Comúnmente reservamos el debate de ideas para los medios de comunicación, pero en otras esferas como en la Educación — incluida la Enseñanza Primaria— se pueda formar una cultura del debate desde la infancia que contemple el análisis de los diversos aspectos de la sociedad.
También es común afirmar que no tenemos cultura del debate, pero consideramos que no hay sociedad que discuta más que la cubana, porque esa cultura del debate hay que verla en lo cotidiano: en la placita, en la bodega, en la barbería, en la parada, en el centro de trabajo, etc.
Siguiendo precisamente los análisis de la población sobre el Proyecto de Constitución de la República de Cuba escuchamos infinidad de opiniones fundamentadas sobre todo el documento, lo que muestra que el cubano de hoy es incomparablemente más culto que el de antes en todos los sentidos.
De tal manera, actualmente se acorta la distancia entre el debate institucional; es decir, oficializado, y el que brota de un modo natural en toda la sociedad.
Son cardinales los argumentos esgrimidos acerca de la Carta Magna de la nación en los cuales se precisa que un problema fundamental, que incita a la reflexión, es lo referente a la propiedad y la reafirmación de hacia dónde va Cuba, lo que significa el Socialismo. En fin, la realidad demuestra que somos polémicos, contradictorios, discutidores. No en balde —un poco en broma, un poco en serio— se afirma que cuando hay dos cubanos, hay tres opiniones por lo menos.
Lo mismo sucede cuando se nombra un mánager de béisbol; muchas veces se forma algo tremendo, parece la decisión más importante para la sociedad, nos pasamos una semana discutiendo sobre la persona que dirigirá nuestro equipo nacional.
Como diría Reinerio Arce: “Prefiero la palabra diálogo, porque se refiere a hablar, intercambiar, escuchar con un propósito común” o, como afirmara Ernesto Altshuler: “Es necesario reconocer que toda la verdad es relativa y, por lo tanto, discutible”.
Pero lo más importante es tener en cuenta determinadas reglas:
selección de dónde y cuándo discutimos o dialogamos, cómo debemos dialogar, no desviarse de los problemas importantes; considerar lo que se dice y no quién lo dice.
De eso se trata, ello nos haría mejores interlocutores en busca de las soluciones comunes de la diversidad y desde distintas perspectivas.
Todo lo anterior confirma la idea expuesta por el Presidente cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez en entrevista concedida a la multinacional Telesur: “Ninguno de nosotros sabe más que todos nosotros”.
*Profesores Auxiliares Escuela Provincial del Partido de Cienfuegos
¿Que el cubano de hoy es más culto que el de antes en todos los sentidos? Disiento de esta afirmación; quizás sea más instruido (aunque escribe con faltas ortográficas y tartamudea al hablar) pero no más culto: le falta una arista esencial en la cultura: la educación integral para todo su entorno, desde el respeto a la naturaleza como al idioma y a sus conciudadanos.