“Estas son las elecciones más limpias del mundo”, aseguró mi vecino, un maestro de esos que le cuesta dejar el aula a pesar de sus 76 años y acto seguido se respondió a sí mismo una interrogante: “¿Cuánto cuesta educar a un niño? Aquí nadie se lo pregunta”.
Así de explícito fue alguien que en su condición de educador sabe lo que valen gratuidades como las de la Salud y la Educación y que tiene el convencimiento de que, como él, los 327 000 espirituanos que asistieron a las urnas el pasado 11 de marzo lo hicieron con plena convicción y por la satisfacción de vivir en un país socialista donde todos tienen derechos
A nadie escapa que en un mundo donde el poderoso caballero don Dinero decide en este tipo de campañas, en Cuba se haga sobre la base del mérito y la capacidad y no por panfleto político, por eso, según arrojan los datos de la Comisión Electoral Provincial, el 86.73 por ciento de los espirituanos convocados a las urnas ejerció su derecho al voto y Sancti Spíritus se distinguió entre las mejores provincias del país en la masividad del sufragio.
Tras la votación del pasado domingo, fue validada la elección de los 76 delegados a la Asamblea Provincial del Poder Popular y los 25 diputados que representarán al territorio en el Parlamento cubano, respaldados con un alto porcentaje que, además de una muestra de unidad del pueblo, constituye un respaldo al sistema político y al carácter democrático y participativo de la elección.
Más allá de cualquier cuestionamiento, la calidad del voto demuestra con cuánta seriedad y voluntad se realizó el plebiscito cuando el 82.90 de los electores escogió el voto por todos, y solo alrededor del 17 por ciento optó por el selectivo. En esta oportunidad, el 94.91 de las boletas depositadas en urnas resultaron válidas, anuladas el 0.98 por ciento y en blanco apenas el 4.10 por ciento, cifras que superan las de los comicios generales del 2012-2013.
En el recuento de una jornada donde el pueblo dijo Sí por Cuba, sobresale la labor de más 15 000 ciudadanos que, sin remuneración alguna, actuaron como autoridades electorales desde que en junio del pasado año se convocó a Elecciones Generales, a lo cual hay que agregar el trabajo de supervisores, colaboradores y el apoyo permanente de instituciones y entidades para el buen desenvolvimiento de los comicios.
Es incuestionable que no hay posiblemente otro caso en la historia, en que la dirección de una Revolución haya contado con un apoyo tan efectivo y total del pueblo, con una confianza y un entusiasmo revolucionario inagotables e incesantes por parte de la población, con una unidad tan completa como la que ha ofrecido el pueblo a los diputados y delegados provinciales, todos electos con más de la mitad de los votos válidos emitidos, tal como lo establece la Ley.
Fue, reafirmó Orelbe Jacomino Ramos, un suceso de pueblo, una jornada de reafirmación en momentos cruciales del proceso de actualización que vive el país, con un panorama internacional difícil, pero contamos con un instrumento único: el Poder Popular para mantener nuestro programa político y en pos de desarrollar una economía socialista más eficiente y un modelo social justo y equitativo.
Como en tantos procesos anteriores el pueblo eligió libremente a los delegados municipales en la primera etapa, y después las asambleas a este nivel nominaron a los candidatos a delegados provinciales y a diputados al Parlamento, por quienes votaron con sentido de renovación y continuidad.
Como parte de la segunda fase de los comicios generales, el próximo 25 de marzo quedará integrada la Asamblea Provincial del Poder Popular, mientras que el 19 de abril se constituirá el nuevo Parlamento que llevará las riendas del país durante los próximos cinco años, el cual a su vez deberá elegir a su presidente y secretario, además de los miembros del Consejo de Estado y su presidente, primer vicepresidente y demás vicepresidentes.
Mi vecino, un educador que también tuvo el honor de ser diputado al Parlamento, explica muy bien lo que vendrá después: Con ello comienzan otro mandato para la Asamblea Provincial y una nueva Legislatura de la Asamblea Nacional, ambas lo suficientemente renovadas, pero bajo los mismos preceptos de cuando se fundaron los órganos de Gobierno en 1976, esos que precisan que se elije al Gobierno para servir y para ejercer el mandato del pueblo, del cual emana todo el poder del Estado.
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