Desde que los vientos huracanados de Irma y las lluvias que el fenómeno meteorológico trajo consigo cesaron, a las principales áreas protegidas de la provincia, donde conviven valiosas especies de la flora y la fauna cubanas —algunas endémicas de esta región—, llegaron, como abejas a su colmena, enjambres de hombres que revisarían los bosques de punta a cabo.
Yo me quedo con la tabla de palma (+fotos)
Emplean en Sancti Spíritus la madera afectada por Irma para levantar viviendas (+fotos)
Donde las palmas se levantan como casas (+ fotos)
Se emprendía así una evaluación de los daños que correría a cargo de especialistas de la rama forestal del país, el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, el Servicio Estatal Forestal y las empresas Flora y Fauna y Agroforestal en este territorio, junto al Cuerpo de Guardabosques. El principal objetivo era cuantificar los recursos maderables que permanecían en tierra o habían quedado colgando de ramas maltrechas, un daño que llegó a abarcar aproximadamente el 70 por ciento de las arboledas.
Poco después los mismos, en un acto sin precedentes en la historia de la provincia, serían destinados, en su inmensa mayoría, a la construcción de casas de tabla de palma, aunque se emplearon también maderas de otras especies. Esos hogares salvarían la suerte de centenares de familias damnificadas y no solo por el nuevo techo con sus respectivas paredes, sino además por el valor añadido de ventajas adicionales que representan seguridad y hasta confort en algunos caseríos.
De acuerdo con las valoraciones del Teniente Coronel José Manuel Pérez González, jefe del Cuerpo de Guardabosques en Sancti Spíritus, la intensidad del trabajo de protección de animales y plantas que habitan en esos lugares arreció desde mucho antes de que la furia del ciclón barriera la costa norte nuestra e incluso dañara severamente zonas tierra adentro.
Si bien los daños mayores, tanto en flora como en fauna, recayeron sobre las áreas protegidas de Jobo Rosado y el Parque Nacional Caguanes, ambas en Yaguajay, resultaron también azotadas las de Lomas de Banao, Topes de Collante, Piedra Gorda, Lebrije y Tunas de Zaza. De acuerdo con las valoraciones del Teniente Coronel José Manuel Pérez González, jefe del Cuerpo de Guardabosques en Sancti Spíritus, la intensidad del trabajo de protección de animales y plantas que habitan en esos lugares arreció desde mucho antes de que la furia del ciclón barriera la costa norte nuestra e incluso dañara severamente zonas tierra adentro. En el 2017, asegura, la aplicación del Decreto 268 de la Ley No. 85, sobre la protección de los recursos forestales, sirvió de soporte a una menor imposición de multas en relación con el período precedente.
Ello significa que se suprimieron, a base de esfuerzo conjunto, causas y condiciones que propician que alguien emprenda la tala de árboles sin previa autorización y se apropie de la madera, con fines de uso personal o de comercialización para su propio lucro. O que sustraiga ilegalmente de su hábitat natural especies vivas, con lo cual se limitan sus posibilidades de procreación y, consecuentemente, se reducen las poblaciones de las mismas.
La etapa posterior a Irma aglutinó, en un esfuerzo poco usual, a las jefaturas de las fuerzas especializadas en el resguardo de los bosques en las provincias de Sancti Spíritus, Villa Clara y Cienfuegos, a fin de erradicar algunos vestigios de transgresiones como las antes mencionadas que se consumaban en los bosques de fronteras comunes, por tratarse de lugares intrincados.
A pesar de todo ello, de septiembre a la fecha se ha procesado por los delitos de Daños y Receptación, fundamentalmente, a ocho ciudadanos, tres de los cuales ya fueron sancionados; amén de multas y medidas administrativas en aquellas entidades cuyo personal incurrió en las violaciones relacionadas con la extracción ilícita de madera cual si se tratase de un bien personal.
La avalancha de lluvias asociadas a Irma permitió mantener mojados o húmedos los suelos por largo tiempo. Ello se ha traducido en menos riesgos de incendios de la vegetación muerta que permaneció en las áreas boscosas, factor más que conveniente para una etapa crítica en este tipo de hechos (meses de enero a mayo). Pero el factor principal quedó suprimido en buena medida, al retirarse enormes cúmulos de vegetación —troncos y grandes ramas— que de otra forma se habrían convertido en material combustible.
Hay, como puede verse, un buen trecho andado en el esfuerzo por contar con bosques libres de tala y de caza ilícitas. Pero no está de más la alerta: el cedro, la caoba, el algarrobo o la guacacoa que llegan a manos de alguien, en este último caso procedente de Yaguajay y empleada en la fabricación de abanicos y otras piezas artesanales, pueden ser la evidencia de un acto contra los recursos naturales que estamos llamados a preservar.
Hay, como puede verse, un buen trecho andado en el esfuerzo por contar con bosques libres de tala y de caza ilícitas. Pero no está de más la alerta: el cedro, la caoba, el algarrobo o la guacacoa que llegan a manos de alguien, en este último caso procedente de Yaguajay y empleada en la fabricación de abanicos y otras piezas artesanales, pueden ser la evidencia de un acto contra los recursos naturales que estamos llamados a preservar.
De igual modo, ese negrito, tomeguín, sinsonte o azulejo, e incluso el pichón de cotorra o de catey que adolescentes y niños reclaman para su disfrute no deben provenir nunca de depredadores de la fauna silvestre. De lo contrario estaría haciéndoseles el juego a quienes pretenden y a veces consiguen cazarlos, aves canoras u ornamentales al fin, para hacer dinero con un recurso vivo que nadie tiene el derecho de apropiarse.
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