Las luces y el sonido del séptimo arte sedujeron durante varios días a la añeja ciudad espirituana con la comunión de varios de sus amantes. Debates sobre propuestas audiovisuales y materiales con sello propio llegaron a la pantalla grande del cine Conrado Benítez para demostrar la valía y fecundidad de quienes aquí apuestan por la magia de ese universo que seduce y enamora.
Y es que otra vez el Encuentro de Cine Clubes La cuarta villa, ahora en su decimoquinta edición, se robó cientos de miradas críticas para descubrir más allá de los colores, las sombras, la música, sonidos naturales y parlamentos, las intenciones de sus creadores.
Por tanto, el jurado de la cita, integrado por especialistas de renombre en esas lides como Jonny Llanes, vicepresidente primero de la Federación Nacional de Cine Clubes, reconoció la madurez del evento al desnudar no solo a seguidores de audiovisuales desde el análisis crítico, sino a quienes se arriesgan a tomar cámara en mano de forma artesanal y construir historias, develar contextos íntimos y dibujar personajes.
Ese crecimiento, tanto individual de los participantes, como del propio evento, propició que por unanimidad se le confiriera el lauro en la categoría de apreciación cinematogrٕáfica a Miguel E. López Lorenzo, del cine club Juan Muñoz, de Jatibonico, por el debate conducido sobre el documental Mujeres entre cielo y tierra, producido por el Proyecto Palomas.
Y hasta ese mismo cine club llegó el otro premio del certamen: el de creación, otorgado al documental La jardinera, de un equipo creativo que supo integrar, acertadamente, los códigos cinematográficos y presentar de forma original la historia.
Igualmente, se galardonó a los mejores en diferentes especialidades como el guion de Videncias, de los jatiboniquenses Raúl Pina, Yousy Mangly y Sadiel Paz; en edición a Manolo Lara por el producto Okay en la sangre; en fotografía a Alzamiento de La Llorona y en exhibición de no cineclubistas a Abdel Martínez por El Nido.
Una de las grandes sorpresas del evento La cuarta villa resultó, sin duda, el acercamiento a espectadores del patio de tres grandes del séptimo arte cubano: las actrices Eslinda Núñez y Adela Legrá y el director Manuel Herrera, quienes compartieron con varios colectivos laborales y estudiantiles del territorio.
Precisamente, hasta este semanario llegaron, donde dialogaron sobre sus experiencias en la película Lucía, en el aniversario 50 de su estreno, fecha a la que se dedicó la cita yayabera.
Igualmente, el director de Zafiros, locura azul develó que labora en la preparación de un proyecto sobre Carlos Manuel de Céspedes, mediante la historia de su diario perdido y que prevé utilizar locaciones de nuestro territorio, así como reconoció la importancia del evento de cine clubes por apoyar un movimiento con tanta trascendencia para la conservación de la memoria histórica de la nación.
“Los cineclubistas llegan a atrapar situaciones, contextos tan propios de las localidades que a los cineastas nos resulta imposible. Recuerdo que en 1994, por la compleja situación económica del país, no hubo producción cinematográfica; sin embargo, hoy se conservan 94 materiales de cine clubes”, expresó.
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