Los jóvenes jatiboniquenses Juan Manuel Feijóo y Pablo Pérez Cabrera fueron asesinados a mansalva por soldados de la tiranía batistiana en Manaca Iznaga, Trinidad
No está claro aún como aquellos dos jóvenes de Jatibonico, quienes habían bajado al llano en otras ocasiones a cumplir riesgosas misiones asignadas por el mando rebelde, pudieron ser impunemente masacrados por la espalda por soldados de la dictadura de Batista (1952-1958) en la estación de trenes de Manaca Iznaga, Trinidad, en unión de otro compañero, el 20 de febrero de 1958.
Lo cierto es que Pablo Pérez Cabrera, Caqui, y Juan Manuel Feijóo, Papo, quienes se alzaron el día 5 del propio mes en el lomerío escambraico, se encontraron en Manaca con los militares, quienes los identificaron a pesar de estar vestidos de civil, y ni siquiera intentaron detenerlos, sino que descargaron contra ellos sus armas.
Nacido el 23 de octubre de 1937 en Jatibonico, en el hogar del albañil Francisco Feijóo y la empleada doméstica Manuela Quesada, Papo tuvo que compartir vicisitudes con dos hermanos de padre y madre y otros cuatro solo de padre, lo que hizo precaria la situación del núcleo familiar, factor determinante en que tuviera que dejar todavía niño la Escuela Pública No. 1 para ayudar a su papá en el contacto diario con el cemento, el ladrillo y la arena.
Como no hay tierra fértil mejor para la revuelta que la pobreza, pronto anidaron en Feijóo las inquietudes revolucionarias, manifestadas en su caso con expresiones y hechos contra la tiranía, lo que atrajo sobre él la atención de un chivato apodado Tello, quien a fuerza de delaciones provocó que lo encarcelaran varias veces. No tardó el joven en integrar la Brigada Juvenil del Movimiento 26 de Julio, cuyo jefe era Pablo Pérez Cabrera, Caqui. Con este grupo se multiplican los sabotajes, la recolección de fondos, obtención de armas y confección de banderas cubanas y del “26”, a lo largo de 1957 e inicios del 58.
Confluyeron así Papo y Caqui en las acciones de mayor peligro e importancia, como quema de casas de tabaco propiedad de afectos a la tiranía, sabotajes al ferrocarril, y también contra el tendido eléctrico, lanzamiento de cocteles Molotov y riego de fósforo vivo, etc., que pusieron en entredicho el control del régimen en la localidad y su entorno.
El 16 de octubre de 1957, los dos muchachos caen presos, al igual que varios compañeros de lucha, y son internados primeramente en el cuartel de Jatibonico. Pablo es torturado pero no pueden sacarle ninguna confesión. Pasados cuatro días en la guarnición, la presión del pueblo hace que los trasladen al Vivac de Camagüey, donde se les instruye de cargos para, al cabo de dos meses de encierro, ser enjuiciados y liberados por falta de pruebas.
De regreso en su patria chica, Papo prosigue la lucha clandestina y se traslada más de una vez al Escambray, donde hace prácticas en el manejo de armas con vistas a su futuro alzamiento. Pronto lo arrestan nuevamente y aunque lo ponen en libertad, ya estaba claro que permanecer en la localidad significaba un alto riesgo para él y algunos de sus compañeros. Finalmente se alza el 5 de febrero de 1958 junto a un grupo de jóvenes constantemente perseguidos y acosados.
CONFLUENCIA EN LA VIDA Y LA MUERTE
Con solo 19 años en el momento de su caída, Pablo Pérez Cabrera vino al mundo el 15 de diciembre de 1938 en Ciego de Ávila, fruto de los amores de Pablo Pérez, natural de Guayos, Las Villas, y la avileña Antima Quesada, siendo enviado con solo cinco años a la escuelita existente en la finca Juan Benítez.
Poco después, la familia se traslada a Jatibonico en busca de mejores opciones. Allí hace Caqui el segundo y tercer grados en la escuela primaria del barrio de Las Charcas; luego cursa del cuarto al sexto en la escuela del central Jatibonico, donde por su conducta se le otorgó el reconocimiento de El beso de la Patria.
Antes de concluir el sexto grado empezó a trabajar en la tienda de víveres La Complaciente y a continuación hizo la preparatoria en una academia privada en el colegio Newton, trabajando de día y estudiando de noche. Así cursó el primer año en la Escuela de Comercio de Ciego de Ávila y el segundo, en la de Morón.
Al producirse el golpe de estado batistiano del 10 de marzo de 1952, Pablo Pérez figuró como segundo jefe de un grupo de jóvenes que durante más de un año desarrolló actividades en apoyo a la lucha que se libraba en la Sierra Maestra. En esos patrióticos trajines conoció y se relacionó con Papo, lo que marcaría definitivamente su existencia.
El día que los mataron sus restos fueron traídos a Jatibonico, donde el pueblo los veló y luego acompañó el cortejo hasta el cementerio de la localidad en sentida expresión de duelo, a pesar de la represión ejercida por el Ejército, que formando cordones ante la multitud, no permitió que se transitara a lo largo de la Carretera Central, como era la intención de los asistentes, empeñados en rendirles así un último homenaje a los caídos. Ello aumentó aún más la repulsa popular contra el tirano.
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