Inquietud y preocupación ante lo que consideraba un “foco contaminante y reiterado de la Unidad Empresarial de Base (UEB) Guasimal, ubicada en el municipio de Sancti Spíritus, entronque del poblado del mismo nombre, kilómetro 10”, mostraba, al escribir a nuestra columna, un lector que reside en la Carretera hacia Trinidad, en un punto tan próximo a esa dirección que también se recoge como el mismo kilómetro, aunque sin número (S/N).
La misiva denotaba conocimiento acerca de los perjuicios de la gallinaza, un desecho proveniente de las excretas de las gallinas que puede ser usado como abono orgánico. “Dicha UEB —narraba el remitente— de forma continua e inadecuada vierte en lugares no apropiados para esos desechos. Estos contaminan no solo el medio ambiente por los gases que se emiten, sino además el manto freático y, por si fuera poco, el río Cayajaná, principal afluente de la zona”.
Agregaba el lector: “Las gallinas que mueren (…) se arrojan en un estanque que no cumple las condiciones mínimas para este fin, pudiendo provocar epidemias en la zona, dado que los animales como perros y aves carroñeras cargan estas gallinas para todas partes sin existir control alguno”.
Se quejaba, asimismo, del mal olor expelido por la excreta de gallina y contaba que a finales del año pasado hizo llegar su inquietud a la Delegación Provincial del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma) de la provincia, desde donde no había recibido respuesta.
Durante la tramitación de la queja, Escambray supo que la misma fue formulada en esa fecha por un profesor de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad José Martí, quien actualmente se encuentra fuera del territorio nacional. Según informó Néstor Álvarez Cruz, director de la Unidad de Medio Ambiente en Sancti Spíritus, el remitente no se encontraba cuando se le trató de localizar.
GRANJA AVÍCOLA ADENTRO
Las moscas se posan sobre todo, incluidos nosotros y la grabadora que recoge el diálogo con Israel Gómez Estrada, director de la UEB perteneciente a la Empresa Avícola Sancti Spíritus. A juzgar por las referencias de una fundadora que hoy labora en la cocina, el centro entró en funcionamiento en la segunda mitad de los años 70. Está a 2 kilómetros y medio del entronque de Guasimal.
De acuerdo con la trabajadora, al momento de surgir la granja no existían viviendas por todo aquello, aunque luego fueron naciendo algunas. “Aquí se cumplen las reglas establecidas en cuanto a la protección del medio ambiente”, asegura Israel, quien ofrece algunos datos: hay allí unos 180 000 animales que expelen el hedor de sus heces, los trabajadores tienen garantizadas todas las condiciones de bioseguridad, las naves no se friegan como sucede con las crías de cerdo y solo cuando los animales completan el año de vida se decrepitan y se introducen otros nuevos.
Israel llegó allí en septiembre del 2017, pero está al tanto de la queja. Atendió a una especialista del Citma y a compañeros de la Empresa de Proyectos Agropecuarios, que laboraron en función de tres nuevos depósitos de residuales sólidos. El anterior colapsó cuando las grandes lluvias que siguieron al huracán Irma. “Se indicó más profundidad, la que existía no era suficiente”, aduce cuando Escambray, tras pasar el filtro sanitario, pisa el terreno del fondo.
Construidos en niveles uno más alto que el otro, los depósitos reciben la excreta compactada que con cierta periodicidad es extraída de los nichos bajo los animales. No con mucha frecuencia, porque el carro empleado para ello sirve a numerosas unidades, y también para evitar el estrés de las aves, afirma el directivo. Resulta sumamente difícil el quehacer en medio de tanto lodo, según las trabajadoras, aunque Israel sostiene que es normal andar con la excreta al tobillo cuando se tienen 9 000 gallinas juntas.
Los cadáveres de los animales se depositan en un lugar alejado que llaman crematorio, aunque en él no se incinera. Ahí se descomponen bajo una tapa de cemento a modo de bóveda que impide el acceso de cualquier animal. Por una indicación del Citma, se colocó un cercado que delimita el área del centro, añade el director.
EL MEDIO AMBIENTE NO ESTÁ EN PELIGRO
“La instalación no genera contaminantes que afecten directamente al medio, por lo que no es considerada una fuente contaminante”, dice el Citma en Sancti Spíritus, donde han certificado que la UEB Guasimal “cumple con la legislación ambiental vigente”. Así lo hace constar el documento tras la Inspección Estatal Ambiental Integral a dicho centro en febrero del 2016.
Así lo vio también el dúo de especialistas que visitó el lugar este año a propósito de la queja. Una de ellos, inspectora por demás, puntualizó que no existía contaminación del río y que los cadáveres de animales muertos reciben el tratamiento establecido en materia de seguridad biológica. “Recomendaron reparar los taludes de los depósitos de sólidos para que ante fuertes lluvias no viertan al medio, lo cual se ha hecho”, adujo el director de la Unidad de Medio Ambiente en Sancti Spíritus.
Con la ayuda de un radar, Néstor Álvarez Cruz estableció que la vivienda del lector está situada a unos150 metros de la cerca perimetral. Alguien, asegura, debió errar al autorizar construcciones tan próximas a un centro de este tipo, aunque la Norma Cubana 39 de 1999 Calidad del aire. Requisitos higiénico-sanitarios, que establece el radio mínimo admisible para actividades de cría animal, no contempla el ganado avícola.
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