Desde el inicio, cámara en mano, imágenes de una mujer montada a caballo con un niño, que apenas puede sostenerse; en breves palabras presenta el programa y nos propone el tema que tratará en esta ocasión: la equinoterapia.
Con una construcción dramática lineal y tradicional, el director cumple su propósito, mostrar a los televidentes cómo la sociedad científica cubana procura traer lo más actual en materia de la atención a personas con discapacidad.
Sin lugar a dudas, esta producción, filmada en la Feria Agropecuaria Delio Luna Echemendía, de la ciudad espirituana, fue merecedora de un premio en el Festival Nacional de Radio y Televisión Cubana hace ya algunos años.
Dicho producto comunicativo se convirtió en una realización importante porque refleja aspectos de la vida de este grupo de personas vulnerables que reciben la equinoterapia como tratamiento.
Al celebrarse este 3 de diciembre el Día internacional de las personas con discapacidad, vale acotar que la historia de la atención a las personas con alguna discapacidad ha estado condicionada por el tipo de sociedad, el desarrollo de esta y, de manera significativa, por el nivel científico.
Como todo proceso, ha sido resultado de largos años de evolución que van desde el trato inhumano (abandono, confinamiento, infanticidio) hasta una relación más humanista y positiva (asistencialismo, paternalismo, derechos humanos y respeto a la diversidad).
En consecuencia, surgieron diferentes políticas públicas con sus correspondientes instrumentos jurídicos para impulsar estrategias en contra de las desigualdades por concepto de discapacidad. En tal sentido, destacan la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948) y Declaración de los Derechos de las Personas con Discapacidad (2008), cuyas esencias están plasmadas en la Constitución cubana.
Sin embargo, los especialistas sostienen que la igualdad de oportunidades no siempre deriva en igualdad en los resultados. Las reformas legales y las actuaciones públicas no conllevan a los cambios de conciencia o, lo mismo, de la realidad social.
Para nadie es secreto que hacer valer estas normas jurídicas depende en gran medida de la voluntad política y de la conciencia social que exista acerca de los derechos y principios éticos que se deben tener en cuenta para la inclusión de las personas con discapacidad en la comunidad.
El estudio psicosocial realizado en Cuba en los años 2001-2003 demostró, a juicio de Marcia Cobas, que “la preocupación y atención a estas personas se incrementará en la medida en que se trabaje con los factores de la comunidad para ganar conciencia y desarrollar una cultura de la diversidad en toda la población. Los medios masivos de comunicación pueden contribuir a la consecución de estos propósitos”.
Sin desdeñar el papel de los restantes medios, la Televisión, por su poder de alcance y los mecanismos comunicológicos, dispone de recursos propios que le permiten erigirse como uno de los actores principales en la red que rodea el proceso de formación, desarrollo y resultados de las políticas públicas en torno a las personas con discapacidad.
Para llevar a vías de hecho la intervención de la Televisión en las políticas concernientes, las asociaciones cubanas de personas con discapacidad firmaron el 4 de agosto de 1998 un acuerdo vigente con el Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT) que tuvo como fundamental lineamiento la inclusión del tema dentro de su Política de Programación, con el fin de que estos medios contribuyeran a la integración activa de esas personas a la sociedad y coadyuvaran a la transformación de las actitudes sociales del resto de sus miembros.
En este sentido, la televisión de las localidades, también conocida como comunitaria, desempeña un papel determinante, ya que como líder de opinión, informa, comunica, desarrolla y amplía la cultura, persuade y forma conciencia, pues la comprensión de la discapacidad y su inclusión social constituyen un problema sociocultural.
No es suficiente la voluntad política —lo cual sin duda es un respaldo—; se requiere, además y, sobre todo, de un diseño universal que permita programar, planificar y crear, conscientes de que se está dando respuesta a una necesidad para erradicar la subestimación de estas personas que desempeñan funciones diversas a partir del desarrollo de sus aptitudes y capacidades psicosociales.
Un estudio permitió conocer que en Sancti Spíritus, donde existen alrededor 8 470 personas con discapacidad, la programación de la televisión local relacionada con el tratamiento de las personas con discapacidad fue limitada en el período 2005-2015.
Otras investigaciones demuestran que los realizadores reconocen la importancia del tema, tanto para la sociedad como para el propio individuo, su significación psicológica; a pesar de ello, existe falta de sistematicidad y creatividad en el contenido de los programas, situación que mantenida durante varios años.
Este tema para ellos parece suscribirse en Centrovisión a un sensible reportaje periodístico, a un solo programa como la revista De tarde en tarde y a algunas menciones promocionales e informativas.
A nuestro modo de ver, continúan siendo insuficientes los spots que eduquen al menos del uso e importancia de las barreras arquitectónicas u otros tópicos relacionados.
No obstante, la cotidianidad evidencia un interés de productores audiovisuales; resulta válido aquí mencionar los programas Conflicto y Candil de la casa, los que en el transcurso de este 2018 repiten el abordaje de la temática desde diferentes aristas.
Las posibilidades son muchas en este mundo diverso; solo hay que explorarlas, utilizarlas, valorarlas, integrarlas, ampliarlas, tratarlas y detenerse a pensar en cómo realizar un producto comunicativo mejor, con mayor creatividad, agradable, educativo, inclusivo y de calidad.
Si un director de programa opina que todo está perfecto, y no hay nada que mejorar está negando su formación y lo que se supone deba difundir. La televisión es un medio para reflejar la realidad, para ayudar a mejorarla, actualizarla y, por tanto, está sujeta a cambios y transformaciones como la propia vida.
Todavía queda mucho por hacer y por estudiar, sobre todo acerca de estos temas tan complejos en una comunidad, y Centrovisión es joven aún. El camino está por hacerse.
*Profesora del Departamento de Comunicación Institucional de la Universidad de Sancti Spíritus José Martí Pérez
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