Desde este 14 de junio y durante un mes el universo será un balón tras el cual rodarán no solo 32 equipos, sino millones y millones de almas
Todos los shows mediáticos previos: desde el anuncio del retiro intempestivo de Zinédine Zidane, tras conquistar por tercera vez consecutiva la Liga de Campeones, hasta la despedida de Andrés Iniesta del FC Barcelona pasarán a un segundo plano. Empieza el Mundial de Fútbol 2018 y el planeta gira todas las miradas hacia Rusia.
Por esa capacidad del balompié de tragarse todo y reducir casi a lo intrascendente el resto de las noticias, desde el 14 de junio y durante un mes el universo será un balón tras el cual rodarán no solo 32 equipos, sino millones y millones de almas.
Sin una selección capaz de hacer soñar y hablar a sus fanáticos, Rusia se instaló en un grupo accesible (Uruguay, Arabia Saudita y Egipto) para al menos avanzar, pero se ha hecho de otros atributos para atraer la atención y arrastrar hasta su gélido verano a todo el que pueda costear un evento que, además de deporte, vende negocios, igual de millonarios como buena parte de las estrellas que le animarán.
Y no se trata solo los 38 millones de dólares para el equipo que alce la Copa o los que dará de ahí hacia abajo al resto de los participantes, pues hasta los que queden entre el noveno y decimosexto lugar recibirán, cada uno, entre 9 y 12 millones de dólares, según la FIFA.
En estas partidas para atraer al mundo, los rusos se la han gastado en inversiones para sus 12 portentosos estadios, liderados por el Luzhnikí de Moscú, que acogerá la final y podrá dar cabida a 81 300 gargantas, que de seguro gritarán más que las vuvuzelas de Sudáfrica 2010.
Datos sobre la venta de entradas resultan reveladores. A falta de poco más de un mes, ya se había vendido casi el 90 por ciento de ellas, o lo que es lo mismo: 2 374 000. Luego de los rusos, que habían adquirido casi la mitad, por lógica, las mayores compras correspondían a aficionados de Estados Unidos, Alemania, Brasil, Colombia, México y Argentina.
En su afán de mostrar poderío y otras señales no solo deportivas, los locales apostaron por una costosa inversión logístico- tecnológica, que según cálculos de entendidos pudiera llegar a 51 000 millones a asumir entre el gobierno y la empresa privada. Y como quieren el mundo a sus pies —también para recuperar tanto dinero—, además de liberar el visado y regalar el costo del transporte a los aficionados, han previsto hasta una tecnología que bombeará 5 millones de metros cúbicos de aire caliente para regular la temperatura hasta los 21 grados en el interior del Krestovski, estadio que con una inversión superior a los 1 000 millones de dólares será el más caro del mundo.
Mas para los fanáticos, que son millones esparcidos en cinco continentes, comienza el Mundial y punto. Así devorarán kilómetros para llegarse hasta la capital del fútbol, harán colapsar pantallas de televisión, sitios de Internet y redes sociales.
Lo harán con los sentimientos y pronósticos repartidos en la selección de su preferencia o en las otras donde juegan sus estrellas de clubes que mantienen activo el fútbol todo el tiempo en las miradas y corazones del planeta. Con Holanda como gran ausente, ya las predicciones se reparten entre la Alemania, campeona, y la Argentina, subcampeona. Otros dan sus votos por España, que siempre cuenta, tanto como Francia e Inglaterra, mientras otros miles se olvidaron ya del 7-1 con que los teutones humillaron hace cuatro años a Brasil en su propia casa y siguen apostando por el gigante sudamericano más por historia y nombre que por clase futbolística.
Si será por fi n el Mundial de Cristiano Ronaldo o el de Lionel Messi, si le nacerán a Rusia estrellas fugaces como el colombiano James Rodríguez… es lo que está por ver. Lo que sí se sabe es que miles de ojos multiplicados estarán repartidos en los 64 encuentros, en la espectacularidad de los goles y hasta de cómo se las arreglará el Video de Asistencia Arbitral para imponer mayor justicia. Es de suponer que si el triunfo más reciente del Real Madrid generó una caravana de celebración delirante en medio del Vedado habanero o que si un simple gol de Messi o Cristiano dispara la gritería en esta isla, Cuba se paralizará también tras el grito de ¡goool! que está por iniciar a kilómetros y kilómetros de distancia.
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