Las Tunas y Granma lucharán desde este sábado por el título de la Serie Nacional de Béisbol en su versión 57
Cuba abre sus ventanas beisboleras desde hoy con una final inédita y puramente oriental, aunque salpicada, claro está, con los colores de los refuerzos importados.
Es, además, una final impensada para muchos expertos cuando se alistaron las cuatro nóminas finalistas. Pero el terreno, único encargado de desdecir pronósticos y “deseos” mediáticos, llevó hasta esta instancia a los elencos que resultaron, al final, más fieles a la manera de encarar el béisbol y de jugarlo con mejor precisión.
57 SNB: Las Tunas ganó a leña limpia
Play off: Las Tunas desafiará a Granma en inédita final (+fotos)
Play off: Granma de nuevo en la final
Creo, también, que el no gozar del favoritismo de no pocos medios les insufló a ambos elencos una inyección de rebeldía y salieron a defender, más que un puesto en la final, su ego colectivo, su dignidad.
Mucho más en el caso de Granma, cuyo mánager ha hecho notar las heridas causadas por más de una declaración en los medios, que, hasta cierto punto, según él, desecharon lo que debía ser un elemento clave a la hora de hacer pronósticos: el respeto a un elenco que es el actual campeón y que ganó el pasado año con absoluta categoría al destronar 4-0 al mismísimo titular Ciego de Ávila.
Pero están los Aalazanes, otra vez, halados por la mesura y la fuerza de Carlos Martí, ético y caballero como pocos. Ahí están luego de destronar a Matanzas que otra vez se enlodó en sus presiones internas y amarró sus bates en tierra granmense para mostrarse, de nuevo, al margen del mánager que tenga delante, como un equipo en la fase regular y otro disminuido en los play off, aunque vuelva a encaramarse en el podio.
Traen los granmenses para esta final, además de esa redención y su propio título que van a defender a fuerza de galope, un equipo hecho a la medida de estos pleitos, con bateadores eficientes y lanzadores de lujo, dotados del descanso suficiente que les permitió destrozar a los yumurinos 4-1, también imprevisto.
Tendrán frente así a un equipo que entró a la historia de la pelota cubana con su primera presencia en un play off y mucho más en su final. Llega Las Tunas con la adrenalina alta y el ego por el cielo después de desbancar a los favoritos Azules en una semifinal que será recordada por la épica de los orientales, la rivalidad de los dos contendientes y el desenlace de la subserie.
Las Tunas llega con más adrenalina por la exigencia que representó su semifinal definida en siete partidos, algo que puso al elenco más en contexto de play off. El equipo ganó a leña limpia en un “Julio Antonio Mella” delirante y desbordado que acogerá, para su favor, la arrancada de la finalísima.
Frente a Industriales los tuneros jugaron una pelota de altura y pasional. Por eso adelantaron sus intenciones cuando en un Latino compacto comenzaron a esculpir lo que festejan ya como un trono adelantado. Allí le voltearon a Industriales un juego que parecía ganado en los dos últimos capítulos y luego deshicieron el cero jit- cero carreras de Erlis Casanova a falta de tres outs.
No perder la fe en la victoria; esa fue una de las claves del conjunto que remontó tres veces el marcador y también una semifinal que marchaba 2-3 en su contra, cuando llegaron a su terreno, que fue un Latino tunero.
Con esa misma convicción de triunfo y autoridad como equipo encararon el sexto partido, cuando se supieron reponer del cuadrangular de Eriel Sánchez que volteó el marcador en su contra y, con las hachas a cuestas de los hombres que hasta ese instante no habían producido, cayó encima de los envíos de Vladimir García, que lució desconcertado y fue, otra vez, el villano del bullpen azul, tan demacrado como en la fase regular.
Lo del partido del cierre estaba escrito en ambos rostros. Desestresados de los nudos de presión que suelen atar a los debutantes en estas batallas, los tuneros salieron a jugar con Industriales y no contra él; fueron categóricos, aplastantes y convincentes, con un nocaut y lechada de 10-0, mientras sus rivales llevaban las marcas de la derrota con sus manos imprecisas, sus bates congelados y su box maltrecho. De la mano de su ídolo y capitán Yosvani Alarcón, los orientales la emprendieron a leña limpia y jugaron, al decir de Rafael Viñales, como si fuera ese el último partido de su vida.
El equipo dio además una lección de humildad y de defensa a ultranza de una camiseta con Pablo Civil al frente, capaz de nuclear a un elenco donde el batazo no es lo más importante, sino el engranaje colectivo. Solo ello explica que mientras pilares como Alarcón, Viñales (líder en impulsadas con 80) y Jorge Jhonson (líder de bateo con 408), no respondían al madero, otros como Kiala, Larduet y el mismísimo Danel Castro, símbolo irrefutable del béisbol cubano, hacían lo suyo.
Civil inculcó convicción de victoria y confió ilimitadamente en sus mejores hombres, a quienes mantuvo en sus puestos a pesar de la anemia ofensiva. Ellos respondieron con una entrega total en el terreno, donde se revuelcan sus jugadores, aunque el marcador esté 9-0.
No se cerró el malecón, como había anunciado Víctor Mesa, quien, sin embargó, logró hacer soñar en azul y encender el Latino con luces y con público. Mas, al margen de lo competitivo, los play off tunero-industrialista y granmense-matancero remarcaron el sitio donde se aloja el béisbol para los cubanos: el mismísimo corazón.
Pero también en la piel de la identidad nacional, a juzgar por los estadios repletos por dentro y por fuera, por el seguimiento del resto del país que se divide en pedazos entre preferencias y pronósticos, por los fuegos artificiales y un bullicio alucinante de un público que celebró a todo pulmón entre hachas en miniatura, leones de pegatina, cocodrilos en oferta, caballos de otro establo, fiesta de luces y celulares en el graderío, rostros numerados y una pasión exclusiva.
Piensan algunos que por llevar casi el mismo pellejo geográfico regional y porque ya quedó fuera de medallas el equipo mediático, puede faltar “electricidad” entre los finalistas. No lo creo. Puede ser esta una final de batazos, si tenemos en cuenta las nóminas. Apuesto por que Cuba siga destilando béisbol allá donde el sol suele ser más caliente, aun en tiempos invernales.
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