Más allá de disfrutar de la playa y cuantos centros recreativos nos encontremos a nuestro paso, el verano convoca siempre al deleite cultural como máxima expresión del fortalecimiento espiritual
Tanto es así, que desde mayo ya se anunciaba a nivel de país el diseño de un abarcador programa de propuestas que intentaba satisfacer los diferentes grupos etarios y llegar a los más recónditos puntos de la geografía nacional con opciones atractivas y poco recurrentes en esos sitios.
Precisamente, la visita a los lugares más alejados de las cabeceras municipales resultó una de las fortalezas de la etapa estival en predios yayaberos, idea que no únicamente recayó en el Consejo de las Artes Escénicas y en la Guerrilla de la Brigada de Instructores de Arte José Martí, sino que se sumó a otros creadores.
La iniciativa surgió de la imbricación de trabajo entre el Sectorial de Cultura y Arte y la Dirección Municipal de ese sector en Trinidad para potenciar el accionar en el Plan Turquino de ese territorio, donde aún ha sido imposible generar un impacto cultural, como en Fomento y Yaguajay.
Según estadísticas del propio Sectorial, hasta allí ascendieron 37 acciones, una cifra que habla por sí sola de esa significativa labor. Mas, lo mejor fue que las propuestas propiciaron la fusión de todos los entes de las comunidades con los foráneos, por lo que las opciones se asumieron de forma endógena.
Pero no solo se estremeció la serranía trinitaria. Las artes escénicas se propusieron culminar su periplo bajo el nombre de Cruzada teatral por la ruta del Che y tocaron puerto, incluso, en localidades nunca antes visitadas.
Por ello, aunque no sea un récord, sí es un buen average que al cierre de agosto se hubiesen visitado 111 comunidades, con más de 18 000 asistentes a las actividades. Contra viento y marea, la mayoría de los proyectos teatrales conquistaron las risas y aplausos de los menos favorecidos cuando de cultura se habla.
Quizá esa estrategia comunitaria y la existencia de sedes teatrales con muchísimo confort han incidido en que el Teatro Principal no sea desde hace mucho tiempo el centro de referencia. A este verano espirituano le faltó explotar ese espacio. Salvo actividades muy puntuales, como las recientes puestas en escena de la Compañía El Mejunje, la humedad continúa predominando entre camerinos, escenario y lunetas, apoderándose de ese antiquísimo inmueble, que en corto tiempo tal vez podría tener las puertas cerradas.
Otro de los sucesos que mereció la ovación de las diferentes generaciones ha sido la impartición de los cursos de verano. Tanto la escuela elemental de arte Ernesto Lecuona como la Casa de la Guayabera pusieron sobre sus mesas talleres que motivaron a olvidar el merecido descanso de estos meses. Aprendizaje de acordes, ritmos danzarios y origamis marcaron la diferencia en esta etapa estival.
También entre las propuestas llegadas desde otros lares las presentaciones de proyectos musicales, de más o menos popularidad, subieron los termómetros recreativos, tanto como la reciente presencia del Circo Nacional de Cuba, el cual, aunque no contó en sus primeros días con gran afluencia de público, cerró la última noche con una Sala Yara colmada.
Lamentablemente, sigue conviviendo en Sancti Spíritus el fenómeno de la ausencia de público a las propuestas. Bien lo saben, por ejemplo, quienes laboran en el cine Conrado Benítez, donde la película cubana Sergio y Serguéi no encontró muchos espectadores. Por lo general, son las mismas caras las que se repiten, en una u otra función.
En agosto, sobre todo, sucede que, sea cual sea la actividad, no es significativa la asistencia de los espirituanos. A juicio de los máximos decisores del panorama cultural, pudiera incidir en que es una época con otras opciones, mientras atentan de manera desfavorable las altas temperaturas y la inadecuada explotación de los canales de promoción.
Aunque no se considera que esta última sea la causa principal, se deberán seguir explotando todos los medios y estrategias. Incluso por aquellas vías menos tradicionales, como la mensajería de SMS, más aquí que es la única provincia que cuenta con el servicio del 8888, a través del cual se pudiera recibir la cartelera cultural de la semana.
También urge propiciar más espacios de presentación para el talento local menos conocido, sobre todo el residente en municipios y que no cuenta con tantas posibilidades de intercambio con el público como los de la ciudad del Yayabo.
Este verano precisó, además, de que la cabecera provincial aprovechara más los megaeventos como el Intermetal, auspiciado por la Casa de Cultura Osvaldo Mursulí y la Jornada de la Cultura Japonesa, en la Casa de la Guayabera, e hiciera con ellos fiestas que salieran de sus espacios.
Todavía no hemos aprendido a estremecer muchos más lugares y a nutrir una institución con otra bajo un mismo proyecto e idea. Solo con la comunión de todas las personas se sumarán más interesados y se logrará un mayor impacto.
Con esas dos grandes deudas se despidió el verano 2018 de nuestra provincia, donde afortunadamente existen las ganas de que la cultura no sea asignatura pendiente y, muchos menos, exclusiva para unos cuantos.
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