“Primero se coge a un mentiroso que a un cojo”, decían nuestros mayores al referirse en términos generales a la facultad innata de las personas de descubrir con rapidez a impostores e hipócritas. Hoy se pudiera decir que primero se descubre a un fascista que a un ladrón, partiendo del hecho de que el fascista lo primero que les roba a sus semejantes es la libertad, como en su momento hicieron Adolf Hitler y Benito Mussolini.
Jair Messias Bolsonaro, sin embargo, ha empezado por robarles a sus compatriotas más pobres el derecho a la salud, vulnerando la ética en su condición de presidente electo. Después vendrá lo otro… Sobrecogidos por la decisión de las urnas del 28 de octubre pasado, cuando el exmilitar se impuso por un margen de casi el 11 por ciento de los votos al exalcalde marxista de Sao Paulo, Fernando Haddad, un colega exclamó: “¡Oh Brasil!, ¿qué has hecho?”. Porque por grande que sean los problemas de un país, elegir a un fascista para resolverlos parece, cuando menos, una descomunal insensatez.
Un viejo adagio de tipo político expresa a propósito que los pueblos suelen tener el gobierno que se merecen, aunque, sinceramente no creemos que el de Brasil merezca un régimen como el que les viene anunciando, quien aparece como el mejor discípulo de Donald Trump en América, y que acaba de forzar la retirada de los más de 8 000 galenos cubanos que participaban en el Programa Más Médicos, instituido en agosto del 2013 bajo la presidencia de Dilma Rousseff.
Desde la mañana del miércoles 14 de noviembre las agencias noticiosas vienen haciéndose eco de la decisión del Ministerio de Salud Pública de Cuba de retirar del mayor país de iberoamérica a su pequeño ejército sanitario, enunciada en un comunicado signado por datos y argumentos de la mayor importancia, como el que expresa:
“En estos cinco años de trabajo, cerca de 20 000 colaboradores cubanos atendieron a 113 359 000 pacientes, en más de 3 600 municipios, llegando a cubrirse por ellos un universo de hasta 60 millones de brasileños en el momento en que constituían el 80 por ciento de todos los médicos participantes en el programa. Más de 700 municipios tuvieron un médico por primera vez en la historia”. Una encuesta realizada a propósito por la prestigiosa universidad de Minas Gerais, arrojó que el 95 por ciento de los pacientes encuestados se mostraron complacidos por Más Médicos.
Pero, ¿cuál o cuáles fueron en concreto los motivos de esta decisión de la Perla de las Antillas? Lo cierto es que, aún sin hacerse efectivo el traspaso de mando, semanas atrás ya Bolsonaro venía cuestionando la conveniencia de mantener el citado programa en su concepción actual y sugirió la posibilidad de cambiar sus bases, convenidas en su momento entre los gobiernos de Cuba y Brasil a través de la Organización Panamericana de la Salud.
Ahora, más precisamente, el presidente electo ha adelantado su intención de imponerles a los profesionales de la salud isleños un cambio en las bases del acuerdo que implicaría su revalidación del título de doctor en Medicina, su contratación individual mediante petición expresa y su tácita separación del Minsap y de su patria, por cuanto el pérfido exmilitar sabe perfectamente que, en su conjunto, tales condiciones resultan denigrantes e inaceptables.
Reconocidos por sus colegas brasileños y por sus millones de pacientes por la calidad profesional y la calidez de su trato, la decisión de Bolso-Nazi, —como muchos le llaman— ha tenido un primer efecto de rechazo y aversión tajantes por parte de los galenos cubanos, y de cuestionamiento e indignación de quienes se han estado beneficiando de un programa dirigido a llevar higiene y salud a los pobres y menesterosos del gigante suramericano.
Ya en las primeras horas subsiguientes a la Declaración del Ministerio de Salud de Cuba, que anuncia el retiro de su personal en Brasil, la expresidenta Rousseff sintetizó su opinión sobre el tema en contundentes palabras a la prensa: “La decisión del presidente electo fue unilateral e irrespetuosa, al criticar por Twitter los términos del convenio firmado durante mi gobierno y renovado, sin modificaciones, hasta por el gobierno del presidente Temer. Prescindieron, por absoluta soberbia, de las posturas diplomáticas requeridas en la relación entre países”.
La exmandataria añadió que “lo grave es, por tanto, que todo eso ocurrió sin consultar a los signatarios del acuerdo —la OPS y el Ministerio de Salud de Cuba. Las irreflexivas y autoritarias expresiones pueden incluso alejar también a médicos de otros países que participan de forma minoritaria en el Programa Más Médicos”.
Por su parte, el Consejo Nacional de Secretarías Municipales de Salud (Conasems) y el Frente Nacional de Alcaldes (FNP), emitieron una declaración en la cual se pronuncian de forma categórica contra los twitts de Bolsonaro que han llevado a la presente situación.
En sus dos primeros párrafos, el texto señala de forma clara e irrebatible, lo siguiente: “El Consejo Nacional de Secretarias Municipales de Salud (Conasems) y el Frente Nacional de Alcaldes (FNP) lamentan la interrupción de la cooperación técnica entre la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y el gobierno de Cuba, que posibilitaba el trabajo de cerca de 8 500 médicos en el Programa Más Médicos”. Con la decisión del Ministerio de Salud de Cuba, anunciada este miércoles, de rescindir la asociación, más de 29 millones de brasileños serán desatendidos.
“Los cubanos representan actualmente más de la mitad de los médicos del programa. Por lo tanto, la rescisión repentina de estos contratos apunta a un escenario desastroso en al menos 3 243 municipios. De los 5 570 municipios del país, 3 228 (79.5%) solo tienen médico por el programa y el 90% de las consultas de la población indígena son hechos por profesionales de Cuba”.
El citado texto apunta finalmente que la cancelación abrupta de los contratos en vigor supondrá una afectación cruel para toda la población, especialmente para los más pobres. De momento y con esta acción precipitada al estilo de su homólogo estadounidense Donald Trump, Bolsonaro ha incurrido en lo que parece ser el primero de sus errores garrafales, pues no le aporta ninguna ventaja política en su país y en cambio ya empieza a traerle dolores de cabeza, porque el tema deviene capaz de movilizar a millones de sus detractores.
Este señor ultraderechista al parecer ha olvidado que más de 44 millones de sus compatriotas votaron en las recientes elecciones por su adversario Haddad, del Partido de los Trabajadores, y que parte importante del Congreso está en manos de la oposición, la que no dejará pasar ninguna oportunidad de atravesarse en su camino, sobre todo cuando de acciones tan controvertidas se trate.
Si buscáramos una motivación en el acto provocativo de Bolsonaro contra Cuba, además de ser coherente con la mentalidad fascista de su ejecutor, parece un guiño hacia su héroe y mentor norteamericano y, en el fondo, persigue dañar a Cuba y a los cubanos, suprimiéndoles los ingresos que han venido percibiendo por los eficientes servicios prestados a los brasileños pobres en los lugares más intrincados y complejos de esa nación hermana.
La situación coincide en fecha con el más reciente anuncio de la administración Trump el miércoles 14 de aplicar medidas restrictivas contra otras 26 entidades de la isla, en lo que se insinúa como acciones coordinadas de constricción contra la patria de Martí y Fidel, que a la postre, cualesquiera que sean los designios de sus enemigos, emergerá triunfante como ha ocurrido siempre.
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