Implementar nuevos estilos de trabajo, rescatar la concepción pedagógica de Vygotski y elevar la calidad de la clase constituyen algunas directrices del proceso
Fueron mis primeros años de aprendizaje en la Escuela Primaria Otto Parellada, de Guayos, un candil que nunca ha dejado de alumbrarme, por eso comprendo cada día más la incertidumbre que cala en el alumnado de hoy cuando, por alguna circunstancia, se queda sin maestro, y prescinde ocasionalmente de esa base que debe ser génesis y raíz.
A pesar de todo— y eso que eran muchos pesares— no recuerdo que la escasez material haya limitado la comunicación entre mis padres y la escuela durante la década de los 90, por cierto, una etapa difícil que, a la luz de casi 30 años, la memoria colectiva recuerda con triste minuciosidad. Sin embargo, quizás mi evocación roza más la idealización maravillosa de mis maestros que la complejidad socioeconómica del pasado, y si hoy el sistema educacional cubano se enfrenta al tercer proceso de perfeccionamiento de su historia, en ello le va el rescate de esa relación profunda y orgánica entre la escuela y la familia, con no pocas mediaciones.
A su segundo año de implementación arriba esta dinámica institucional en Sancti Spíritus, que comenzó en el curso 2017-2018 por el Consejo Popular de Los Olivos con la experimentación en dos direcciones: nuevos planes y programas de estudio, y diferentes estilos de trabajo. Fueron siete los centros seleccionados: el círculo infantil Pequeños Camaradas, la escuela especial Frank País, la primaria Remigio Díaz Quintanilla, la secundaria básica Ramón Leocadio Bonachea, el Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas Eusebio Olivera, la escuela de Enseñanza Técnica y Profesional Enrique Villegas y la Facultad Obrera y Campesina Félix Varela.
Los eslabones del proceso se corresponden a modo de guía con las deficiencias detectadas por un estudio iniciado en 2011 dentro del sistema educativo de la nación, que arrojó la necesidad de atemperar los libros a los cambios de la ciencia y la técnica, la introducción en las clases de contenidos históricos propios de la comunidad, y que la cultura local enriquezca el programa curricular para aliviar la carga del educador, entre otras líneas que contribuirán a la formación integral del educando.
El perfeccionamiento constituye una transformación integradora que busca repensar la escuela desde la comunidad, y viceversa, que va desde la idoneidad de la base material de estudio y las herramientas pedagógicas hasta la concepción de la clase, e incluso hasta la autovaloración del maestro sobre su responsabilidad social. Respecto a los resultados preliminares del proceso Morbelys Cuéllar Gutiérrez, subdirectora provincial de Educación, reconoce: “Hemos sacado infinidad de logros que son incuestionables y tenemos también experiencias aprendidas y una serie de insatisfacciones que nos toca perfeccionar para este año”.
En tal sentido, la funcionaria explicó que el objetivo fundamental del curso 2018-2019 consiste en consolidar los logros obtenidos en el Consejo Popular de Los Olivos, limar las deficiencias y extender el perfeccionamiento a 48 instituciones educativas de 12 consejos populares pertenecientes a los siete municipios restantes para “expandir las acciones solo en lo concerniente a los nuevos métodos y estilos de trabajo, que en esencia es lo más importante, porque tendrían que tenerse en cuenta cuando se generalicen los planes y programas”, aseguró Cuéllar Gutiérrez.
Una de las principales metas del perfeccionamiento radica en el vínculo sistemático que debe existir al interior de la comunidad educativa que encabezan estudiantes, profesores, familias, y que también está conformada por agencias y agentes entendidos como el Partido, el Gobierno, el presidente del Consejo Popular —una figura principal— y empresas e instituciones enclavadas en la zona. Los convenios pactados entre las instituciones educativas y esos factores sociales deben contribuir a consolidar un trabajo en red que permita el protagonismo verdadero de unos en el ámbito de los otros.
El perfeccionamiento busca rescatar al interior de la clase la concepción de Vygotski sobre la zona de desarrollo próximo, donde el maestro debe desarrollar las potencialidades de los estudiantes, y no darles el problema resuelto, y acaso en este aspecto recae el mayor reto del proceso en la imposibilidad de sostener que frente a las aulas del perfeccionamiento esté un maestro fijo y no un contrato, como hasta ahora se ha priorizado. El déficit de maestros frenará por tiempo indefinible no pocas aspiraciones de elevar la calidad de la clase, amén de las capacitaciones metodológicas.
Sin embargo, si algo le quedó claro a esta reportera al intercambiar con los estudiantes de octavo grado —grupos 1 y 5 de la Ramón Leocadio Bonachea— fue que de un colectivo a otro varía la motivación hacia el proyecto educativo, que son 14 horas valiosas a la semana destinadas a encauzar lo mismo intereses individuales que a enrolarlos en un círculo de interés. Aunque la iniciativa del proyecto educativo debe surgir a petición de los muchachos, y de sus padres, debe el maestro ayudar a construir ese sueño de cómo quieren los educandos que sea su escuela; ¿quién mejor que el maestro que los conoce puede ayudar a construir una idea original, y aprender a confiar en el desarrollo de las potencialidades, mas no depositar siempre la confianza en los grupos más aventajados, como al parecer sucede?
Debe reconocerse que el perfeccionamiento implica en primerísimo lugar un cambio de mentalidad para el maestro que puede sentir ahora como un peso esta especie de metamorfosis; sin embargo, esperemos su compatibilidad cuando se naturalice con la ventaja de constituir una estrategia dialéctica como ha sido prescrito por el Ministerio de Educación: lo que da resultado permanece, lo que no se modifica.
Y porque el impacto del perfeccionamiento no se puede medir solo en un grupo de quinto grado de la Remigio Díaz tampoco pudimos estar conformes cuando esa fue la sugerencia de una parte del claustro al solicitarle un reconocimiento del proceso. La escena se repitió en las dos enseñanzas.
Sería contraproducente pensar que la trascendencia de un mecanismo deba evaluarse por quienes tengan mayor coeficiente para reconocerlo y aprehenderlo, porque lo que se aplique a la generalidad, aunque tenga flancos fuertes y débiles, debe tener un efecto en todos los que están incluidos en el experimento.
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