El sistema de autoabastecimiento territorial no será una solución mágica, pero promete mejores destinos a la producción
Nadie vaya a imaginarse que el sistema de autoabastecimiento alimentario municipal puesto en vigor este mes de julio será la fórmula que de un día para otro transformará el panorama agrícola espirituano con niveles de producción y comercialización capaces de suplir la demanda; sin embargo, el nuevo esquema de trabajo sí agrupa en su concepción principios lógicos que persiguen organizar mejor los procesos del surco y la distribución sobre la base de asegurar en cada territorio las necesidades de comida o planificar el traslado cuando exista el déficit.
Si bien el programa concibe, como aspiración, distribuir en el mes a cada habitante 30 libras per cápita entre viandas, hortalizas, granos, frutas y vegetales, el verdadero medidor descansará en estabilizar en la red estatal aprobada para este fin una oferta diversa de esos renglones y a los precios establecidos, lo que presupone elevar el apoyo a los productores, la planificación y el control como herramientas para lograr el buen funcionamiento de toda la cadena.
Nadie vaya a creer que en pocos días cada municipio o asentamiento tendrá a su alcance esa variada disponibilidad de alimentos; en primer lugar, el autoabastecimiento municipal implica un programa de trabajo que escalonadamente debe dar respuesta a la demanda y hacerlo sostenible al armonizar sus tres elementos esenciales: producción, acopio y comercialización, bajo la necesidad de desarrollar la Agricultura y apegarse a la ciencia y la técnica.
PRODUCIR PRIMERO; DESPUES, COMERCIALIZAR
El nuevo sistema de trabajo —implementado en todo el país— está lejos de ser una improvisación, porque en su proceso organizativo se laboró durante meses, con prioridad para la fase que decide la eficacia de todo proceso agrícola: la producción. Tampoco el programa escapa al impacto de los eventos meteorológicos, como sucedió con las intensas lluvias de mayo, que dañaron buena parte de la comida destinada a estos meses iniciales, o el tornado del domingo 24 de junio, que se ensañó con los platanales en producción de la Granja Chorrera, en La Sierpe.
No todos los municipios tienen las mismas condiciones y características para insertarse en el autoabastecimiento, señaló Juan José González Nazco, delegado de la Agricultura en Sancti Spíritus. Se cuenta —dijo— con un balance de lo que corresponde producir en cada lugar y donde existen menos posibilidades se concibe hacer traslados de los productos para garantizar que la distribución sea lo más equitativa posible, incluido el consumo social.
Trinidad y Sancti Spíritus son los municipios hacia donde se planifican los envíos, aunque en la etapa inicial se incluye Yaguajay; en tanto, La Sierpe, Cabaiguán y Taguasco se convierten en las principales plazas productivas que asumen sus demandas y aportan ya alimentos.
“Específicamente, no está dicho en cada poblado lo que hay que vender, estamos montando una estructura productiva para que sea variada la oferta y que exista la vianda como un surtido principal, con prioridad para el plátano; a lo mejor desde el punto de vista del campo llegamos más rápido a producir las 30 libras que se plantean, pero lograr esa distribución con la variedad que se busca no lo tendremos de un momento inicial”, precisó González Nazco.
Un principio básico del programa es que funcione a escala local, sobre la base de que cada Consejo Popular se autoabastezca y, como concepto se trata de mover la menor cantidad de comida posible de un lugar a otro, según detalló Leonel Valdivia Hernández, jefe de Comercialización en le Delegación Provincial de la Agricultura.
“No es que Acopio recoge la producción, la lleva a la cabecera municipal y luego regresa al mismo lugar a situar esos alimentos, lo primero es cubrir la demanda local”, manifestó.
“La Agricultura no se quita la responsabilidad de organizar, producir, contratar y definir la distribución de esos renglones, pero el control y la fiscalización de la actividad comercial corresponden también a las estructuras del Gobierno y sus representantes en los Consejos Populares. Cuando un producto no se garantiza en la zona, por ejemplo, la cebolla o la piña, se le distribuye por Acopio”, explicó.
¿Está la provincia en condiciones para echar a andar el autoabastecimiento territorial?, preguntó Escambray a Alberto Reina Montiel, subdelegado de la rama en Sancti Spíritus.
“Como programa está bien diseñado, se insertan con fuerza los polos productivos estatales y más de 280 productores élites —a partir de sus niveles de producción y entrega—, esas son las estructuras que deben garantizarnos la mayor estabilidad de comida para el autoabastecimiento.
“Se trata de organizar la siembra escalonada, identificar productor a productor lo que corresponde aportar a cada uno, a cada base productiva, también se precisa cuándo plantar y cosechar, así como la entrega a Acopio.
“El principal propósito de este esquema no es medir si son 18, 24 o 30 libras, es que tengamos una estabilidad en variedad y surtidos de productos en la red de mercados estatales y después decimos: dimos 15 libras, pero no faltó la vianda, la hortaliza o los frutales”.
¿Cuáles son los principios de este sistema de trabajo?
