Sorprende la evocación preñada de llaneza de Gustavo Rojas Reyes, hermano de dos mártires de la Revolución en Cabaiguán (*), cuando habla de su vínculo con Playa Girón y Fidel Castro, antes y durante el enfrentamiento a la invasión mercenaria en abril de 1961, porque su camino revolucionario incluye el clandestinaje, el Ejército Rebelde, Girón, la Lucha Contra Bandidos y la Crisis de Octubre del 62, episodios que lo fueron curtiendo.
“Yo fui de la guardia personal de Fidel —recuerda—. La guarnición nuestra estaba en el edificio del Estado Mayor de las FAR, a un costado de la Plaza de la Revolución José Martí, en La Habana. Como se conoce, la actividad del Comandante en Jefe era enorme en aquellos tiempos.
“Custodiábamos los lugares donde él iba a dormir y cualquier sitio a que acudiera. En sus frecuentes comparecencias ante la prensa y en la televisión, allí estábamos un servidor y otros compañeros. Nos ocupábamos también de la protección del edificio del EE. MM., donde radicaban una oficina del INRA y dos locales que tenían allí Fidel y Celia Sánchez”.
ESTALLA EL MAREMÁGNUM
Realmente, Gustavo no pensó nunca que alguien con su responsabilidad tuviera que marchar como soldado de filas en caso de invasión, pero la realidad es muy terca. “Cuando el ataque a los aeropuertos el 15 de abril de 1961, estaba yo de guardia en la antiaérea y vimos pasar dos aviones temprano en la mañana, pero no les dimos mayor importancia. Y cuando se da la alarma, enseguida cogimos las armas, pero no pasó más ninguno.
“El 16 de abril nos toca hacer guardia en la tribuna improvisada en 23 y 12, donde Fidel despide el duelo de los caídos en Ciudad Libertad, proclama el carácter socialista de la Revolución y da la alarma de combate para todas las unidades del Ejército Rebelde, las milicias y demás cuerpos armados. Ese mismo día sale para Trinidad —que era uno de los posibles lugares del desembarco enemigo—, una compañía de bazucas al mando del capitán Valle, que había sido jefe de la escolta del Comandante en Jefe.
“Al otro día, estando nosotros de guarnición, se da, antes de amanecer, la alarma de combate. En aquel edificio se armó un corre corre tremendo, con la gente reclamando que encendieran la luz, lo que en tales circunstancias estaba prohibido. Salimos con las armas y nos mandaron a formar en la explanada; nosotros tuvimos fusiles FAL hasta esos días, pero para ir a Girón nos dieron metralletas checas M-25 y bazucas. Yo era bazuquero y conmigo iba mi ayudante que llevaba a la espalda dos cohetes”.
EN MEDIO DEL FUEGO
“Todavía oscuro, sale la primera compañía para Girón. Como a las ocho y pico o nueve de la mañana le sigue la Compañía 2. La mía, que era la tercera, partió a continuación. Fuimos por la Vía Blanca hasta Matanzas y de allí a Jovellanos, donde estuvimos detenidos todo el día. Ya el mismo 17 de abril cayeron heridos dos compañeros nuestros a los que llevaron para Jovellanos, y un tercero, para Colón.
“El 18 temprano continuamos para Girón. Cuando pasamos La Boca, hicimos un alto y ahí empezaron a pasar los tanques. Serían las 9 de la mañana cuando nos situamos cerca de Soplillar; allí había algún fuego entre unidades nuestras y paracaidistas enemigos.
Nosotros seguimos al poco rato rumbo a Playa Larga. Pero primero nos reorganizamos y una parte de la Columna 1 continuamos con Harold Ferrer. Ya por la noche cogimos un terraplén, no recuerdo si era hacia Cayo Ramona u otro lugar cercano, pero lo cierto es que hubo dos o tres tiroteos fuertes a vanguardia. Nosotros no llegamos a Playa Larga, donde se combatió más duro, porque nos desviamos hacia la izquierda por un terraplén antes de llegar allá y nos dirigimos a la carretera que va de San Blas a Playa Girón. Allí cerquita de Girón tuvimos los primeros combates.
“Eso sería pasadas las 12 de la noche del 18 al 19 de abril. Ahí tiré los primeros bazucazos contra posiciones de los mercenarios, nidos de ametralladora, etc. Allí avanzó primero nuestra infantería; luego los tanques, que llegaron por San Blas, y detrás íbamos nosotros”.
