La Estación de Alevinaje del municipio espirituano de La Sierpe, la más grande del país, sufrió severos daños por las intensas lluvias, pero se levanta productivamente
A la vuelta de algo más de un mes nada es igual en la Estación de Alevinaje de La Sierpe, centro que se dedica a la reproducción de peces para repoblar las presas y granjas de ceba del territorio, y al engorde de clarias en estanques en tierra, como parte del cultivo intensivo que desarrollan las unidades de Boquerones y La Manaca, esta última en los predios del lomerío fomentense.
La rotura de obras de fábrica, canales de suministro y desagüe de agua, daños en los viales internos y el desbordamiento de los reservorios que provocó la pérdida del banco de reproductores de clarias, así como de los animales de esa misma especie depositados en las áreas de preceba y ceba dan fe de la magnitud del desastre ocasionado por las intensas lluvias del mes de mayo.
Debido a la avalancha de agua en la Estación, perecieron 3 735 000 larvas de ciprínidos y tilapias, que constituían el segundo ciclo reproductivo del centro.
BAJO SOL INTENSO
Con la mirada fija en el horizonte, se presenta Haile Alberto Cámber Díaz, el director del mayor Centro de Alevinaje del país, no porque cree en milagros, sino porque espera que el tiempo transcurra sin muchas precipitaciones para poder avanzar en los trabajos de reconstrucción que se llevan a cabo allí.
“El principal problema de la Estación —dice Haile— es el agua, primero porque la capacidad de evacuación de la presa Boquerones es poca y cuando se intensifican las lluvias se desborda e irrumpe por una parte del canal magistral que sirve el líquido a dicha instalación; pero, en segundo lugar, está el alto grado de turbiedad, que impide su uso para los distintos procesos en la sala de reproducción”.
Bajo un sol intenso que no sede ni un instante, fuerzas de la Empresa de Granos Sur del Jíbaro y en ocasiones de recursos Hidráulicos laboran por erradicar un viejo problema en una obra de fábrica cerca de la Granja Boquerones que dejó sin suministro a los estanques de ceba de clarias.
Nelson Extenza Calzada, jefe de dicha granja, explica: “Estamos edificando una alcantarilla con tuberías grandes y otros elementos de hormigón para facilitar el drenaje de las aguas, espero que esta vez el problema quede erradicado y por esta parte no se afecte, nuevamente, la entrada de agua a los estanques, luego comenzaremos a trabajar en el canal de drenaje de la preceba y en la reparación de los casi 15 kilómetros de viales que fueron dañados”.
SIN RENUNCIAR A LOS PLANES
El optimismo de Yorell Machín Jiménez, director de Producción en la Estación de Alevinaje, contagia a quienes lo rodean, para él lo más importante es trabajar por recuperar los atrasos productivos; aunque ello se traduzca en iniciar de cero todo el proceso, desde la reproducción y el nacimiento de los peces, hasta las posteriores etapas que tienen el propósito final de la ceba, captura y comercialización de especies.
Sancti Spíritus es la segunda provincia mayor productora de peces de agua dulce del país, por lo que las afectaciones por las lluvias no pueden mellar el propósito de continuar trabajando para restablecer la biomasa perdida que, a la postre, se convertirá en más comida para los espirituanos; aunque, sin dudas, este año habrá que apretarse el cinturón para poder acercarse a los niveles de captura de etapas anteriores, pues cada vez que se abren las compuertas del embalse Zaza salen cantidades considerables de peces que apenas puede recuperarse el 40 por ciento.
“Logramos armar el banco de reproductores —explica Yorell— con los animales que quedaron dentro y fuera de la Estación y de inmediato iniciamos un nuevo ciclo. El 12 de junio comenzó la siembra de tilapias en jaulas por la granja Higuanojo, utilizando la biomasa que teníamos en estanques y no fue dañada, también trabajamos en la repoblación de la cuenca Zaza, por la parte del río, donde depositamos unos 3 800 000 alevines de ciprínidos. Tenemos, igualmente, 5 millones de larvas de claria en desarrollo, para garantizar la continuidad de los ciclos, sin renunciar al propósito inicial de la Estación que es garantizar la semilla para que haya peces”.
Lejos de planes y propósitos que involucran a los 132 integrantes de su colectivo, están los caprichos de la naturaleza, la misma que el sábado 23 de junio volvió a arremeter contra la instalación, con una inesperada tormenta local severa, que en pocos minutos transformó el entorno, levantó los techos del comedor y de la sala de reproducción, entre otros estragos. Solo que ya se sacudieron del mal presagio y retomaron su andar productivo, con una fuerza mayor a la del propio viento.
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