“Se tienen en cuenta las poblaciones de cada territorio y Consejo Popular, las bases productivas de esas zonas, las áreas, los cultivos permanentes; se conforman programas de siembra que den respuesta a esas formas de distribución, sobre la base de cuáles viandas, hortalizas, granos y frutales contempla la oferta, siempre considerando la época del año y todo bajo la contratación.
“Para este sistema no se crea una nueva política comercial, se parte del cumplimiento de lo contratado y de respetar la resolución de precios definida por el país. El autoabastecimiento se planificó, pero lleva control; además, es muy importante el fortalecimiento de Acopio para balancear y distribuir la producción.
“Necesita también del apoyo de todas las estructuras estatales relacionadas con la actividad y del pueblo para que vele y denuncie cualquier ilegalidad o violación que ocurra con esa comida. Entre todos tenemos que enfrentar lo que se interponga en el buen funcionamiento del autoabastecimiento territorial.
CRITERIOS DESDE LA TIERRA
Visto desde su concepción estructural, el mecanismo en marcha parece llegar en buen momento, sobre todo porque desde hace rato los consumidores reclaman que el Estado tome las riendas de la comida para asegurar mejor acceso a los renglones agrícolas y con los precios establecidos, de manera que si el nuevo esquema surte efecto las personas dependerán menos de las ventas amparadas bajo el diabólico concepto de oferta y demanda.
Desde el surco el autoabastecimiento se ve con buenos ojos; no obstante, especialistas y productores también sopesan la realidad y los tropiezos que siguen acompañando los procesos del campo y que pueden dar al traste con el buen desenlace del programa.
Freñe Delgado Herrera, especialista principal de Cultivos Varios en la Unidad Empresarial de Base Integral Agropecuaria Cabaiguán, insistió en una arista insoslayable: “Si queremos autoabastecimiento tenemos que acabar de desarrollar la pequeña industria para los momentos picos, hoy con las limitaciones que existen de combustible estamos enviando mango de Cabaiguán para Ciego de Ávila”.
Señaló como problema las producciones que no se contratan, porque se siembran después de realizado ese paso y luego cogen otros caminos. “El autoabastecimiento —expresó— viene para contrarrestar las fugas de comida y organizar el destino de las producciones. Aquí está montado por surtidos, por cooperativas y por meses, estrategia que coloca al territorio en condiciones de arrancar bien con este programa, aunque hace falta hacer un uso eficiente de la comercialización para que no se pierda ningún alimento.
“Pero contra el autoabastecimiento –afirmó— conspira que viene gente de otras partes a buscar comida, pagan más y al momento, mientras tenemos en el municipio impagos de Acopio de más de 60 días, eso fue generalizado en el territorio, al cierre de mayo se debía toda la vianda del mes de marzo y no todos los productores pueden esperar tanto para cobrar”.
Pedro Álvarez Jiménez, presidente de la Cooperativa de Producción Agropecuaria (CPA) 13 de Marzo, la base productiva con mayor nivel de contratación para el autoabastecimiento en Cabaiguán, condicionó la sostenibilidad del programa al empleo de la ciencia y la técnica, “porque no puedes aspirar a tener boniato en febrero, fuera de época y en secano sin un sistema de riego para producirlo en un territorio que dedica la mejor etapa de siembra y gran parte de las tierras al tabaco, entonces hay que definir áreas especializadas para los otros cultivos.
Para sostener el autoabastecimiento se necesita desarrollo porque ese esquema lleva la comida cronometrada por un ciclo de siembra y cosecha, detalló Pedro Álvarez. “Esta CPA no es mejor que las demás, pero el Estado puso aquí un sistema de riego y le estamos dando valor de uso, hay una respuesta productiva, y que el 80 por ciento de esa producción va para el pueblo”, explicó.
“Como fórmula para producir y comercializar —enfatizó—, este sistema es correcto, crear polos productivos también, pero hay que invertir porque no podemos lograr que por voluntad del hombre o por trabajo político ideológico la planta produzca, se puede aspirar a que se siembre, pero si no se le pone lo que lleva no da frutos”.
Marcos Bernal, presidente de la Cooperativa de Créditos y Servicios Alfredo López Brito, precisó que “la mayor preocupación de los campesinos proviene de la tardanza de los pagos de Acopio, no entienden que el cobro se pase de los 30 días porque ellos tienen que pagar diario a los jornaleros, también los precios establecidos por el Estado para las viandas como el boniato o la yuca no resultan estimulantes, y cuando llega el particular, las paga al doble. Si estos detalles no se atienden, esa buena idea del autoabastecimiento puede tener tropiezos”.
La Agricultura es como una industria muy grande sin techo y dependiente de las personas, el clima, las plagas y enfermedades, por lo que el autoabastecimiento no funcionará porque exista una planificación; requiere tomarle el pulso todos los días del año y poner el termómetro en el surco y en cada tarima de Acopio, cooperativa o Comercio que comercialice esos alimentos.
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