Concluye este sábado en el montañoso municipio espirituano el XXIX Festival de Teatro de Aficionados Olga Alonso
El ir y venir de muchas personas ha tomado por estos días el espacio urbano más amplio de Fomento. Su parque e instituciones aledañas han resultado insuficientes para recibir a quienes buscan a toda costa alimentar el espíritu.
Y es que cada año por esta fecha la gran mayoría de ese pueblo espera impaciente por las propuestas teatrales que suben a escena bajo el pretexto de honrar desde el movimiento de artistas aficionados a Olga Alonso, una joven instructora de arte fallecida el 4 de marzo de 1964 en ese lomerío.
En esta ocasión —con un programa mucho más organizado, fuerte en calidad de propuestas y con opciones que poca oportunidad le brindan al descanso—, el evento, único de su tipo en el país, ha permitido la presentación de una veintena de obras de teatro en competencia, procedentes de varias provincias.
Igualmente, ha acogido la muestra de proyectos profesionales invitados; inauguración de exposiciones, conciertos, proyección de filmes, expoventas de manualidades, talleres sobre actuación y la guerrilla Por la Ruta de Olga por varias comunidades fomentenses de difícil acceso.
Dedicado al aniversario 40 del sistema de Casas de Cultura y a España, cuenta por vez primera con la presencia foránea en la cita, gracias a la participación de la Compañía Oriart, de la nación europea homenajeada e integrantes de la Asociación Internacional de Teatro Amateur.
“Ha sido muy provechoso llegar hasta aquí porque nos ha permitido establecer vínculos de trabajo entre este evento y el que dirijo en mi país. Ha sido una gran sorpresa para nosotros el respirar el apego por el teatro que desprenden todas las personas del pueblo. Hay mucho respeto por el arte y no resulta difícil reconocer que existe tradición. Eso es muy bueno porque la base de cualquier sociedad es la cultura”, compartió Martí Peraferrer Vayreda, director del Festival Internacional de Teatro Amateur de Girona.
Para Linnett Hernández Valdés, actriz de Teatro El Público y protagonista de la película Kangamba, la sorpresa por el respaldo y asistencia a sala llena de los fomentenses también se le vislumbra en el rostro, así como por las ganas de aprender y hacer de quienes, desde el empirismo, suben a escena.
“No tenía idea de cómo era este lugar, pero tanto mi director, Carlos Díaz, y el resto de sus alumnos ayudamos al movimiento de artistas aficionados porque ellos son los que nos permiten dar los primeros pasos por el mundo artístico. El teatro es vida, por lo que precisa de entregarle todas las fuerzas y apoyo. Me gustan los esfuerzos que he sentido aquí para fortalecer no solo al festival, sino para diseñar las puestas. Ojalá pudiera regresar en la XXX edición e incluso con la obra Antigonón, un contingente épico, una de nuestras más recientes piezas”, añadió.
Sin duda, el Festival de Artistas Aficionados Olga Alonso desde su creación ha sido trascendental, primero por la promoción de las agrupaciones que se presentan en competencia y luego por impulsar la madurez entre quienes alternan otras responsabilidades con los elementos de las artes escénicas.
“Pocas veces se dice, pero este suceso ha sido necesario, además, para el movimiento de instructores de arte, en su mayoría los protagonistas de la cita. Por tanto, los resultados estéticos que hoy podemos apreciar son valiosos. Muchos de nuestros actores y proyectos profesionales surgieron del mundo aficionado y quizá hasta aquí llegaron alguna vez”, opinó Rigoberto Rodríguez Entenza, presidente del jurado, colectivo que poco descanso ha tenido por estos días.
Este festival de Fomento, luchador y persistente entre tantas zozobras económicas y desintereses, ha sido el único sobreviviente en apostar, también, por la confrontación y el reconocimiento del talento más genuino y despojado de corrientes y tendencias.
“Hoy el teatro de aficionados no está en su mejor momento porque no se privilegia ni social, ni artísticamente. Esta propuesta que permite la superación y asumir miradas diferentes al arte debería multiplicarse por el resto del país. Además, sería idóneo que se hiciera con mayor sistematicidad porque no hacemos nada con un intercambio una vez al año. De esa forma no se logra el impacto anhelado. Nos toca llevar el teatro a otra dimensión”, confirma Yander Roche Miralles, director general en funciones del Conjunto Artístico Comunitario Korimakao, aplatanado en la Ciénaga de Zapata, en Matanzas.
Esta máxima la confirman la cienfueguera Yadira Cabrera, ganadora de la Beca de Creación Ignacio Gutiérrez, otorgada por el Consejo Nacional de Casas de Cultura durante el festival, y Ángel Corredera Cruz, miembro de la compañía de teatro y danza infantil y juvenil La Andariega, de Camagüey.
Cuando esta noche, con la entrega de los grandes premios, se cierren las cortinas del XXIX Festival de Teatro de Aficionados Olga Alonso, su sede volverá a su normal pasividad. Mas, tendrá entre sus expectativas el diseño y preparación de su venidera edición, con el propósito de subsanar con tiempo todos los tropiezos vividos este año porque el movimiento de artistas aficionados lo precisa y Fomento lo agradece.
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