En sus inicios la merienda escolar vino a ser como un alivio para aquellas familias que se encontraban fuera del hogar en la jornada laboral y no podían garantizar el almuerzo de los hijos incorporados a la Enseñanza Secundaria. Fue entonces que se crearon condiciones para implementar, a partir del año 2000, la feliz idea del Comandante en Jefe Fidel Castro de entregar gratuitamente a los niños alimentos, elaborados con calidad, en el horario del mediodía para lograr que permanecieran en el centro durante la doble sesión de clases.
La merienda escolar atravesó por buenas y malas etapas que desencadenaron en una Resolución Ministerial, la 186/2014, a la cual le incorporaron adecuaciones más flexibles. A partir de ese momento surgen algunas variantes a nivel de país relacionadas con el horario: almuerzo dirigido a estudiantes y trabajadores, ir hasta sus casas, llevar el almuerzo a la escuela o consumir las ofertas que ofrece el programa.
Escambray se formula no pocas preguntas: ¿Quiénes consumen la merienda escolar? ¿Qué opinan los estudiantes de la misma? ¿Cuál es la oferta con mayor aceptación? ¿Cómo se elaboran los productos? ¿Llega la merienda con la calidad requerida y en tiempo a la escuela?
De la empacadora espirituana Roberto Quesada, responsable de elaborar casi todos los surtidos para este soporte alimenticio, salen jamonada, mortadella, fiambre, frankfurt y butifarra escolar, a razón de 500 kilogramos diariamente, en dependencia del tipo que corresponda por balance nacional y una formulación que tiene incluida más del 50 por ciento de derivados cárnicos, solo que a partir de que se pone en práctica la citada resolución las cantidades disminuyeron a la tercera parte con solo 4 600 estudiantes de la provincia inscritos, cuando en sus inicios eran 15 000.
En la Escuela Secundaria Básica Urbana 23 de Diciembre, de la ciudad cabecera, la que más comensales tiene en el territorio (282 de los 763 matriculados) los alumnos dicen: “Yo almuerzo en la casa porque me gusta descansar un rato en ese horario”, explica Marian Yánez, de séptimo grado. “Me la como porque no tengo otra opción”, alega Eduanis Sánchez, de noveno grado. “A veces no está buena; lo que más me gusta es la salchicha y el refresco”, explica Noelvis Castillo, de séptimo grado, en tanto Yuris Luis Castillo, de octavo, apunta que el yogur no siempre tiene buen sabor, hay días que está caliente, pero el pan está bueno.
Las encuestas abarcaron, también, a educandos de otros centros del territorio; en la Fermín Armas y la Ramón Leocadio Bonachea los criterios coinciden: “El pan viene mojado, el yogur necesita más dulce o el chorizo debe estar mejor cortado”.
Carlos Alberto Olaya, especialista principal de Gastronomía en el Grupo Empresarial de Comercio en Sancti Spíritus, reconoce que el programa de la merienda escolar exige miradas renovadoras, amén de los esfuerzos gubernamentales por llevar a los estudiantes alimentos sanos y con un balance nutricional adecuado, productos que, aunque se entregan gratuitamente, tienen un costo estatal superior a los 3.00 pesos per cápita, pero no siempre se logra complacer a los estudiantes, por lo que muchas raciones van a parar al medio de la calle, como pudo comprobar el equipo de Escambray.
A las insatisfacciones enumeradas se unen otras como el gramaje por debajo del establecido en algunos surtidos, la llegada tardía del alimento en determinadas escuelas de la provincia o el rechazo a un mismo sabor de yogur.
“Existen en la provincia diez centros de elaboración vinculados a la merienda escolar —reitera Olaya—, los que en su mayoría necesitan reparaciones, tenemos un programa de mantenimiento constructivo que comprende a muchos de estos, pero en lo que va de año no se ha ejecutado ninguna acción, a pesar de que para el primer trimestre contábamos con un presupuesto ascendente a 10 000 CUC y otra parte en moneda nacional”.
A ello se unen las carencias de equipos para el mantenimiento de frío, en lugar de neveras de congelación, la necesidad de adquirir nuevas freidoras, lasqueadoras, cuchillos panaderos y piezas para la reparación de medios de transporte, entre otros.
Al parecer, los reclamos estudiantiles no están lejos de la realidad: las causas objetivas laceran el buen desempeño del programa, al punto de que Sancti Spíritus es la provincia que más bajas de consumidores tuvo cuando se implementaron las nuevas modalidades, al renunciar el 70 por ciento de los alumnos.
En los consejos de distribución el tema resulta recurrente, pues durante el presente curso escolar persisten las mismas irregularidades, de ahí que la propia dirección de Educación emitiera informes a su ministerio sobre las insatisfacciones.
¿Por qué no escuchar la opinión de los estudiantes si son ellos quienes deben consumir la merienda escolar? Por ejemplo, están aburridos del mismo yogur todos los días; sin embargo, el refresco vitaminado hace más de dos años que no entra a la provincia, lo que pudiera gestionar el Combinado Lácteo.
Sin desestimar los esfuerzos del país para garantizar de lunes a viernes la merienda escolar, si a un producto le falta calidad o no tiene la presencia requerida, es por causas subjetivas que pueden quedar en el camino, pues mientras haya un solo alumno sujeto a este programa, hay que complacerlo.
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