Desde el año 1953 se reconoce el 25 de julio como el Día del Espirituano Ausente y el de la Guayabera
Emigrar desde Sancti Spíritus hacia otro punto de nuestra geografía nacional resulta un fenómeno tan longevo como nuestra propia villa. El arraigo por este terruño siempre ha hecho volver a quienes residen a kilómetros de distancia y retornan con la alegría y añoranza por un reencuentro con familiares, amistades y el propio entorno; momento especial para el abrazo apretado con ese pasado que se empaca en las maletas el día de la partida y te acompaña de por vida.
Precisamente, la historia de la cuarta villa de Cuba recoge que uno de los periodos que siempre propicia ese volver a las raíces, de forma masiva, resulta el mes de julio. Ha sucedido así, desde tiempos remotos, a fin de participar de los festejos del Santiago Espirituano, primero como celebración con carácter religioso para rendir tributo al santo patrón de Santiago de Compostela y, luego, se erigió como la fiesta popular más esperada por las diferentes generaciones.
Por ello, las acciones para honrar al referido santo se transformaron en una diversión pagana con la realización de competencias que medían destrezas en torneos a caballo, palos o cerdos encebados; carreras de vehículos; juegos de participación y empleo de disfraces.
Comparsas, carrozas, presentaciones de las agrupaciones musicales en vivo y la venta de cuanta bebida y comida fuera posible, siempre con el pueblo como protagonista, hicieron que las jornadas del jolgorio fueran noticia para quienes residían en la comarca y fuera de ella.
De acuerdo con documentos históricos, tras el cese de la Guerra Necesaria y como consecuencia de una etapa donde la miseria, la explotación y la pobreza hicieron mella en gran parte de la isla, muchas fueron las personas, residentes en esta región central que apostaron por probar suerte en otros lugares, sobre todo en la capital del país, donde ya se vislumbraba como un punto trascendental para el comercio.
Mas, esa fluctuación de espirituanos se robaba los titulares una vez al año. Según los periódicos de la época, a finales del mes de julio se posicionaban en sus columnas el regreso de muchos de ellos para correr el Santiago Espirituano. Tanto es así que la mayor cobertura mediática tuvo lugar en 1904, cuando el periodista yayabero Modesto Morales Díaz, radicado en La Habana, preparó una expedición en tren para que quienes se sumaran pudieran disfrutar de la fiesta, prevista del 23 al 27 de julio de ese año.
Al tan esperado colectivo se le aguardó en el Paradero Norte de la añeja urbe con toda la algarabía posible para entonces. Incluso, se recuerda que la Orquesta de Don Justo Álvarez interpretó sus mejores melodías. Luego de tan estridente bienvenida, cada uno de los asistentes se sumó a la celebración.
Por supuesto, que ese éxito propició que posteriormente, aunque esculpida por los años de fuertes crisis económicas, las expediciones llegaran, una y otra vez, hasta la ciudad del Yayabo, así como tantos otros que regresaban por sus medios.
Tal asiduidad, expresión de un máximo compromiso social, instó a que el ayuntamiento decretara en una reunión, efectuada el 21 de julio de 1953, que se reconociera anualmente el 25 de ese mes como Día del Espirituano ausente.
Según se ha recogido desde entonces, Pedro Aquino León fue el primer hijo de esta tierra en ser recibido para que disfrutara de los festejos de esa especial jornada que, aunque distante en el tiempo, se mantiene con ese nombre.
Precisamente, por los fuertes nexos de identidad cultural también ese día se declaró en esta tierra como el dedicado a la Guayabera, verdadero homenaje a un símbolo gestado a las orillas del río Yayabo y que hoy es reconocido así por el resto del mundo.
Para fortuna de su pueblo, el 25 de julio de 2009, la prenda más grande del orbe, con 3 metros de ancho por 5 de largo, confeccionada por el artesano Fidel Díaz, se unió, por vez primera, al desfile de carrozas y comparsas del Santiago Espirituano y fue admirada por quienes aún no habían disfrutado de ella, sobre todo al ser colgada desde la otrora Sociedad El Progreso.
Sin embargo, esa sui géneris acción, por razones ajenas a los máximos decisores del proyecto que tomó como pretexto esa camisa para convulsionar desde la cultura la ciudad del Yayabo, no se ha podido mantener y apenas ha recorrido determinadas arterias en alguna u otra edición de la fiesta popular.
Aunque los tiempos cambian y, con ellos las personas, urge salvaguardar las fortalezas que hoy vigorizan nuestras raíces. El 25 de julio es de esos días en que Sancti Spíritus debe estremecerse desde el arte para homenajear con su sello contemporáneo ambas efemérides.
Algo que en este 2018 estuvo muy por debajo de las expectativas, pues el Espirituano ausente recibió un opaco tributo en el parque Serafín Sánchez Valdivia con la presentación de pocos artistas del patio. Tal así fue que el programa de las propuestas se debió refugiar en la presentación del grupo Yumurí y sus hermanos en el parque Jesús para lograr una algarabía superior.
Mientras, el Día de la Guayabera transitó por un verdadero vía crucis. Jamás se encontraron en la plataforma central los 20 jóvenes destacados que debían portarla hasta el parque, por lo que solo se mostró en esa área, gracias a los propios artistas que debían actuar esa noche, y llegó al otro lado de la ciudad resguardada en una maleta.
Ya allí, sus máximos guardianes de la Casa de la Guayabera debieron auxiliarse de manos amigas a fin de portarla para que apenas el trío Voces brillantes le cantara. La Dirección Municipal de Cultura no logró encontrar una rondana o dispositivo con igual función para poder izar la prenda nacional en la Biblioteca Provincial Rubén Martínez Villena.
Al parecer, la poca imaginación, creatividad y posibilidades de gestión siguen predominando, ya que variantes pudieron existir, porque si a algo caracteriza a los cubanos es darle solución hasta a las más complejas de las situaciones.
Definitivamente, en este 25 de julio nos quedamos en deuda con la Guayabera y el Día del Espirituano ausente. Solo cuando despojemos de esta urbe esas malas prácticas seremos realmente consecuentes con nuestra cultura, identidad y nuestros orígenes.
Ya no existen las fiestas santiagueras. Las autoridades han querido que mueran al sacar el parque como nodo central del Santiago. Esto no implica que la plataforma central sea en el parque. Pero si que existan durante el dia y la noche agrupaciones musicales como combo, orquestas, etc, escuché por radio que habían sido un éxito, pero si no hubo palo encebado, ni torneos, ni calles enramadas y engalanadas en todo el espectro ciudadano, los comercios no sintieron la necesidad de estar a la altura de las fiestas patronales, lo peor fue una revista musical en la casa de la cultura que daba ganas de llorar cómicos que no hacían reir y pésima producción músical .Por suerte quedaron dos pequeños bastiones donde se respetó el espíritu del santiago la sede la UNEAc que el 25 realizó por la tarde una gran celebración, y la trova gracias a la dirección musical de Edelmiro Bonachea. Lo otro no es Santiago. El parquero
Un esperituano presente espiritualmente haciendo honor a la provincia que le vio nacer. Desde Canarias. Arturo Andrés García Torres, Sancti Spiritus, y concretamente «El Guineo» morirán conmigo si no puedo inculcarlo a mi hijo, pero persistiré en mi empeño, te quiero mi Sancti Spiritus, mi «Guineo»,