La limpieza en la mirada vale más y así anduvieron Sancti Spíritus y Cuba este domingo con la genuina voluntad del pueblo como bandera
Pedro Jiménez de la Rosa, abuelo de la espirituana Elvira Domínguez, murió hace años de dolasma y calentura; en idioma guajiro de la época de la seudorrepública, dolores y fiebres altas de no sabe aún qué extraña enfermedad. Para entonces las medicinas llegaban solo en promesas de campañas electorales,custodiadas por soldados de espuelas y polainas hasta la rodilla.
A este pasado no se le puede echar tierra encima; la septuagenaria Elvira vive convencida de ello. Armada de esas razones, votó este 11 de marzo por la Cuba que dio tamaño a sus hijos y nietos.
A ciencia cierta, Sancti Spíritus acompañó a Elvira en el voto unido de esta última etapa de los comicios generales para el que estaban convocados unos 366 mil electores del territorio. Campesinos de varios confines bajaron el pie del estribo del caballo y llegaron a los colegios al clarear la mañana. Maestros, estudiantes y dirigentes de todas partes asistieron a este ejercicio de democracia, cuyo escudo fue su transparencia.
En día de brisa fresca, la gente acudió a las urnas sin sobresaltos, sin rifles apostados. Aunque sí hubo tiros errados de los enemigos de la Revolución, los que por estos días engrasaron aún más la maquinaria mediática para tergiversar la democracia cubana. Pero estas fueron elecciones autóctonas y extraordinariamente democráticas, sin intereses trasnacionales, sin el dinero corriendo, sin engañar a la gente, manifestó tras el acto de votación el canciller Bruno Rodríguez Parrilla.
La limpieza en la mirada vale más y así anduvieron Sancti Spíritus y Cuba este domingo con la genuina voluntad del pueblo como bandera.
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