Hasta la sede de la Asamblea Municipal del Poder Popular de Trinidad llega una multitud eufórica. La impulsa el ritmo desenfrenado de nuestros ancestros africanos. Cada quien se acomoda como puede para disfrutar de un espectáculo que, aunque pudiera parecer el mismo, toma personalidad propia cada vez que se hace. Tras varios ademanes y gritos, muestras de poder entre el hombre y el animal que persigue, se cierra la matanza de la culebra, una de las tradiciones más representativas del patrimonio intangible de la tercera villa de Cuba.
Hasta las personalidades más hieráticas se dejan arrastrar por la fuerza del entusiasta grupo y acompañan el ritual que acaba con el símbolo del mal y que tiene su cuna en el Cabildo de San Antonio, en Trinidad, una de las instituciones culturales religiosas más significativas de esa localidad y que mantiene con vida sus esencias.
Tal particularidad que inspiró a la investigadora Maida Estrada Toledo a indagar detrás de sus paredes y como reconocimiento a sus indagaciones este año volvió a coronarse con el Premio Memoria Viva 2018, que otorga el Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello, en la categoría de Preservación de tradiciones.
“En el 2016 el estudio fue en el Cabildo Luz Divina de Santa Bárbara, el cual tiene puntos diferentes al de Trinidad, por lo que fueron muy enriquecedores los resultados obtenidos en esta ocasión”, dice.
Surgido en el siglo XIX, como resultado del proceso de transculturación, el de San Antonio se asienta en una casa de familia que ha logrado sobrevivir y erigirse como núcleo importante en su comunidad.
“El local tiene valor de protección I y sus miembros protagonizan sus tradiciones orales, cantos, rituales, bailes con la misma fuerza de sus antepasados congos. De ahí la importancia para la cultura popular tradicional y la identidad espirituana muy arraigada en la idiosincrasia de esa región al sur de la provincia”, acota.
El cabildo trinitario centra sus festividades el 21 de junio, día de San Antonio, por lo que las ofrendas se entregan exclusivamente a su santo. Las locaciones son muy visitadas por quienes apuestan por aliviar sus inquietudes en la fe y otros que prefieren conocer de nuestras raíces más autóctonas.
“Tanto la investigación como el premio llegan en un contexto complejo y con gran exactitud por la etapa de análisis y debate del proyecto de nuestra Carta Magna, documento que llama a preservar la cultura popular y tradicional. Este tipo de propuesta tiene una gran importancia porque devela lo más genuino, tradicional y cubano de nuestras tradiciones, esas que jamás podemos dejar morir. Precisamente, llegamos a la conclusión que allí en el cabildo trinitario se mantienen vivas sus raíces porque el pueblo las hace suyas”, dice la investigadora del Centro Provincial de Casas de Cultura.
Esa pasión sin límites de Maida Estrada Toledo por escudriñar en nuestro pasado y valorar su vigencia en el futuro la distingue entre el personal del sector de la Cultura que indaga sobre lo popular. Tanto es así, que por estos días espera el resultado de otro certamen, donde presentó pesquisas relacionadas con los proyectos espirituanos Los Yayaberitos y Vuelo de mariposas.
“También enviaremos en estos días los informes que recogen el quehacer de Elena Pérez Palma, Olisvael Basso Rodríguez y Efigenio Rodríguez Hernández como dignos aspirantes de la provincia a la mayor distinción que otorga el Consejo Nacional de Casas de Cultura a instructores y promotores culturales: el premio Olga Alonso, a entregarse en febrero venidero. Pero desde ya te anuncio que trabajamos en las propuestas de 2020”, añadió.
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