Tras muchos años de relecturas de la Historia de Cuba, proceso que define como complejo y hermoso, para el investigador Juan Eduardo Bernal resulta imposible soslayar la unidad, ese sentir que en ocasiones deriva de la madurez y que no es un hecho casual, fortuito.
Y es que la unidad es también el resultado de un periodo de convicción, de asunción de los valores que a lo largo del tiempo los hijos de esta tierra han asimilado y hecho suyos, dijo el presidente de la filial de la Sociedad Cultural José Martí (SCJM) en Sancti Spíritus y uno de los más prestigiosos y apasionados intelectuales de esta región.
Al decir de Juanelo –como le llaman todos-, es imprescindible volver siempre al Apóstol porque aun cuando una mirada a la Guerra de los Diez Años (1868-1878) y a lo que sucedió después dice que esta es una historia firme, Martí fue muy paciente en su propósito unificador y no se puede buscarse la unión sin llamar a la convicción de lo que somos.
A la unidad nos convoca la profunda emoción de lo que fuimos y somos, de lo que debemos ser definitivamente , subrayó, y hasta las propias contradicciones que se aprecian en la lectura de los hechos históricos –hasta en esos momentos- se eleva lo mejor del cubano.
Para el principal organizador del Coloquio Voces de la República, espacio de la SCJM que analiza desde varias aristas el periodo neocolonial (1902-1958), ni aún en medio de todo lo que representó la época mediatizada, pueden los habitantes de esta nación olvidar esos 56 años, si se pretende comprender a cabalidad el proceso revolucionario.
La Cuba de la primera mitad del siglo XX, es convulsa, pero es nuestra Cuba, acotó Juanelo, y de ahí surgen exponentes de las luchas, porque Rubén Martínez Villena es un hombre de esa República, como lo es Julio Antonio Mella o lo es Fidel Castro Ruz y la generación del centenario.
De acuerdo con este autor, constituye un error no entender que esta es una etapa significativa donde destaca la extraordinaria capacidad de los cubanos de ir gestando un nuevo momento de independencia y de unidad; hay que comprenderla y hacerlo con responsabilidad porque de lo contrario jamás podremos emocionarnos ante esos hombres, manifestó.
Allí nacieron, vivieron y forjaron su carácter quienes no dejaron de cantar el Himno Nacional, quienes se emocionaban ante la bandera y quienes, por sobre todas las cosas, comprendieron el propósito de ser mejores en el futuro, refirió.
Hubo un primero de enero de 1959 porque hubo una unidad de todos los cubanos, significó Bernal, incluso de jóvenes prácticamente niños que murieron perseguidos y asesinados por la dictadura de Fulgencio Batista; y ya la Revolución permite valorar entonces por qué tenemos que estar siempre unidos.
A juicio de Juanelo, lo importante es la unión verdadera de todos los cubanos –independientemente de donde estén- y la memoria; y pese a que hay personas que no piensan como sus padres o como sus contemporáneos, a veces de forma inconsciente, se percatan que nada es posible para los cubanos sin el proyecto definitivo de la unidad.
Exacto, la palabra unidad encierra mucho, sobre todo respeto y tolerancia, la definición de cubano, no la puede quitar ninguna persona por mero capricho, cubanos somos tanto los de adentro como los de afuera, ojalá y en algún momento de nuestras vidas veamos la verdadera unidad. Cuba duele dentro y fuera.