El director, algunos de sus atletas, aficionados y autoridades del Gobierno exponen criterios sobre por qué el equipo está entre los ocho, ahora que está definido que jugarán con Santiago de Cuba en los comodines
Como Carlos Gómez, quien llevó a punta de lápiz el pronóstico de Escambray al inicio de esta campaña beisbolera, otros aficionados vendrán hasta esta página tras un posible harakiri.
Con humildad y alegría lo asumo. Entonces escribí que no clasificarían, una predicción que arrancó caras largas y roñosas al interior del elenco, con razón. Mas, dejé abierto un orificio: “En el beneficio de la duda, los Gallos quizás puedan apostar por un comodín, si se convierten en el eléctrico de esta campaña (….) y están obligados a jugar muchísimo mejor que la serie pasada”.
Eso hicieron. Consumado el último out del tie break pendiente ante Cienfuegos, los Gallos lograron la hombrada de regresar al grupo de los ocho, después de cuatro campañas, que tampoco son tantas si vemos con objetividad el contexto beisbolero cubano y las pérdidas importantes que sufrieron ellos en ese tiempo.
Lo de hombrada no es un cumplido. Solo jugando su propio juego, para afianzar un trabajo que iniciaron un año atrás cuando fueron novenos, pudieron saltar sus carencias: iniciar sin Cepeda, sin Eriel y con un staff casi verde. Y, aunque a veces recordemos más aquel fatídico juego que Isla de la Juventud remontó ganando 7-0 que el hecho de ganarle la subserie al igual que a otros más encumbrados, lo cierto es que Sancti Spíritus jugó muy estable. Así soportó durante 45 partidos la presión de la tabla de posiciones más reñida en la historia del béisbol cubano, sin irse o alejarse de la zona clasificatoria, como le pasó a Artemisa, uno de los fijos entre los ocho en las últimas campañas.
RIPIARSE EN EL TERRENO
En eso hay que darle todos los méritos a José Raúl Delgado, quien aún no entiende bien de sabermetría ni de ciencias aplicadas, pero apela como pocos a la época romántica de “cuando yo jugaba” y aplica una fórmula que en pelota es infalible cuando se tiene un equipo como el suyo: salir a ripiarse al terreno, que, traducido, implica que se revuelquen en las bases lo mismo el jovenzuelo Daviel Gómez que Frederich Cepeda, el más veterano. “Estamos muy contentos con todo el equipo, teníamos tremenda presión, los muchachos y la dirección, al final se nos dificultó, es que estábamos locos por dar este alegrón”, alcanza a decir José Raúl, tras soltar todo el aire que le ahoga y un palabrón irreproducible, mientras atiende las mil llamadas que recibe vía celular.
A su favor hay que apuntar algo: no es hombre de mucho hablar ni prometer, pero ha sido consecuente con su verbo. “El año pasado dijimos que íbamos a salir a jugar pelota y a cambiar la imagen, creo que lo fuimos logrando, esta vez dije que no había otra que clasificar y aquí está, todos los equipos tienen sus problemas, pero hemos tratado de ir limándolos poco a poco. Nos hemos entregado; uno se pone bravo; la gente, también. He hecho jugadas, unas veces me salen bien y otras mal, así es la pelota, pero este es el resultado”.
LA VOZ DE LOS ATLETAS
La decisión final rayó en el simbolismo. Frederich Cepeda, ícono de la generación que en la década de los 2000 regaló a Sancti Spíritus 11 clasificaciones entre los ocho, una medalla de plata y dos de bronce, tuvo en su madero el desenlace: “Salí a buscar no un jonrón, sino un batazo que trajera la de tercera. Los muchachos hicieron un tremendo papel y jugaron muy bien”, diría el hombre que regresó de México hoy y se puso el traje de Gallo mañana.