LA ÚLTIMA GUARIDA MERCENARIA
La entrada en el perímetro de Playa Girón la propia tarde del 19 de abril fue algo para no olvidar. El Chino Rojas lo describe así: “De tiroteo en tiroteo llegamos a Girón. Aquello era una locura; gente corriendo de un lado a otro, los mercenarios como locos, unos tratando de reembarcarse y la gente nuestra y los tanques en la orilla, disparando hacia el mar con todas las armas. Todo en derredor lleno de escombros, de armas y pertrechos abandonados en su huida por aquellos individuos que venían a reinstaurar en Cuba, a sangre y fuego, el régimen depuesto.
“Pasaron tantas cosas aquella tarde y se hizo de noche enseguida… Nosotros dormimos allí como pudimos y el 20 por la mañana salimos a capturar mercenarios por los montes de la zona. El 21 ya teníamos bastantes prisioneros capturados y en uno de los grupos vimos a dos de aquí de Cabaiguán. Uno llamó especialmente mi atención. Era Segundo Borges, quien había sido alcalde de mi pueblo y gobernador de Las Villas.
“Cuando lo vi allí, no me pude contener y le grité: “Segundo Borges, que clase de fusilá te vamos a dar, igual que a Mirabal (*), pero la Revolución fue magnánima y no lo sometió a un castigo severo. De ahí salimos para Playa Larga y cuando llegamos allá, nos encontramos con Fidel”.
ESTAMPAS PARA LA LEYENDA
Cuando Rojas llega a las inmediaciones de Playa Larga formando parte de la Columna 1 del Ejército Rebelde, fue una gran alegría mutua el encuentro con el Comandante, que la había creado y dirigido en la Sierra Maestra. Confluyó también en ese punto una compañía de milicias de Guanabacoa y, refiere el veterano luchador: “Toda esa gente salimos por la orilla de la costa a pie. De donde partimos a donde estaba varado el Houston, son como 15 kilómetros, aunque parecía que estaba ahí mismo.
“Al poco rato nos alcanzaron los tanques y Fidel subió a un T-34 en medio de unas uvas de caleta enormes. El tanque avanza, avanza, avanza y en un lugar que le pareció propicio, Fidel dijo: ‘¡Aguanta aquí!’ Y le tira al barco de los mercenarios, pero el proyectil cayó corto y entonces el Comandante mandó al SAU-100 a que se adelantara, se bajó del T-34 y se pasó para el SAU, avanzó con él cerca de dos kilómetros y vuelve a tirar, esta vez con el cañón de 100 milímetros del blindado. En el barco se produjo una explosión enorme y se elevó una columna de humo y llamas hasta las nubes.
“A pesar de la distancia, sentimos que la onda expansiva de la explosión nos golpeaba. Ahí es cuando él se tira del blindado y parecía un niño de la alegría. Los brincos que daba eran de este tamaño —el Chino señala—. ‘¡Arriba, muchachos, que esto no lo vamos a ver más nunca!’, gritó Fidel.
“En el barco había parte de un batallón mercenario porque los demás se habían lanzado a nado hacia la costa o abordaron lanchas para otros lugares, tratando de escapar. Aquellos fueron momentos inolvidables que, todavía hoy a 57 años, uno recuerda y como que se eriza”, rememora Gustavo Rojas Reyes, quien los privilegia entre su tesoro de vivencias.
(*) Rogelio Rojas Reyes apareció ahorcado por esbirros de la tiranía el 9 de diciembre de 1957 en la finca Paraíso, aledaña a Cabaiguán. Su hermano Manuel Mariano perece el 31 de enero de 1959, en Managua, Habana, donde estaba de servicio activo, víctima de un tiro escapado.
(**) Borges era un politiquero a quien se acusó en 1959 de estar implicado en crímenes como la masacre de La Llorona, en Cabaiguán, pero logró escapar a EE.UU. Capturado en Girón, la magnanimidad de la Revolución le conservó la vida.
Cosas como esta deben tratar de publicarse todos los días, es una manera de trasladar a las nuevas generaciones, cuanto nos ha costado lo que tenemos y con que saña lo hemos defendido, resaltar lo valores de quienes lo han dado todo es una forma de reafirmar nuestras convicciones revolucionarias, para Gustavo Rojas Reyes mucha vida que esa familia lo merece por la cuota de sangre y sacrificio aportados a n ustras contiendas…