La Tarea Vida incluye dos prioridades fundamentales en Sancti Spíritus: las inundaciones marítimas en Tunas de Zaza y el Médano y la intrusión marina que provocará la salinización del manto freático
Las evidencias no admiten titubeos: en Tayabacoa el mar ya penetra más de 2 metros, casi el doble de lo calculado por recientes investigaciones cubanas; Tunas de Zaza mira con preocupación cómo la marea comenzó a lamer los patios traseros en algunas de sus viviendas; mientras que en La Sierpe más de 1 000 hectáreas dan preocupantes señales de salinización y comienzan a despedirse de los arrozales.
Los efectos del tan llevado y traído cambio climático no se conjugan en futuro, sino en presente, razón suficiente para que desde abril del 2017 el Consejo de Ministros de Cuba aprobara un Plan de Estado para el enfrentamiento a este fenómeno conocido como Tarea Vida, que incluye la concepción y ejecución de un programa de inversiones progresivas, desde un plazo tan corto como el 2020 hasta el muy lejano horizonte del 2100.
La Academia de Ciencias de Cuba, que venía realizando investigaciones desde 1991, apretó el paso a partir del 2004, cuando el occidente del país sufrió los negativos impactos de los huracanes Charley e Iván y comenzaron en cada territorio los llamados estudios de peligro, vulnerabilidad y riesgo para la reducción de desastres.
A partir de la certeza de que las islas se encuentran entre las más amenazadas por la elevación del nivel del mar y su consiguiente penetración tierra adentro, poco tiempo después se particularizó un macroproyecto que abarcó las alarmas y fragilidades de las zonas costeras para el período entre 2050 y 2100.
Los estudios científicos hablan por sí solos: el clima de la isla resulta cada vez más cálido y extremo con un aumento de la temperatura media anual en 0.9 grado centígrado desde mediados del siglo pasado; se aprecia gran variabilidad en la actividad ciclónica con abundante presencia de huracanes intensos; desde 1960 el régimen de lluvias se ha modificado, dando paso a un evidente incremento de las sequías; el nivel medio del mar ha subido cerca de 7 centímetros y las proyecciones futuras indican que puede alcanzar hasta 27 centímetros en el 2050, que provocaría la pérdida paulatina de la superficie emergida del país en zonas costeras muy bajas, así como la salinización de los acuíferos subterráneos abiertos al mar por el avance de la llamada cuña salina.
Ante tal panorama, ni el más ingenuo de los mortales podría cruzarse de brazos y por ello Cuba ha trazado claras acciones estratégicas que abarcan desde no permitir construcciones de nuevas viviendas en los asentamientos amenazados y reducir la densidad demográfica en esas zonas bajas, hasta adaptar las actividades agropecuarias con cambios en el uso de la tierra, reducir las áreas de cultivos afectadas por la intrusión salina, así como desarrollar variedades resistentes al nuevo escenario de las temperaturas.
Aunque como la lógica indica, todas las decisiones siempre dependerán de las posibilidades económico-financieras del país y estas acciones resultan bien costosas, también se diseñaron 11 tareas concretas con la mira puesta en la seguridad física y alimentaria de la población amenazada, el desarrollo del Turismo, la reducción de la vulnerabilidad del patrimonio construido con prioridad para las comunidades en peligro, la recuperación y conservación de las playas arenosas, el aseguramiento y uso eficiente del agua, la reforestación para proteger los suelos, la recuperación de los manglares, y la rehabilitación y conservación de los arrecifes de coral, entre otras urgencias.
En escenarios espirituanos los cálculos más recientes dan fe de una afectación para el 2050 de más de 13 000 hectáreas de tierra debido al ascenso del nivel medio del mar, en tanto la intrusión salina superará las 12 600 hectáreas, con notables daños a los manglares, bosques húmedos, herbazales de ciénaga, las playas y a otros paisajes naturales y turísticos.
Aun cuando restan estudios específicos por concluir, Néstor Álvarez, jefe de la Unidad de Medio Ambiente en el territorio, considera que la Tarea Vida aquí incluye dos prioridades fundamentales.
Primero, las inundaciones marítimas en Tunas de Zaza y El Médano, que se agudizarán progresivamente hasta obligar a su futura reubicación. Esta problemática también afectará a más largo plazo y en menor medida a Casilda, donde las zonas más bajas precisarán tomar providencias para adaptarse a las circunstancias.
Y segundo, la intrusión marina que provocará salinización del manto freático, de los acuíferos subterráneos y superficiales, así como del suelo, panorama que ya se toca con la mano en La Sierpe y sus arrozales, así como en algunas áreas de la costa norte.
En las proyecciones de la Delegación Provincial del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente aparecen las primeras acciones y plazos previstos: desde informar en las audiencias con las comunidades afectadas que no se admitirán nuevas construcciones y en sus viviendas no podrán realizar ampliaciones, ni divisiones, sino apenas labores de conservación; realizar vertimientos de arena en playa Ancón; y continuar la reparación del Canal Magistral Zaza; hasta construir una nueva planta de tratamiento de residuales en el Hotel Trinidad del Mar; limpiar canales y esteros para lograr el flujo y reflujo del agua; reforestar con las especies que se adapten a cada lugar y monitorear peces y corales en parte de la costa sur.
A pesar de que en este asunto aún muchos permanecen al margen o enajenados, el cambio climático ya no constituye un eufemismo ni sus secuelas esperan para mañana: en el 2050 le robará al país un territorio aproximado al de la Isla de la Juventud y para el 2100, un área equivalente al tamaño de la provincia de Santiago de Cuba.
Aunque Cuba con su actuar se ha caracterizado por el respeto a la madre naturaleza, en asuntos de medio ambiente pagan justos por pecadores y aquí se sufren las agresiones ajenas al medio ambiente. Entonces no basta con llevarse las manos a la cabeza. Todos los caminos conducen a poner los pies en la tierra lastimada para, al menos, mitigar y adaptarse.
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