ya que de lo contrario a él le falta el líquido. Porque, justo es aclararlo, el proceso de proveer la enorme alberca del agua para la práctica en ella de deportes y los planes de verano puede durar 15 días, pero también extenderse por espacio de mes y medio.
Con un verano que califica de infernal, José Manuel no se cansó de reclamar no solo ante Acueducto, sino también ante el administrador de la piscina, quien por su parte sostiene que el vecino se ha tomado atribuciones no inherentes a él, como entrar y manipular él mismo la llave o dar indicaciones al custodio que vela por el llenado o por el rellenado en las noches. Ya vaciada la piscina por falta de cloro para mantenerla en uso, a mediados de septiembre según el remitente, o de octubre de acuerdo con el Inder, cesó la angustia. Pero el 15 de diciembre del 2017 empezó de nuevo la odisea, que concluyó exactamente un mes después, cuando ya se daba curso a la presente queja, pero no se había contactado aún a las autoridades de Deportes.
Por la carta misma, se infiere que las pláticas junto a la piscina han subido de tono, por ello no resulta extraño escuchar la apreciación de Pablo Cáceres Ocaña: no fluye debidamente la comunicación entre ambas partes, como vecinos que son; si se entendieran no estuviera sucediendo esto y podrían beneficiarse ambos.
NECESARIO EL CONSENSO ENTRE LAS PARTES
En busca de un punto medio entre varias verdades, Escambray conversó con Carlos Nodarse Álvarez, metodólogo provincial de Natación, quien vio nacer el estanque y en el verano del 2017 se desempeñaba como comisionado nacional de esa disciplina—; Juan Ramón Gutiérrez, administrador de la piscina del Complejo Deportivo Marcelo Salado; y Carlos Bermúdez Izquierdo, director provincial de Deportes.
Los tres sostienen que pese a existir allí otras moradas en igualdad de condiciones, en la zona nadie más se duele de una afectación similar. “Siempre hemos sido muy respetuosos en el proceso de llenado y estamos conscientes de que el primer fin en el uso del agua es el suministro a la población. Cuando una década atrás hubo una sequía grande y se afectaron el Policlínico Centro y el vecindario de los Olivos, se buscaron horarios estratégicos para abrir la llave de entrada del líquido, y el llenado no se puede realizar más de una vez al año. Nunca se ha abierto la llave a plena capacidad”, declara Bermúdez.
No obstante, la sequía del 2017 fue algo nunca antes visto por estos lares y el llenado se produjo dos veces en el propio año. Ante las dudas, Escambray solicitó el criterio especializado de Pablo Cáceres Ocaña, quien asegura actuar en concordancia con lo dispuesto por la Dirección Provincial de su organismo, que conoce y ha atendido el asunto, y arroja luz sobre la controversia.
“La piscina generalmente se llena con el agua del acueducto y como regla sí tienen esa autorización. Pero en momentos de rotura o debilidades de los sistemas de bombeo no se puede llenar, porque afecta la ciudad; es muy grande y por su posición en una zona baja de Los Olivos el agua allí siempre está disponible, en comparación con otras de esa parte de Sancti Spíritus.
“Ahora mismo la situación no es de normalidad, por eso se les indicó cesar en el llenado hasta nuevo aviso. El Inder tiene que cooperar con eso, hemos reiterado la indicación de no abrir totalmente la llave de bombeo y todo parece indicar que allí no se está cumpliendo con lo indicado”, puntualizaba Pablo el pasado 17 de enero. También agregaba que el día anterior había sido suprimido un salidero de gran envergadura a la entrada del Complejo Deportivo, mencionado en su carta por el lector.
Falta entendimiento y, al parecer, también algo de voluntad. Escambray indaga por otra alternativa, a lo que el especialista responde que la desconexión del vecino afectado de esa acometida podría ser una, pero “la que llega allí es esa, porque las otras están en zonas más alejadas. Habría que estudiar la variante si él lo solicitara, aunque creo que podrían ponerse de acuerdo”.
No entiendo, la acometida no es de la piscina?. Cuando esa piscina se construyó ahí no habían casas. ¿Quién autorizó a José Manuel a conectarse a ella?. Eso no es problema del INDER, acueducto es el proveedor del servicio y quien tiene que solucionar el problema, no mandar a que se pongan de acuerdo y ya salir del paso. Los dos son clientes y necesitan el agua, uno para uso personal y el otro para su encargo social, no menos importante, así que el proveedor de servicio tiene que buscar una solución.