Junio decidió ir contra la lógica: históricamente este mes es el que más lluvia aporta en todo el año, pero ahora —cuando los aguaceros han caído a pululu desde finales del 2017— estos 30 días decidieron escampar, pues solo se acumularon 125.7 milímetros de precipitaciones, lo que representa apenas el 55 por ciento del promedio.
De acuerdo con el resumen mensual elaborado por los especialistas del Centro Provincial de Meteorología, ese comportamiento hizo que en el último decenio este junio resultara el menos lluvioso, y además el octavo más seco desde 1931, fecha desde cuando se recogen datos confiables.
En la provincia solamente Cabaiguán finalizó con una lámina media considerada como propia de la época (89 por ciento de la media registrada allí). El territorio menos beneficiado con la lluvia fue la cabecera provincial, donde los totales apenas representaron el 39 por ciento de su norma.
De forma puntual, los mayores acumulados mensuales — superiores a los 300 milímetros— se registraron en Jíquima de Peláez con 349.1 milímetros, seguido de Las Minas de Jarahueca con 326; en tanto en otras nueve localidades los totales superaron los 200. En el polo opuesto, las menores precipitaciones ocurrieron hacia la zona sur de la provincia, donde algunas áreas apenas acumularon 50 milímetros y a veces menos.
Durante este período Sancti Spíritus se encontraba bajo la débil influencia de las altas presiones oceánicas, interrumpida en algunas ocasiones por la influencia de vaguadas superiores, así como por el tránsito por los mares al sur de las ondas tropicales típicas de la época, como sucedió el día 7, cuando en la tarde sobre la ciudad de Sancti Spíritus se desató una fuerte tormenta que produjo algunas afectaciones a los sistemas eléctrico y telefónico, en tanto se reportaron también ligera y dispersa caída de granizos de pequeño tamaño en varios espacios de la ciudad.
Por otra parte, las temperaturas fueron normales para la época ya que ninguna de las anomalías superó el grado celsius y el promedio en la provincia alcanzó los 26.7 grados.
Antes de que comenzara a manifestarse el cambio climático los meses más lluviosos se decia y se veia que eran mayo y octubre.
Me parece que las aguas caídas en mayo presagiaron un verano en extremo lluvioso y todo indica que no será así. Esperemos que el desagüe acelerado de las presas, como medida de precaución, no torne en pérdida irrecuperable dichos volumenes almacenados que luego resulten necesarios para la población y la agricultura.