Cuando la última muchacha del 4 x 200 del relevo libre tocó la meta en la pista acuática de Barraquilla, halaba a Sancti Spíritus a un hito en los anales centroamericanos.
En el bronce inédito, conseguido para Cuba en la historia de la natación en estos Juegos, se incrustaba también la primera medalla lograda por esta tierra en estos eventos regionales por las manos y el talento de Lorena González, integrante de esa cuarteta.
Con ella conversó habitualmente por Facebook. Después de la hazaña conseguida la esperé algunas horas hasta que le dejé el siguiente mensaje: “mi amor, si tuviera la capacidad de volar, te juro que llegaría hasta allá para darte un beso bien grande por todo lo que has hecho y sobre todo por ese bronce que sabe a oro”.
Seguí esperando paciente, pues imaginé que estuviera celebrando, con justicia, su éxito, porque de eso se trata para Cuba y para ella en medio de una competencia donde los récords del área bajan hacia el fondo de la piscina a la velocidad de las brazadas de sus autores.
Entrada la noche, el bombillito verde del chat me anunció su llegada con una disculpa por si me había despertado, como si se pudiera dormir con emociones como esta. Y aunque me sentí lisonjeada del lado de acá por su “gracias Elsa por todo el apoyo que me has dado desde allá, yo estoy muy contenta por mis resultados, besitos”. Apenas me siento una gota de agua en ese mar de gente en quien pensó a la hora en que se vio con su medalla: “Sentí tanta satisfacción, alegría…, fue algo que ni yo misma sabía lo que era pero lo primero que me vino a la mente fueron mis padres ya que sé que están orgullosos de mí y de mis logros en estos Centroamericanos”.
Entonces hablamos de la competencia. “En realidad no sentí presión porque era lo que esperaba, solo salí con actitud y ya. Fue algo que tuve que asumir ya que la mejor nadadora que tenemos había acabado de competir y no se sentía del todo recuperada y nosotras teníamos que hacer el mayor esfuerzo, pero también le agradezco porque gracias a ella alcanzamos el tercer lugar”.
Luego de nadar permaneció, como es lógico, en la orilla donde se quedó sin pulmones por gritarle a Maité González, Andrea Becali y Elisbet Games: “En un momento llegué a pensar que no lo íbamos a lograr porque marchábamos quintas”.
Como ya podía, le confesé mis dudas de que si podría lograr tanto pues, tal como escribí, el hecho de que ella y los dos espirituanos que le acompañan —Julio Calero y Víctor Fernández— llegaran a Barranquilla representando por primera vez a Sancti Spíritus, era ya una proeza.
Pero si les digo. Lorena tuvo la convicción de que tenía para algo más, aunque en realidad pensé que su frase: “Espero poder aportar una medalla para la delegación y formar parte del resultado que obtenga Cuba en estos juegos”, era como el estribillo que todo atleta se repite antes de una competencia.
Incluso, le dije que era una proeza el cuarto lugar conseguido en el anterior relevo, aunque ella se quedó insatisfecha “porque quería dar más”.
“Fue un gran orgullo coger esa medalla ya que son mis primeros Centroamericanos. Los atletas de otros países son muy fuertes, pero sí le puedo asegurar que nosotras teníamos esperanza en alcanzar esa medalla, solo había que trabajar con inteligencia y eso fue lo que hicimos”.
Minutos después le aconsejé dejar Internet e irse a dormir para recuperar fuerzas, pues en horas debía entrar a la piscina en los 100 metros estilo mariposa, evento en el que tiene récord nacional y dos días después en el relevo combinado.
Me dio los teléfonos de sus padres, quienes se encuentran en La Habana, para apoyar la preparación de su hija. Para no desvelar a más personas, en la mañana cumplí el encargo de Lorena. “Por favor si se logra comunicar con ellos, dígale que los quiero mucho.
“¿Cómo que medalla?, se sorprendió Osmani, su padre, cuando lo felicité por el resultado de su hija, que aún no conocía”. ¡Ay mi madre!.. Como no lo dieron por televisión, ni tenemos comunicación con ella, no sabíamos nada, ¡no sabes la alegría que nos has dado!. Nadie imagina todo el sacrificio que hacen esos niños, porque todos son niños, y más en esa competencia que está tan fuerte, ahora mismo se lo diré a todo el mundo, a la madre, al novio…”
Sí, dígalo y bien alto. Que su niña de 17 años coló a Sancti Spíritus en la gloria de la natación centroamericana y todavía quiere más.
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