El General de Ejército Raúl Castro Ruz recorrió este domingo, día de elecciones generales, varios lugares de interés económico y social del santiaguero municipio
Había que ser muy optimista para imaginar, en el lejano marzo de 1958, que en aquel lomerío plagado de miserias, a donde llegó un grupo de guerrilleros comandado por Raúl Castro Ruz para iniciar una nueva fase de la guerra, podía nacer y, más aún, desarrollarse una comunidad digna como la que este domingo de elecciones generales en la Isla recorrió el Presidente cubano.
«Y pensar que cuando llegamos esto parecía una aldea», dijo en una ocasión mientras caminaba el centro del pueblo, como rememorando los días en que por orden del Comandante en Jefe partió de la Sierra Maestra para fundar el Segundo Frente Frank País.
De esos tiempos no queda aquí nada más que la proverbial epopeya que parece respirarse a cada paso. En cualquier esquina aparece alguien que vivió los desmanes de aquella época oscura y que con la llegada de los barbudos se sumó a la definitiva liberación. Sus habitantes conocen la historia de memoria y no olvidan. Saben que la Revolución los ubicó en el mapa del país, y por eso cuando el General de Ejército caminó buena parte del centro del pueblo lo acompañaron para darle gracias por la obra allí construida, obra nacida, precisamente, del optimismo de aquellos jóvenes valientes que llegaron sin nada y lo hicieron todo.
De tal manera, el recorrido incluyó lugares tan diversos y modernos como una panadería–dulcería, a punto de abrir sus puertas para ofertar productos de altísima calidad y a bajos precios; un restaurante italiano que en las noches se convierte en centro recreativo con capacidad para más de 60 personas; la cafetería con un buró de reservaciones para el campismo popular en toda Cuba; un cuidadísimo terreno de pelota y una fábrica de exquisitos helados de frutas naturales que produce diariamente en un turno de ocho horas de trabajo más de mil galones.
Allí donde antes de la Revolución solo se compartía la miseria, se levanta ahora el moderno hotel de naturaleza Segundo Frente, a escasos dos kilómetros del centro del pueblo. A pie de obra estuvo Raúl este domingo compartiendo con más de 70 constructores holguineros que se han comprometido en terminarlo para el próximo 15 de julio.
Según explicó Manuel Marrero Cruz, titular de Turismo, sus 41 habitaciones se construirán con madera, respetando el ambiente y la geografía del lugar. Precisó que este tipo de turismo alcanza cada día mayor demanda por lo que el sitio escogido, además de toda la historia que atesora, brindará grandes posibilidades para el desarrollo del municipio.
Un día especial como el de este domingo tenía que reservar otras sorpresas también únicas. Y estas las trajo la compañía infantil de teatro La Colmenita que esperó a que el General de Ejército llegara al cine Los Andes para colmarlo con el amor de los niños, el más puro de todos. Allí hicieron fiesta con sus canciones, con la obra La Cucarachita Martina y con la energía de quienes llevaban varios días desandando los barrios más humildes de Santiago.
A Raúl se le veía feliz entre los niños del Segundo Frente, a algunos los cargó, a otros los embulló para que fueran a bailar al escenario, hubo quien tuvo el privilegio, incluso, de lucir su gorra de cuatro estrellas. Se tomó fotos con todo el que lo quiso, aunque no salió a bailar con ellos porque, según confió, Vilma intentó enseñarle pero no lo logró.
Luego les dijo: «Hemos recorrido un largo y difícil camino, lo hemos hecho honrosamente con nuestro pueblo, para que nuestros niños, de ahora y del futuro, sean felices».
Fue un mañana hermosa en el lomerío, que no pudo tener mejor final que el minuto de silencio y las flores que llevó a sus hermanos caídos del Segundo Frente, esos que no están ni olvidados ni muertos. Y, claro está, el tributo a su compañera en la vida y en la lucha, la legendaria Vilma, a quien como siempre llevó flores blancas.
Pero esta vez, antes de llegar a la piedra que resguarda sus cenizas, se agachó, recogió una pequeña flor silvestre, –de las que llaman diez del día–, y la colocó al lado de la regia rosa blanca, como símbolo de aquel amor sencillo que germinó, precisamente, en la fértil tierra del Segundo Frente, donde 60 años después sigue renaciendo la vida.
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