Escambray recorre varias bodegas en la ciudad cabecera y comprueba que la falta de prioridades financieras —y hasta de desidia en algunos casos— no ha permitido resolver su desfavorable situación constructiva
Cuando uno aprecia el estado en que se encuentran varias bodegas de la provincia espirituana y lo compara con la imagen confortable y renovada de las unidades gastronómicas que pertenecen al mismo sector, nota que la diferencia es muy marcada.
Digo esto para llamar la atención sobre un tema que, aunque pueda parecer simple, se hace complejo cuando analizamos que, dentro de esos inmuebles que están a punto de derrumbe, con techos ahuecados y apuntalados, pisos hundidos, llenos de humedad y hasta fetidez, permanecen almacenadas las mercancías que adquirimos como parte de la canasta básica.
Dichas estructuras que agrupan no solo las bodegas, la casilla o el punto de venta de la leche, sino también a los supermercados, mercados industriales, las petroleras y otras, precisan desde hace años de una mayor atención, pues los problemas de hoy son el reflejo de la dejadez y la falta de acción sistemática y abarcadora para resolver definitivamente el mal que los aqueja.
Escambray recorre varios de estos centros radicados en la ciudad cabecera y comprueba que la falta de prioridades financieras —y hasta de desidia en algunos casos— no ha permitido resolver esta desfavorable situación, sobre todo en aquellos que presentan tipologías constructivas que datan de la etapa colonial.
Así se encuentran La Unión, La Libertadora y La Madrileña, ubicadas en la zona de Colón, en las cuales resulta casi imposible prestar el servicio, debido al pésimo estado constructivo que afecta, incluso, la conservación de las mercancías de la canasta básica, sin que los administradores cuenten con los medios para su protección.
En esta balanza de irregularidades colocamos además otras bodegas, a las que sí le asignaron algunos recursos para mejorarlas constructivamente, como la situada en el Reparto 26 de Julio, donde hace un año impermeabilizaron parte de la cubierta, pero al no concluir las labores continúan dañándoseles los productos que luego se venden así a la población; también otras que recibieron determinados beneficios, como el cambio de una puerta o ventana, pero siguen en espera de arreglos en otras partes del local.
Ejemplos similares existen en diversos puntos de la geografía espirituana, dado que el territorio, en menos de un año, sufrió los daños del huracán, primero, y de las intensas lluvias, después, lo cual provocó un negativo impacto en los establecimientos comerciales.
Según resume el documento del Balance de la Gestión del Grupo Empresarial de Comercio correspondiente al 2017, el mal estado constructivo de muchas unidades del sector y la necesidad de adquirir equipos de frio para la conservación de los alimentos figuran entre los principales planteamientos de la población; aunque el propio informe contempla que en este período se ejecutó el ciento por ciento del presupuesto aprobado para reparación y mantenimiento.
Solo que las cifras destinadas a dicha partida aún resultan insuficientes para abarcar la mayoría de los problemas acumulados, atendiendo a que el número de bodegas de la provincia (594) casi duplica el total de centros de la Gastronomía (279), sin contar la existencia de 12 mercados Ideal, 127 casillas, 11 tiendas destinadas a la venta de materiales de la construcción y 64 mercados industriales. Precisamente por eso es que, al hacerse el desglose de las finanzas para uno y otro programa, la romana debe inclinarse por los del Comercio, que son los más afectados.
Representantes del Grupo Empresarial en Sancti Spíritus al frente de la esfera de Inversión y Desarrollo aseguran que entre el 2017 y lo que va del actual año se han realizado acciones constructivas en 134 inmuebles del territorio, con destaque para los supermercados de Olivos I, II y el del Camino de La Habana, todos de la ciudad cabecera, donde la cuantía dispuesta superó los 3 millones de pesos, al incluirse la compra de equipos de climatización, pesas digitales, freezers y televisores, lo cual fue posible por el apoyo del Gobierno mediante el aporte territorial del uno por ciento para el desarrollo local.
No obstante, llamo la atención sobre aquellas bodegas que continúan a la espera de una reparación, como algunas del Centro Histórico de la villa o las del barrio de Colón y Jesús María, que si no se atienden pasarán a una peor situación: la del derrumbe. ¿Se ha comprobado oportunamente bajo qué condiciones se almacenan los alimentos de la canasta básica familiar en las unidades afectadas? ¿Por qué los administradores insisten para que los clientes adquieran las mercancías en cuanto llegan a la unidad?
Basta visitar el interior de los inmuebles en mal estado para ver que las estibas de arroz, azúcar, granos y otros productos están expuestas a la humedad, las termitas y la presencia de roedores; incluso, a la pérdida, si en ausencia de los trabajadores comienza a llover o se desploma el pedazo de techo que precisa ser reparado. Entonces el daño sería mayor, porque deja desprotegido al consumidor, el eslabón más vulnerable de esta cadena.
Es parte de de las consecuencias que acarrea el sistema de casi monopolio estatal sobre la distribución de alimentos y cada aspecto de la economía que obliga al gobierno desde producir una croqueta hasta vender el papel sanitario teniendo que sostener una enorme burocracia que solo produce modelos e informes..Así es imposible ser eficiente
He vivido en Cuba, mi segunda Patria de julio de 1970 a noviembre de 1979, y precisamente en Sancti Spíritus de 1975 a 1979, donde he trabajado en lça Ecoa y en el Periodico Escambray. ! Lo que he visto en esta pagina sobre las bodegas es um isulto al Pueblo espirituano y a la Revolución como un todo !? Donde están los responsables ? ? Espera-se una contunde respuesta de los organos púiblicos, verdad ?.! No basta hacer la critica, tiene que existir un acompañamiento de la materia ! Desde Brasil, el lector fiel de Escambray, Carlos Alberto de Freitas.