»Hay causas por las que vale la pena morir», aseguró Jorge Glas, exvicepresidente de Ecuador, quien inició una huelga de hambre, tras su transferencia de la cárcel 4 a otra donde peligra su integridad física
En una carta dirigida a los ciudadanos del mundo y publicada en la red social Twitter, Glas, condenado a seis años de prisión por asociación ilícita en el caso de corrupción Odebrecht, en un juicio plagado de vicios e irregularidades, según su defensa, explicó las razones que lo llevaron a tomar la decisión.
‘Soy un preso político. Por el odio sin límites me han trasladado de cárcel sin motivo, solo por humillarme, solo por venganza, Mi vida corre peligro’, aseguró.
Escrita de su puño y letra, en la misiva el exsegundo mandatario señaló que alguna instancia mundial debe hacer algo al respecto, como la Santa Sede, la Organización de las Naciones Unidas, las Cortes Interamericana o de La Haya u organismos dedicados a los derechos humanos.
Según advirtió, en su caso hay judicialización de la política, práctica que debe ser considerada un delito de lesa humanidad.
De acuerdo con Glas, en este país sudamericano utilizan delitos como la asociación ilícita, para sentenciar sin pruebas.
Asimismo, advirtió que Ecuador tiene un contralor sin nombramiento, un fiscal general encargado y un Consejo de la Judicatura ‘designado a dedo’.
‘Pido al mundo que venga a revisar mi caso, el de Rafael Correa y el de otros compañeros. Alguien debe parar esta carnicería política’, alertó.
Igualmente, sentenció que se mantendrá en huelga de hambre indefinida, hasta que instancias multilaterales se acerquen a ver la situación actual de esta nación andina.
‘Esto es un grito al mundo. Soy una persona, tengo familia. Están violando todos los derechos humanos. Lamento mucho el dolor que causo a mi familia con esta decisión, pero hay causas por las que vale la pena morir’, concluyó.
El caso de Jorge Glas ha ganado relevancia internacional desde que fue vinculado a la investigación por corrupción de la empresa brasileña Odebrecht.
Luego de un proceso plagado de irregularidades y vicios, demostrados por su defensa, el exvicemandatario fue condenado a seis años de cárcel, sin que se comprobara el delito por el cual lo procesaron.
Ninguna de las auditorías hechas a Glas o su familia logró comprobar dinero mal habido o ingresos superiores a los que pueda justificar.
Desde octubre de 2017, fue llevado a la cárcel 4 de Quito, para cumplir prisión preventiva, dictaminada injusta e ilegalmente, de acuerdo con su defensa, y continuó en esa penitenciaría hasta la víspera, cuando fue transferido al centro de rehabilitación de Latacunga.
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