Entre aguaceros y lloviznas, la final del campeonato nacional de béisbol 15-16 años pudo completar su cronograma y coronar a los equipos medallistas.
Claro que en el podio de premiaciones se echó de menos a los locales, que vieron caer su condición de subcampeones. Mas esta vez no pudieron ante el empuje de otros y por carencias propias que echaron por tierra pronósticos y deseos.
Lo primero es que asistir a dos finales nacionales consecutivas es un resultado que solo lograron tres equipos, entre ellos el nuestro, Santiago de Cuba y La Habana que, de hecho, discutieron el título que se llevaron los de la capital, aunque los orientales no lo cedieron hasta el último out.
Y en ese sentido hay que ponderar el meritorio trabajo de los espirituanos, que ocuparon el quinto puesto, con tres derrotas y dos victorias, una ante los campeones y la otra vs. Guantánamo en el partido del cierre que apenas decidía el no quedar en el sótano.
Que los anfitriones no pudieran en esta ocasión picar el cake dentro de la triada que completó Matanzas con la medalla de bronce, no restó méritos al torneo, que, según Heriberto Corvea, metodólogo de la Comisión Nacional, cumplió su cometido.
“En organización y disciplina ha sido magnífico gracias a las autoridades de la provincia que por segundo año consecutivo nos dieron la posibilidad de efectuar esta final aquí, lo cual agradecemos profundamente, a la vez que los atletas correspondieron con su desempeño en el terreno y un buen nivel técnico-táctico.
“Por primera vez vienen Artemisa y Guantánamo, mientras Matanzas retorna, lo cual indica que el nivel está repartido en todo el país y se ha avanzado desde la base en las provincias que antes estaban rezagadas, por tanto el nivel competitivo es alto y, aunque los mánager pusieron a los muchachos del último año, pues quieren ganar; hemos visto varios atletas muy jóvenes que han tenido posibilidades de mostrar sus potencialidades”, añadió el funcionario deportivo.
En términos similares piensa Pavel Reyes, metodólogo provincial de la disciplina: “El nivel fue bueno, se ve que las provincias han trabajado y me llamó la atención el somatotipo de algunos; sobre nuestro elenco te digo que, desgraciadamente, no le salieron bien las cosas”.
Ciertamente resultó así. De ser el mejor elenco en defensa de la fase regular (964), a los espirituanos se les abrieron orificios que les costaron más de un partido y casi el campeonato. Nueve errores en dos juegos es demasiado para aspirar a una victoria. De hecho, las 18 pifias cometidas provocaron un pobre 936 de average colectivo y no solo eso, sino que de las 18 carreras permitidas 11 fueron sucias.
A ello se sumó un bateo tan débil como en la fase regular y ahora inoportuno hasta la saciedad (954), en lo que influyó en buena medida la merma ofensiva de César Yankiel Hernández, su principal bujía. En la otra cara de la moneda, Kevin Esney Arévalo (350) y Víctor Manuel Cuéllar (333) resultaron lo mejor al bate.
Así lo vio David Pérez Castillo, el director: “La ofensiva no respondió y los errores fueron muy costosos. Tras perder el primer partido, nunca estuvimos encima en el marcador, no bateamos pese a tener la oportunidad con bases llenas u hombres en tercera. En cambio el pitcheo se comportó bastante bien, con triunfo de Cristian Romero y Luis Dany Morales”.
Tampoco se jugó de la manera que lo hace un equipo como el nuestro que tiene en la rapidez y el corrido de bases sus aliados. Es opinión compartida por sus entrenadores que la indisciplina táctica encontró también su turno al bate. “El sistema táctico que jugamos en 36 partidos de la clasificación, ahora falló; en situaciones de juego no se ejecutaron toques de bola, además de que no jugaron con la fluidez acostumbrada, aunque tratamos de ayudarlos psicológicamente”.
Pero la transfiguración de los locales comenzó a desdibujarse tras una decisión controversial en el partido inicial contra Matanzas cuando Sancti Spíritus ganaba 1-0 en el quinto y extrajo al mejor lanzador de todo el campeonato, líder en PCL con 0.63, Luis Dany Morales, quien a esa altura no había permitido ni hit ni carreras, además de propinar 11 ponches. A la postre, los espirituanos perdieron ese juego 6-3 en una derrota del tamaño del “Huelga” y que a juicio del mánager, como de muchos, influyó en lo que sobrevino después.
“Esa decisión tiene sus variantes —comenta Ramón Gardón, el entrenador de pitcheo—: si lo dejo, estaba seguro de que el no hit-no run era difícil, aunque podía darlo, pues está preparado y lo ha hecho; también era difícil que llegara al octavo inning porque en el quinto tenía 92 lanzamientos y está establecido que es hasta 95, pero si en el séptimo le daban el hit, me lo tenía que llevar y ya no me servía para un quinto juego, y si íbamos a discutir en la final no estaría listo para ese día. Es verdad que primero hay que pensar en ganar, quizás debimos dejarlo y hubiésemos ganado, pero después lo perdíamos de todos modos”.
Tras el dolor que carcomió a atletas, técnicos, padres y familiares, llegó la resignación y la esperanza. En algunos días varios espirituanos deben integrar la preselección nacional con vistas al campeonato mundial con sede en Panamá este año. “Aspiramos alcanzar el primer lugar —adelanta Corvea— y para ello nos proponemos hacer una buena preselección y lograr un equipo competitivo al nivel del resto de las potencias mundiales que van al evento”.
Y si de controversias se trata, otra arrancó inconformidades en la familia de esta categoría, con la elección de un mánager que no dirige a este nivel: Dany Valdespino, director de Artemisa en la Serie Nacional. “Es una decisión de la dirección técnica, de la comisión nacional por todo lo que reviste. Cuba es bicampeona mundial, la designación de Dany va a aportar mucho en la conducción y análisis del juego y en la preparación para el contrario. El juego no solo se gana en el terreno, muchas veces se gana en la preparación del partido venidero”, dijo Corvea.
Descorridas las cortinas del nacional 15-16, que tampoco enseñó nada del otro mundo, ahora las miradas se dirigen hacia el béisbol cubano en sus nuevos empeños internacionales.
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