Única de la isla caribeña que conserva el nombre en latín, la ciudad del Espíritu Santo disfruta la mayoría de edad al arribar este 4 de junio a sus 504 años de fundada.
El primer emplazamiento de la villa sobre la ribera derecha del río Tuinucú, cercano al lugar conocido por Loma o Cayo de la Iglesia, debió suceder el domingo 4 de junio de 1514, Día de Pentecostés.
Ese día la actividad litúrgica fue dirigida por el fraile dominico Bartolomé de las Casas, aseguran investigadores. Manuel Martínez-Moles, reconocido historiador, demostró en su artículo Fundadores de Sancti Spíritus que la creación de la villa no ocurrió en 1515, ni en la segunda mitad de 1514, sino en la primera mitad de este último año.
En 1522 la ciudad estaba asentada en las márgenes del río Yayabo, traslado que la tradición oral achacó a que una plaga de hormigas bravas o bibijaguas horadaba el ombligo de los recién nacidos, causándoles la muerte.
Para los entendidos la causa fue, en cambio, el agotamiento de las tierras y la imperiosa necesidad de buscar nuevos sitios con mayor cantidad de oro y mano de obra aborigen.
POR QUIÉN DOBLAN LAS CAMPANAS
La colonial localidad exhibe desde hace cuatro años cinco alegóricas campanas, que permiten parodiar el título de una de las obras del escritor norteamericano Ernest Hemingway, aunque las aludidas no emitan sonido alguno.
En la calle que conduce a la Iglesia Parroquial Mayor (Monumento Nacional), así como a otros sitios del centro histórico urbano, se erigen estas obras que realzan el entorno.
La cuarta de las siete primeras villas fundadas por el Adelantado Diego Velázquez de Cuéllar posee un espacio –en la calle Honorato– que recuerda con cinco grandes campanas la historia recorrida desde aquel 4 de junio de 1514 hasta 2014, fecha en que Sancti Spíritus cumplió 500 años.
Cada una de ellas recoge 100 años, es decir la primera abarca de 1514 a 1614 y así sucesivamente hasta completar los cinco siglos de vida de esta urbe, a unos 350 kilómetros al este de La Habana.
Ahora con cuatro años más sobre sus hombros pueden admirarse estas campanas, que semejan el color del bronce y donde sobresale en el frente el escudo de la ciudad.
Allí aparecen una paloma con sus alas extendidas, cuatro banderas cubanas, las letras N y S y el lema Mi lealtad acrisolada; en el borde inferior la frase: Testigo del Tiempo.
Este lema hace referencia a la fidelidad mantenida por el Ayuntamiento a España, cuando en 1762 los ingleses tomaron La Habana, mientras que la paloma representa el Espíritu Santo.
La denominada Calle de las campanas –aledaña al céntrico bulevar espirituano–, con varios bancos, faroles y macetas con plantas ornamentales, es un pequeño espacio prohibido al tránsito vehicular.
Sancti Spíritus, conocida además como la Ciudad del Yayabo por el nombre del río que la atraviesa; y también por la Ciudad de los Murales, tiene una singular vía donde predominan las campanas, que doblan por el cumpleaños 504 de la villa.
EL SIMPÁTICO GÜIJE
El güije es un personaje intrínsecamente ligado a los mitos y leyendas de esta urbe. Cuentan que estos pequeños seres, juguetones y pícaros, de color de ébano, habitan en charcos, lagunas y ríos.
La imaginación de los espirituanos sitúa al güije en las aguas del río Yayabo, mientras que algunos estudiosos atribuyen el nacimiento de este vivaz personaje, a quien a veces también se denomina jigüe o chichiricú, a la creatividad de los aborígenes.
Así surgieron estos seres equivalentes a los duendes que aparecían y desaparecían entre las arcadas del puente sobre el río Yayabo –Monumento Nacional y único de su tipo en Cuba– o sonaban cadenas en las noches de luna llena por las calles empedradas.
Narran los amantes de la tradición que los güijes hacían un sinnúmero de diabluras y con ellas asustaban a quienes transitaban por ese viejo puente, cuya fortaleza la tradición oral atribuye a la leche de burra o de vaca incorporada a la mezcla usada.
Entre las numerosas leyendas surge la relacionada con un güije que deambula por un túnel y sale por el presbiterio de la Iglesia Parroquial Mayor.
Juan Rodríguez Paz, El Monje, quien falleció en 1995 y fue uno de los pintores primitivos más reconocidos del país, trascendió por sus plumillas colmadas de güijes y duendes.
ATAQUES DE CORSARIOS Y PIRATAS
Si bien lo del güije no pasa de ser mito o leyenda, los ataques de corsarios y piratas a esta ciudad son tangibles.
Sancti Spíritus está bastante lejos del mar, lo que no impidió que la ciudad fuera asaltada por piratas y corsarios durante los siglos XVI y XVII, al igual que Trinidad (Patrimonio Cultural de la Humanidad).
La tradición y los textos recogen que en 1584 y más tarde en 1665, 1667 y 1719, la villa del Yayabo fue asaltada con el objetivo de saquearla.
Así, este tipo de bandidos se llevaron de la iglesia los ornamentos y vasos sagrados, y con ellos un gallo de oro donado por Don Pedro Pérez de Corcha, que estaba en el Altar Mayor.
El 20 de agosto de 1667 intentaron un nuevo ataque, que les resultó fallido e incluso realizaron un postrer intento, esta vez el 13 de diciembre de 1719, que también fue repelido.
Altanera, con una mezcla de modernidad y antigua hidalguía, marcha la ciudad de Sancti Spíritus hacia el aniversario 504 de fundada, orgullosa de sus serpenteantes calles empedradas, sus aceras estrechas y su soberbio puente sobre el río Yayabo.
Investigadores espirituanos hemos demostrado que el sitio fundacional de la villa en 1514 nunca estuvo vinculado al rio Tuinicú, Sancti Spíritus tuvo su primer asentamiento en la margen izquierda del arroyo Pueblo Viejo, antiguo Cuyujies -nombre de origen aruaco- , hoy se conoce como Puente de Palo y es un afluente del río Yayabo, por lo tanto desde su fundación siembre estuvo asociada a este río.