Tras los destrozos de las lluvias asociadas a la tormenta subtropical del pasado mayo, Fomento pugna por meter en cintura sus viales
Al momento de tomar papel y lápiz, Modesto Bravo Bombino, septuagenario de Fomento habituado a desandar caminos limítrofes con otros territorios, no imaginó que el asunto que le inquietaba sería, a partir de los últimos días de mayo, la prioridad número uno de las autoridades en aquella demarcación.
Se tomó tiempo para redactar la carta que remitió a Escambray, en la que mencionaba, entre otros puntos neurálgicos, según su consideración, “el mal estado de los caminos de Fomento a Agabama y el del pueblo hacia Las Delicias, llegando al puente que lleva a Manicaragua”. Sus descripciones, no obstante, lucirían pálidas tras las torrenciales lluvias asociadas a la tormenta subtropical Alberto, que en ese municipio mostró saña especial.
El panorama, ya preocupante desde antes, adquirió entonces ribetes tan dramáticos que los recuerdos aún desatan emociones. “Presidenta, el Volvo de la Empresa del Mármol ya fue puesto a nuestra disposición, pero donde colapsó la carretera hacia Gavilanes se quedó trancado, de ahí para allá nadie puede subir”, explicaban las autoridades locales, en medio de una audio-conferencia en la mañana del segundo día, a Teresita Romero, al frente de la Asamblea Provincial del Poder Popular.
“Lo de Alberto aquí fue lo nunca visto. Cuando Irma nos pasamos unas seis horas abriendo y desbrozando camino hacia Gavilanes; ahora fue bastante más tiempo. Para que los trabajadores eléctricos llegaran allá arriba y trabajaran en la reposición del servicio dañado fue una odisea. Subieron y viraron a pie, nos cruzamos con ellos donde ocurrieron los deslaves cuando íbamos hacia la comunidad”, relata Norbelio Guerra Angulo, vicepresidente del Órgano de la Administración.
Las imágenes no lo dejan mentir. El teléfono móvil de Roberto Perera, el intendente de Vialidad que le ha tomado el pulso a cada kilómetro de vía en la demarcación, muestra las entrañas de la carretera, con daños de gran envergadura. Cuatro días antes habían pasado a través de ella el cable coaxial que en las fotografías está ahora a la vista, mientras los desprendimientos a un costado semejan los daños de algún potente huracán. “Si va hoy allá, verá fracturas más adelante de donde se cortó el acceso”, advertía Guerra Angulo en la segunda decena de junio.
LAS VENAS CORTADAS DE LAS VÍAS
Que del paso del río Caracusey hacia Gavilanes tuvieran que sacar entre 30 y 40 metros cúbicos de arena, “fina, que es una maravilla”, y que 11 cajones de alcantarilla fueran deslizados de su posición en El Charcón son solo elementos aislados. En el acceso hacia Sopimpa quedaron inutilizados el puente de Jíquima y otras tres obras de fábrica.
Cuentan que tras el paso de Alberto se precisaron tantos brazos y en tantos sitios diferentes que los nombres de los protagonistas coinciden casi con los de los pobladores de cada asentamiento. Fueron cuatro días de inundaciones, dando vía, apartando ramajes y arrastres incrustados en cercas y carreteras. Entre Nazareno y Manicaragua, al puente en el tramo desde Delicias, dicen, no le cabía la palizada. La capa de asfalto del viaducto que conduce al otrora central azucarero fue a dar a la orilla del río, en tanto la acera quedó deshecha, junto con la baranda metálica.
“Nosotros teníamos en los viales un trabajo sostenido. Después de Irma habíamos arreglado los de los consejos populares del área rural, con excepción de El Ñame —beneficiado hace solo días—. Hay calles relativamente céntricas muy deterioradas, pero llegamos a esta situación con muy pocos recursos”, precisaba días atrás el propio Norbelio.
El costo del arreglo de la carretera de Gavilanes a finales del 2017, según Delia Angulo Guerra, presidenta del Gobierno local, fue de 775 000 pesos, que no se han terminado de pagar. Allí hay aún soterramiento bajo la vía con probable desplome de la cavidad. Los estragos llegaron a viales de interés nacional, como los de acceso por Sancti Spíritus y Placetas, y el de El Pedrero.
Sin el estruendo mediático que acompañó la caída de un tramo del puente de Zaza del Medio, el viaducto sobre el río Agabama fue también “herido de muerte”, al ser socavado su aproche cuando la corriente tapó prácticamente las enormes rocas donde está sembrado. La vía suspendida por encima del agua luce intacta, pero si el transeúnte miraba desde el costado izquierdo del aproche, de frente al Balneario, percibía el hueco con apariencia de cueva, ya rellenado con rajón.
LAS BUENAS NOTICIAS
Las buenas noticias comenzaron a llegar desde el momento mismo en que cesaron los torrenciales aguaceros. Grupos de hombres de las brigadas manuales de reparación de caminos, auxiliados por vecinos de cada lugar, acometieron enseguida los trabajos para dar paso en los sitios trancados. Otras manos repondrían, en cuestión de días, los viaductos sobre alcantarillas en diversos puntos. Dos semanas después, el 90 por ciento de las afectaciones habían sido enmendadas.
El Gobierno Provincial asignó 160 000 pesos para los trabajos en el puente de Agabama y en la carretera desde la cabecera municipal hacia allí, donde intervendrán las fuerzas que ahora laboran en el puente de Zaza. “La voluntad está, la espera obedece a que ahora mismo no hay suficiente capacidad constructiva”, significaba el martes 31 de julio Roberto Perera, intendente de Vialidad.
Respecto a la carretera hacia Gavilanes, fue el mismísimo Presidente cubano, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, quien se llevó dicha preocupación hacia la capital tras su visita a Sancti Spíritus. Desde allá llegó la noticia, en vísperas del 26 de Julio: el financiamiento para devolverles la vida a esos caminos será asumido por el presupuesto central de la nación.
Modesto Bravo Bombino, el septuagenario que escribió a Escambray, debe haberse llevado las manos a la cabeza al constatar los destrozos que vinieron después. Alberto les serruchó el piso a los viales de Fomento, mas no faltó trabajo para arreglar lo indispensable. No va a ser ni enseguida ni fácil, pero en aquel enclave montañoso están claros de que no existe otra alternativa como no sea recomponer esos caminos.
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