Escambray Periódico de Sancti Spíritus
Con prontitud y sentido de pertenencia, trabajadores del Comercio y la Gastronomía en la provincia rescataron imagen y confort en las unidades afectadas por Irma
Caliene Arriba tiene un encanto natural que contagia a cualquier visitante: casas campesinas muy pintadas, jardines delimitados, limpios y hasta amarraderos para los caballos con una correcta ubicación. Por sus caminos intrincados, pero firmes, en los últimos tiempos transita personal foráneo, ya que después que el huracán Irma arrasó con la bodega, allí surgió un movimiento popular que ninguna ráfaga de viento, por intensa que fuera, podría detener.
Bien lo sabe Beisy Cárdenas, la administradora, quien, a pocas horas del evento, se fue para el monte junto a un grupo de vecinos del lugar y varios trabajadores de la UBPC Luis Augusto Turcios Limas y no regresó hasta traer consigo las alfardas de madera que necesitaba para reponer toda la cubierta demolida.
El empeño fue tal que los directivos del sector del Comercio en Yaguajay y en la provincia no tuvieron más opción que estimularlos, al igual que a los del establecimiento La Legua, con la asignación de planchas de zinc y otros recursos para que, en pocos días, dejaran como nueva esta instalación, perteneciente al Consejo Popular de El Río, en el Plan Turquino de ese territorio.
SIN CARBÓN Y CON LA LEÑA MOJADA
Aunque parezca reiterado el tema de la recuperación, siempre será motivo para comentar, sobre todo en el norteño municipio, donde las secuelas fueron muchas y las vivencias del fenómeno calaron en la memoria de sus habitantes, pero a la vez les impregnó una fuerza extra para devolverle la funcionalidad a cada uno de los centros dañados, en el menor tiempo posible.
José Ángel Cordero Martínez, director de la Empresa de Comercio y Gastronomía en Yaguajay, todavía no pone los pies en el suelo, como se dice en buen cubano se la pasa corriendo de un lugar a otro, controlando, examinando, sugiriendo cambios…, a fin de garantizar que los 72 establecimientos afectados por Irma, incluidos los 22 del Plan Turquino, funcionen sin dificultad, aunque existen algunos en los que todavía se realizan acciones constructivas.
“En Mayajigua, uno de los sitios más afectados, la imagen cambió en muchas unidades —asegura el director—, no importa que sean arrendadas, pertenezcan a la gastronomía popular o a la zona comercial, lo cierto es que el huracán removió los cimientos en muchos casos; pero han resurgido centros mucho más bellos que antes”.
Un ejemplo de ello es el hotel La Fragancia, el cual, después de la remodelación necesaria tras los daños que dejó el ciclón, cuenta con un mobiliario nuevo, un área para reservados, bar-cantina con ofertas en doble moneda y una cocina con mesetas enchapadas que exhiben ollas, equipos para la elaboración y hasta un fogón de gas, lo que humaniza la labor.
Rafael Salas e Iris Melba Pérez, administrador y dependienta gastronómica, respectivamente, alegan que no resultó fácil todo lo que debieron enfrentar, pero sienten orgullo de saber que, acabadito de pasar el fenómeno meteorológico por el lugar, se sumaron a la recuperación sin dejar de cocinar. “Sin carbón y con la leña mojada garantizamos la entrega de más de 1 000 raciones de alimentos diariamente —explican— para entregarlas a los habitantes de este pueblo que permanecían sin techo y sin electricidad”.
A LA ALTURA DEL MOMENTO
Ariel Fernández Martín, director del Grupo Empresarial de Comercio en Sancti Spíritus, asegura que la recuperación de las 119 unidades afectadas por Irma en la provincia ha sido rápida y muy efectiva. “Solo cinco faltan por concluir en Yaguajay —acota—, de las cuales tres dependen de la ejecución de nuevos proyectos de remodelación que hará de estos centros más confortables. Tal es el caso del mercado industrial de Jarahueca, el complejo gastronómico Playa Vitoria y el hotel Plaza, que se ejecutarán en el transcurso del año. Las dos restantes, pertenecientes a Bamburanao y Venegas, salen para el 4 de febrero, día del trabajador del Comercio y la Gastronomía”.
Sin desestimar las secuelas del huracán, hay que reconocer que la respuesta de cada colectivo del sector estuvo a la altura del momento; algunos, incluso, aprovecharon los recursos al máximo para hacer más abarcadora la reparación. No solo se limitaron a reponer la cubierta de techos, sino que cambiaron mostradores, confeccionaron estantes y hasta falsos techos con materiales recuperados.
“Han sido cuatro meses duros, pero valió la pena el esfuerzo”, asegura María Elena González, administradora de la bodega La Central, de Mayajigua, mientras da los toques finales al inmueble para recibir de vuelta a los casi 700 consumidores. “Todo quedó mejor que antes, pero nunca más quisiéramos vivir una experiencia similar”, sentencia.
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Escambray / ISSN 9664-1277
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