Pudo ser la corazonada de Iraida Madrigal cuando lo despidió en la capital antes de partir, o las ganas contenidas de volver a ganar “para que no me dejen otra vez fuera de los 10 mejores del año en Cuba”. Lo cierto es que a las aguas de la ciudad húngara de Szeged Serguey Torres Madrigal le entró por los mismísimos ojos.
Tan así fue que logró dos rotundos títulos en la primera parada de la Copa del Mundo de Canotaje en Hungría, con los que dejó casi sin aliento a rivales que ya lo conocen de memoria de tantas y tantas competencias.
Esta vez el hijo de Iraida se quedó sin reservas. Luchó en las inquietas aguas donde puede remar con los ojos cerrados y donde ha conquistado varias medallas.
Primero marcó territorio en el C-2, junto a Fernando Dayán Jorge, un muchacho que le ha venido a encajar la dupla ya en los límites de su carrera, tanto como aquel Karel Aguilar en sus inicios, con quien se cansó de obtener medallas en Copas y Campeonatos del Mundo.
“A decir verdad, la del C-1 la veía más segura y más fácil. Al C-2, como es distancia olímpica, la gente le pone más”, repasa Serguey a través de su chat en la red social Facebook, en el puente aero-acuático entre Hungría y Alemania, antes de entrar a los lagos germanos en la segunda parada del Grand Prix que empezó este viernes.
Si entendemos que en este evento, por lo general, las embarcaciones entran casi a una nariz una de otra, habrá que reconocer que la victoria resultó inobjetable. Lo dice el tiempo de los cubanos: 3:35.734 minutos, contra el 3:36.712 registrado por los chinos Hao Liuy y Hao Wang y por los rusos Ilya Pervukhin-Kirill Shamshurin (3:36.823), ocupantes de la tercera posición.
“No lo creíamos de la alegría que nos dio, pero nos preparamos superbién en todos los sentidos, incluidos 21 días en la altura mexicana”, comenta el canoísta espirituano.
Esta vez hasta el tiempo, que en más de una ocasión ha sido adverso en este lago, navegó a favor de los antillanos, que ya el pasado año le arrancaron a las Copas y al Mundial cuatro medallas.
A la final llegaron frescos, tras dominar con holgura el tercer hit clasificatorio con marca de 3:44.028 y así evitaron el repechaje que en otras ocasiones los ha obligado a remar tres veces en un mismo día. Con menos desgaste, “había que irle con todo a la regata porque estaban los mejores atletas de cada país que participó”.
Armados como bote en el 2016, Serguey y Dayán Jorge han podido ganar en sincronización, acople, comunicación y una envidiable compensación de fuerza, energía juvenil y experiencia dado los extremos etarios de los dos contendientes: 31 por 19 años. “Ya nos entendemos a la perfección”, asegura Torres Madrigal.
Dos días después vendría la batalla del remador solitario. En el C-1 a 5 000 metros con 22 competidores inscritos. Y aunque esta no es como la anterior, una distancia olímpica, la lucha igual se torna sin cuartel. Mucho más ante quien ya saborea un título en estas lides, tan reciente como el pasado año.
Serguey volvió a ganar inobjetable con una combinación de fuerza, táctica y una alta dosis de deseo. Su marca de 21:57.394 minutos fue indescifrable para el ruso Kirill Shamshurin (22:16.166) y el español Diego Romero (22:36.133), en tanto su compañero entró en un meritorio quinto puesto (22:51.394).
“Le estamos tirando con todo”, le siento el furor en las líneas que escribe por el chat en las que también define el estado en que se encuentra con palabras que aquí no puedo repetir.
Me las dice mientras intenta con un poco de hielo, rebajarse un chichón que ni siquiera le impide disfrutar de su alegría desbordada: “Es que llegué detrás del ruso en el evento de 5 kilómetros a la parte donde había que salir y correr y al sacar el bote él me dio en la frente, pero ni cuenta me di hasta que terminé. A Dayán le pasó algo parecido con el español y le partió la nariz”.
Con este 2-2, que en argot beisbolero es algo así como un average de 1 000, la dupla Serguey-Dayán ubicó a Cuba en el puesto 12 entre 49 naciones, muchas de las cuales le triplican en eventos y competidores.
Se alista para dormir y recuperar fuerzas antes de entrar en aguas alemanas, donde ya a esta hora puede estar escribiendo otra historia. Pero finalmente lanza un mensaje temprano para los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Barraquilla que, aunque en rivalidad no tiene el tamaño de las Copas, es para él lo más importante en este 2018: “Nunca hay rival pequeño, y lo nuestro es remar bien en la competencia que sea”.
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