El 17 de diciembre de 2014 arribaron a Cuba Gerardo Hernández, Ramón Labañino y Antonio Guerrero, liberados tras cumplir injustas condenas en cárceles de Estados Unidos. Por más de una década y media, el pueblo cubano protagonizó una lucha por el regreso de cinco de sus hijos a la Patria, batalla que finalizó luego de los históricos acuerdos alcanzados entre La Habana y Washington.
Ya Mirta Rodríguez Pérez, madre de Antonio Guerrero, tiene el alma en casa y no en prisión. Sucede el diálogo telefónico ya no en las mismas circunstancias de otras veces, por suerte. Ya abrazó a sus otros hijos, Ramón, Gerardo, René y Fernando; nacidos en el parto común y difícil de una causa que duró 16 largos años.
“Triunfó el valor, triunfó la tenacidad —sostiene Mirta—. Gracias a las ideas del Comandante, al apoyo hacia nosotras las madres y al resto de la familia, a este combate que hizo extensivo a los pueblos, en especial el nuestro que se levantó, como quien dice, en armas para luchar por el regreso de nuestros hijos; también fue importante el apoyo sentimental. Este fue un combate muy especial, guiado por Fidel; por eso es que todavía me resulta difícil comprender que ya no está físicamente entre nosotros. Hablar de Fidel siempre me emociona”.
¿Qué rasgos del carácter de Fidel le atrajeron más como madre, sobre todas las cosas?
El Comandante era todo bondad; nunca tuvo un mal gesto. Siempre que estaba en un lugar pedía hablar con nosotras al final del encuentro para darnos aliento y decirnos la realidad: “Estamos ahí en la lucha, pero no se desesperen”. Al final duró más de lo que se pensaba; según nos explicaron, la lucha política de un preso se desata después de los 10 años, a nosotros nos duró 16; pero bueno, pudimos vencerla gracias a él, gracias a Raúl también, que fue la continuidad y estuvo presente, igual, en toda esta contienda.
¿Cuándo fue su primer encuentro con Fidel?
Cuando nuestros hijos quedaron presos y estábamos con esa incertidumbre enorme de lo que iba a pasar. Ya nos habían notificado que ellos pertenecían a un grupo de jóvenes que habían ido con su visión e inteligencia, sin agredir a nadie, a recibir información para evitar los tantos atentados de terrorismo que había en nuestro país en esos tiempos de los años 90.
Ya se iba a empezar la campaña de las tribunas por el regreso de los Cinco, que sucedieron las de Elián; entonces él nos reúne y nos habla de la necesidad de desatar una gran batalla, que valía la pena luchar porque era una lucha justa. Nos alertó lo largo que iba a ser el camino, pero era posible vencer por la justeza del caso y porque se trataba de una gran injusticia. Cada encuentro con él era de aliento y esperanza.
Luego de aquel encuentro de los Cinco con Fidel el 28 de febrero del 2015, ¿qué le narró Tony de aquella visita?
De tantos premios que hemos recibido en lo personal, ese fue el mayor. Todos estábamos en una actividad y de momento a Tony, Ramón, Fernando, René y a Gerardo les llega la noticia de que tenían que retirarse y ponerse guayaberas porque tenían un encuentro especial; enseguida pensamos: ese va a ser el encuentro con el Comandante. Y nosotros afilándonos los dientes para estar también; sin embargo él los mandó a buscar a ellos solos, y un poco que nos desconsolamos; pero, igual, nosotras estuvimos felices de que ellos, por fin, fueran a tener ese encuentro. Yo, que soy la mayor en esta historia, me decía: ¡Qué felicidad!, el Comandante logró este encuentro con nuestros hijos.
Ellos llegaron a casa felices. A veces Tony me dice: “Mami, parecía que estabas hablando con un amigo de siempre”. Fue un diálogo muy familiar, y esa fue la impresión que se llevaron todos: una expresión muy sincera, muy de casa, muy de hogar.
Usted lo ha dicho: Nosotras le entregamos cinco soldados a la Patria. ¿Habla el corazón de una madre guerrera?
El Comandante se entregó a nuestra causa y nosotras le entregamos nuestros soldados, vuelvo a decirlo. Cinco de nuestros hijos estuvieron allí, en el corazón de Estados Unidos, en un lugar tan difícil y agresivo, tan brutal. No fueron para hacerle daño a nadie, ni penetraron la Seguridad Nacional. Fue un caso político, y se tomaron esas sanciones infames, crueles.
Pero triunfaron la verdad y la razón, y gracias a Fidel, a los amigos solidarios del mundo, al pueblo de Cuba que siempre estuvo acompañándonos, ellos regresaron. Gracias a todos por haber ayudado y ayudar a que hoy la felicidad de nuestros hijos se mantenga.
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