Y el acto caló en la prole que renace en el otro extremo etario, que vive, con lágrimas, su primera clasificación: “Se nos fue Cepeda y es verdad que uno se desmotiva —comenta el lanzador Pedro Álvarez—, pero después supimos levantar; con su incorporación nos dimos cuenta de que sí podíamos”. Lo mismo piensa Yunior Ibarra: “No tengo palabras, hice todo por tratar de guiar el pitcheo y el equipo, como si fuera una familia”; o Daviel, quien cuidó la camiseta de capitán y haló como un tren: “Nos esforzamos mucho en cada partido, el director nos dio confianza y nos merecemos estar entre los ocho”.
Ganar subseries claves resultó una de las variables de un elenco que es una sumatoria de poquitos. Así “flotaron” entre los primeros en todo: bateo, 288 (quintos); pitcheo, 3.74 PCL (segundos), y defensa, 975 (terceros). Mas, por encima de estadísticas, han sido, más que todo, un colectivo. “Aquel era un equipo y este es otro”, lo define Orlando Acebey, con la autoridad de ser puente generacional intermedio. “Hay muchos jóvenes, pero por donde sale uno sale todo el mundo y esto tenía que venir”.
Lo mismo piensa Yunier Mendoza, entre los cuatro sobrevivientes del año plateado de los Gallos. “Es una cosa grande, hacía años no podíamos, ahora a concentrarnos para tratar de seguir”; y Ángel Peña, quien logró un triunfo vital en los finales vs. Guantánamo, expresa: “El equipo necesitaba de mí y para nada me amilanó el terreno abierto en un campo como el del municipio de El Salvador, solo dije: me hago la idea de que voy a lanzar en la CPA 13 de Marzo, y con esa mentalidad salí a luchar el juego, el equipo hizo tres en el primero y le dije al director: esto es mío; era hasta el quinto, estaba un poco cansado, pero vi que podía y tiré el sexto”.
ALEGRÍA EN EL PUEBLO
Tanta entrega fue compensada por las autoridades, que este año subieron ¡y mucho! la parada de la atención espiritual y material. “Solo les pedimos que hicieran lo que les toca, que nosotros haríamos los que nos corresponde —declara Teresita Romero Rodríguez, presidenta de la Asamblea Provincial del Poder Popular—, la provincia tiene resultados superiores año tras año, pero nos faltaba este alegrón que es bueno para el pueblo. En la serie pasada hicieron un buen papel, pero tenían que superarse, estamos contentos y creemos que pueden seguir avanzando si siguen como hasta ahora, con unidad, entusiasmo y agresividad”.
Lo de la alegría del pueblo es real. Lo corrobora Iván Carballé, uno de los que acudieron al estadio a presenciar el inning de la clasificación: “Uno se va satisfecho porque, a pesar del descenso en Guantánamo, al final lucharon”. También Alexis González, quien está en las buenas y las malas, aunque a veces le cobren hasta 5 pesos en el parqueo de bicicletas. “Los sigo y los seguiré siempre, espero que pasen el comodín”, o Carlos Pulido, quien evalúa al elenco con lupa de director de gradas: “Ha existido entrega y dirección, pese a algunas discrepancias, llegamos hasta donde no pensamos”, una lógica que para el aficionado Reidel Urquiza se explica sola: “Cuando hay entrega, no importa la edad”.
Los Gallos entran a la presión de los comodines. Pero la que escribirán ante Santiago de Cuba, esa es otra historia, otra historia. En medio de la euforia, así ve el reto su mánager: “Vamos a guapear al máximo, ya con menos presión. Continuamos la marcha, como dijo Serafín”.
No es casualidad ni mucho menos buena suerte, lo que han demostrado los atletas espirituanos con su direccion al frente es que con entrega y amor se alcanza lo que nos propongamos………Tremendo triunfo mis GALLOS……Felicidades……Seguimos en combate
Nos enorgullece mucho ver como los Gallos pican en el terreno besibolero. Sancti Spiritus merece tener un equipo como el que se vive ahora: fuerte, decidido y unido. Capacez de convertir las experiencias en lecciones de vida y aplicarlas como extrategias para reorientarse hacia el triunfo. Ganen o no, desde ya el pueblo festejas estos logros….
Seguro , a seguir luchando