El hecho de que la cosecha esté muy por debajo de la anterior es expresión de los impactos en el cultivo, inicialmente de la sequía en el momento de la floración y, después, del huracán
Cuando en septiembre pasado el huracán Irma impactó sobre el territorio espirituano, todavía la provincia estaba lejos de que lloviera café en el campo. Pero, más allá de la negativa influencia del ciclón y de los últimos eventos de sequía, puede afirmarse que la recuperación del cultivo transitaba por el mejor momento después de iniciado hace algunos años el programa de recuperación.
Es cierto que ese esquema de transformación logró sacar al cultivo del agudo deterioro en que había caído durante la crisis de los años 90. La entrega de tierra en usufructo, el mejor aseguramiento de recursos básicos, la mayor eficacia en el enfrentamiento a la enfermedad de la Broca y la subida de los precios de compra del grano, figura entre los resortes que avivaron los cambios, al punto que fue renovada el 95 por ciento de la plantación.
Se sabe que el café estuvo entre los cultivos más dañados por Irma, no solo porque las pérdidas del grano se estimaron en unas 70 toneladas y de las dos especies: arábica y robusta. La primera, que es la de calidad exportable, cargó con la peor parte.
También la sombra quedó muy herida, sobre todo en Fomento, donde se perdieron muchas matas en desarrollo y en plena vida productiva. La afectación no terminó cuando se alejó el huracán porque, según productores y especialistas, plantas que entonces quedaron en pie se han ido secando en los meses posteriores.
El hecho de que la cosecha 2017-2018 esté muy por debajo de la anterior es expresión de los impactos en el cultivo, inicialmente de la sequía en el momento de la floración y, después, del huracán. La anterior recolección fue la mejor de los últimos 12 años con una entrega de casi 288 toneladas de café oro.
Sin menospreciar en lo más mínimo los golpes de la naturaleza, cabe decir que los cafetales espirituanos no acaban de dar el salto que la economía y los consumidores esperan. Es cierto que Sancti Spíritus decide muy poco en la producción nacional de café
—aporta alrededor del 2 por ciento— y sí tiene mayor influencia en el aspecto de la calidad; pero se trata de que el país importa buena parte del producto para cubrir la demanda interna y ese renglón es el sostén económico de muchas familias serranas.
Para que despegue el cafetal, obligatoriamente habrá que elevar el rendimiento agrícola. Como punto de referencia, baste decir que Vietnam, un país al que Cuba transmitió conocimientos en décadas pasadas, según directivos del sector en el territorio logra índices de 4 toneladas por hectárea. La provincia situó ese parámetro en la campaña precedente en 0.30 toneladas por hectárea, por cierto, mayor a la media nacional.
El incremento del rendimiento pasará por superar debilidades que identifican los propios especialistas y entendidos en la materia. Antes de Irma la población de los campos no era la mejor, después, empeoró; de manera que poner en cada área la totalidad de las matas resulta un paso inaplazable y, tal vez, más importante que extender el área del cultivo.
Si a una plantación la han maltratado los sucesivos eventos de sequía es a esta, porque cuando falta la humedad a la hora de la floración, ni hombres, ni recursos ni la voluntad transforman ese impacto, entonces el ciclo vegetativo de un año queda en mangas cortas, como ha sucedido más de una vez.
De cara a la evidente variabilidad climática, a los cafetaleros no les queda otro camino que invertir y procurar arrimar el riego de agua en cada lugar que sea posible si se quiere afianzar el desarrollo y buscar niveles productivos muy superiores a los actuales. Dicho más directo: producir café en medio del cambio climático.
Los responsables del sector a escala agrícola exponen que si no se ha avanzado más no es por falta de capacitación. También admiten que se impone generalizar a todo el universo de productores los resultados de la ciencia y la técnica. Si existen tecnologías probadas en otras regiones del país, ¿qué frena que se generalicen en la provincia? Aun cuando sea uno de los cultivos más favorecidos por la capacitación, se reconoce que algo no ha salido bien o falta por hacer.
Asociado a la entrega de tierra al cultivo llegó personal nuevo proveniente de las más diversas profesiones, de ahí que la composición del sector sea tan variada y un buen productor de café, aseguran los especialistas, no se forma en tres días.
La recuperación del cafetal implica —además de borrar las huellas de Irma— saltar sobre el tradicionalismo que prevalece en muchas zonas a la hora de introducir los resultados técnicos y apurar el programa de desarrollo que le fija al territorio, a la vuelta de pocos años, llevar la producción al entorno de las 600 toneladas. La cosecha que recién concluye está en el orden de las 105 toneladas.
Detrás de la deuda del café, aparecen también necesidades por resolver como las tijeras de poda, motosierras para humanizar más la regulación de la sombra, atender los caminos del lomerío y una acción que no admite el menor de los fallos: cuidar esos brazos que quedan en la montaña para que la falta de fuerza laboral no vuelva a interferir en la recuperación del cultivo.
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