José Herminio Castañeda Rodríguez-Gallo, el delegado del Poder Popular de más edad en Sancti Spíritus
Cada mañana se levanta casi con la misma rutina, esa que le lleva a conversar un rato con sus electores e ir un poco más tarde por la sede la Casa de los Combatientes, porque allí le esperan nuevas tareas. Entre viejos compañeros de lucha da vuelta a las mismas historias, que mucha gente no conoce, pero que conforman la vida entera de José Herminio Castañeda Rodríguez-Gallo, el delegado del Poder Popular más longevo de Sancti Spíritus.
Por estos días en que se habla de patriotas, de héroes, candidatos y representantes, se señala a personas como él, de esas que tienen sobrados méritos, o se jugaron el pellejo en cualquier época. Unos son más conocidos; otros se mantienen más velados, como este hombre de 83 años cuya historia nació cuando su unió al Movimiento 26 de Julio en Cagüeira, un caserío de monte adentro en Sancti Spíritus.
Ahora sé que Castañeda es un hablador nato y tiene una espléndida memoria capaz de desafiar las ocho décadas de recuerdos que atesora este espirituano que fue vaquero, chapeador de potreros, estibador, machetero y constructor, oficios básicos que le sirvieron para asumir la jefatura en altos niveles de dirección, y estar al frente del Poder Local en Sancti Spíritus, ser jefe de la Oficina de Bienes Malversados a inicios del triunfo de la Revolución, director de Comunales, subdirector del motel Los Laureles o jefe de equipo en la Empresa Frutas Selectas.
No hicieron falta muchas horas de conversación para conocer las razones por las que se enroló en la lucha clandestina, ni de sus pocos miedos a la hora de cortar puentes o parar el tiro de caña en Natividad por más de una semana y arrancar raíles de línea en Guasimal y Tunas de Zaza para incomunicar la zona de los soldados de la tiranía; de sus motivos para alzarse y unirse a uno de los pelotones de la Columna No. 8 bajo las órdenes del Guerrillero Heroico. “No se me olvida. Cuando ingresó a la columna, el Che estaba en El Pedrero, allí me presentó mi tío que era mensajero entre Camilo y el argentino. Así comenzó mi vida de guerrillero”.
A casi 60 años de los sucesos mantiene intactos sus recuerdos sobre el Che, la forma en que este organizó la toma de Fomento y cómo a él, casi inexperto en materia de combates, le tocó con el pelotón de Silva, abrir el camino, primero para evitar que entraran refuerzos desde Placetas con una emboscada en Nazareno. “Después hubo que tumbar el puente de hierro que había en Falcón para evitar que de Santa Clara mandaran fuerzas hacia Sancti Spíritus”.
Los ojos le brillan al rememorar la toma de Cabaiguán. “Cuando termina el combate el Che y Ramiro Valdés comienzan a repartir el parque y mejorar el armamento a mí me entregan un Garands. Cuando paso por donde estaba Ramiro me entrega 10 balas y le pido otras pocas. Me miró con una cara del carajo y me dijo: ʹParece que eres cojonúʹ. Pero no me las dio”.
Parece que nunca va a parar cuando arranca con historias tan reales como las que vivió como alfabetizador, combatiente internacionalista en los primeros años de la guerra de Angola, la Lucha Contra Bandidos y la Limpia del Escambray, así como el Directorio Revolucionario, relatos tan reales como lo son las 26 distinciones y medallas, la mayoría de ellas entregadas por el Consejo de Estado. “Tuve la suerte de tener una vida tan movida que se me hace muy difícil en poco rato decirlo todo”, apunta.
Ni siquiera la pérdida de su compañera en la vida o la jubilación mellaron una voluntad hierro que buscó entonces ser agricultor de una CCS, presidente de la Asociación de Combatientes de la zona y presidente de los CDR. Pretextos suficientes para que los vecinos de la circunscripción No. 27 del Consejo Popular de Jesús María lo escogieran como el delegado del Poder Popular y lo ratificaran como tal el pasado mes de noviembre.
Aunque tenga mucho que hacer, en la cuchilla de la calle Independencia cercana al parque de Jesús de la ciudad del Yayabo, a Castañeda le sobra el tiempo para unas palabras con cada vecino y tocar a muchas puertas. Aunque “esta tarea es bomba”, en la labor de Gobierno trae la verdad como un Evangelio y su Biblia es el Código de Ética de los Cuadros del Estado, “porque lo primero que un delegado debe hacer es no mentirles a los electores. Y para que ni pregunten, mientras pueda ser útil y mis vecinos me pidan que siga con ellos tendré esa fuerza y voluntad”.
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