A juzgar por la descripción del lector, y por las fotografías que adjunta en su carta electrónica, podría pensarse que se trata de un lugar monte adentro, alejado del corazón de cualquier ciudad. Pero la barriada sobre la que escribe Adalberto Luna, jubilado de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y vecino del edificio No. 3 en el Camino del Rastro, queda solo a unas pocas cuadras del Centro Histórico de Sancti Spíritus y pertenece, incluso, al Consejo Popular denominado Parque.
“Hay aquí personas negligentes, sin finca ni tierras, que usan las áreas verdes de los edificios para criar animales no domésticos. También, quienes crían a los perros en la calle y no en su casa. Si miras con mala cara al perro te tienes que fajar, y los caballos, como pueden ver en una de las fotos, pastan encima de la cisterna”, apunta el remitente.
No es mentira que entre caballos, chivos, perros y aves de corral la vida en los hogares de aquella barriada, próxima al matadero Víctor Ibarra y limítrofe con la Delegación de Recursos Hidráulicos, se hace insostenible. Escambray visitó el lugar y comprobó lo expuesto. En el horario de la visita —era mediodía— la proliferación de animales no era tanta, pero las madres de dos bebés pequeños, una señora de avanzada edad y el abuelo de un recién nacido confirmaron que a los animales solo les falta subir las escaleras de los cinco edificios del lugar, construidos en la década del ’90.
“Hemos recogido excremento de caballos y chivos ahí, en el pasillo; hace dos o tres días que los chivos no se ven, pero pueden aparecer en cualquier momento, porque su dueño no atiende a los pedidos nuestros”, refería la señora.
A todo ello se añade una situación incluso más perjudicial, y es la obstrucción de los sistemas de alcantarillado, inoperantes luego de que se sumaran a las viviendas que vertían en ellos otras 90 casas de edificaciones biplantas, cercanas al lugar y ubicadas por detrás de la loma de Punto Fijo, según refirió el coordinador de la Zona No. 139 de los CDR.
Cuentan que en los techos de dichas casas crían cerdos, que por las tardes en el área de edificios se puede tropezar lo mismo con las bestias que con los carretones de los que tiran durante el día; que entre ladridos de perros, mal olor y jolgorio por la cerveza del punto de venta situado allí se torna difícil descansar.
Pero lo más alarmante es, sin duda, la amenaza de infección o epidemia derivada de la presencia de aguas fétidas que brotan de registros de alcantarillado totalmente en colapso desde hace más de un mes. Dichas aguas corren, incluso, por un costado de la cisterna comunal.
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