Si algo dejó bien claro el Che Guevara desde que puso sus pies en las montañas del centro de Cuba, el 16 de octubre de 1958, fue que no estaba dispuesto a convivir tranquilamente con las fuerzas del régimen, algunos de cuyos destacamentos, hasta entonces, hacían vida sin mayores complicaciones en cuarteles ubicados en el propio lomerío o muy próximo a este.
Guevara dio un plazo a las fuerzas del llamado Segundo Frente del Escambray para que asaltaran Güinía de Miranda, una localidad situada en las inmediaciones de Manicaragua, en plena sierra, pero ante el inmovilismo de aquellos combatientes, que él mismo bautizó irónicamente como «comevacas», no lo pensó dos veces y se lanzó contra el enclave que terminó derrotado en la madrugada del 27 de octubre, tras un asalto que los propios revolucionarios consideraron muy arriesgado.
A finales de noviembre asedió sucesivamente las instalaciones de Caracusey, en el Circuito Sur, rumbo a Trinidad, y Banao, a muy pocos kilómetros de Sancti Spíritus.
«A Banao llegamos de madrugada y casi de inmediato empezó el fuego, pero no pudimos rendir el cuartelito y cuando comenzó a aclarar tuvimos que retirarnos, aunque los soldados y algunos policías y custodios no esperaron un segundo ataque, sino que enseguida fueron a refugiarse en el Escuadrón 38, en Sancti Spíritus», rememoró hace algún tiempo el combatiente espirituano Elías Fernández Ulloa, conocido como Guayabo, uno de los protagonistas de aquellos hechos.
En el combate se peleó casi cuerpo a cuerpo, tanto que en algún momento el propio Guevara le reclamó a la gente de Víctor Bordón que se acercara más al cuartel y alguien de aquella tropa de guajiros rebeldes le aclaró:
–No pueden acercarse más, si ya están adentro.
El periodista y escritor villaclareño José Antonio Fulgueiras cuenta que, ya en retirada, Bordón le cede su caballo al Che que avanzaba a duras penas, afectado severamente por una crisis de asma que reducía por minutos su capacidad de movimiento, un gesto que no pasó desapercibido para el luchador Sergio Soto, mártir a los pocos días:
–Yo estoy muerto de cansado y el jefe va en el caballo, murmuró el guerrillero, comentario que resultó más que suficiente para que el Che se bajara de la bestia y siguiera el recorrido a pie hasta el campamento, donde el argentino explicó los motivos de aquel «privilegio» a Sotico y este terminó llorando como el niño que en realidad era.
Banao no fue conquistado de momento, pero representó un escalón para que las fuerzas del capitán Armando Acosta llegaran días después hasta los poblados sureños de Guasimal y Tunas de Zaza.
EL CHE LUCHO DEFENDIENDO UN PAIS QUE NO FUE SUYO PORQUE FUE EL MAS GRANDE Y UN INTERNACIONALISTA