El Partido Demócrata se habría hecho con la mayoría de la Cámara de Representantes tras las elecciones de este martes 6 de noviembre, lo cual si bien es una derrota de la organización política republicana, a todas luces lo es principalmente de Donald Trump, uno de los presidentes más polarizadores e impopulares en la historia moderna. En el Senado, la victoria fue para el otro bando, al alcanzar los mismos 51 puestos que tenía antes del sufragio.
A falta de los resultados finales, sobre las 01:30 horas de este miércoles 7 de noviembre, los datos ya mostraban que los estadounidenses han escogido un Congreso con más mujeres y más diversidad racial y religiosa que nunca.
A esa hora el resultado que se mostraba eran de 206 escaños para los demócratas por 189 los republicanos, lo cual reflejaba las proyecciones de los principales medios del mundo que seguían minuto a minuto los comicios. El País, por ejemplo, con su corresponsal en Washington, Amanda Mars, dejaba leer: «Las primeras proyecciones de las elecciones legislativas apuntan a que el Partido Demócrata ha recuperado este martes el control de la Cámara de Representantes de Estados Unidos tras ocho años de mayoría republicana y deja debilitado lo que queda de mandato de Donald Trump».
Un análisis de Huffingtonpost el propio martes electoral daba cuenta de que los analistas “creen que muchos de los votantes que apoyaron a Trump y a los republicanos en el 2016, no votarán en esta ocasión o votarán por los demócratas” También habían comentado que el número de votantes demócratas sería inusualmente alto y que como resultado, las posibilidades de que los demócratas ganarán el control de la Cámara de Representantes, eran amplias.
En estas elecciones, el Congreso renovaba sus 435 sillas y el revés de los republicanos los deja con 215 de ellas, 20 menos que las logradas en el 2016.
Esta victoria le permite los demócratas estar monitoreando el poder del presidente y les daría la potestad de lanzar varias investigaciones posiblemente perjudiciales para la actual administración. También podrían pesquisar las prácticas comerciales sombrías del imperio de marca y bienes raíces del inquilino de la Casa Blanca, que actualmente es supervisado por sus hijos. Tendrían, además, la posibilidad de iniciar un proceso de impeachment en contra del presidente. Y lógicamente estaría por ver el impacto que este suceso tendrá sobre la agenda del presidente en temas como el migratorio.
El dominio del Congreso significa también que los demócratas determinarán toda la legislación de los próximos dos años, aunque Trump podría vetar cualquier medida antes de que se convierta en ley, pues el Congreso puede superar este veto con dos tercios de los votos. En lo que sí se traduce este resultado es en un una señal de debilitamiento de las posibilidades de Trump con vistas a su reelección en el 2020.
Para los Republicanos mantener la mayoría del Senado incluye aspectos tales como continuar aprobando los nombramientos judiciales tan conservadores de Trump y obstaculizar cualquier intento de juicio político contra este, pues para ese propósito se necesita la convicción del Senado y con una mayoría republicana en la conocida como Cámara alta no sería matemáticamente posible, porque para enjuiciar a Donald Trump se necesitan las dos terceras partes del voto de los 100 senadores, es decir 67 de estos. Hoy los demócratas no cuentan ni con los curules suficientes ni con el apoyo de los republicanos para poder lograrlo.
Pero lo cierto es que la mayoría de los especialistas tanto a lo interno de Estados Unidos como en el exterior vieron, y con mucho tino, que estas elecciones expresaban un referéndum para el mandatario estadounidense. Visto así, Trump acaba de sufrir su primera derrota electoral.
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