El sumo pontífice agradeció a Kucsynski sus frases de bienvenida así como la invitación a visitar el país y señaló la necesidad de trabajar juntos para combatir la corrupción
La visita del papa Francisco a Perú del 18 al 21 de enero, superó los pronósticos más optimistas en cuanto a participación popular, nivel de organización y la forma en que el santo padre abordó la realidad nacional.
Miles de personas se concentraron desde el primer día para recibir a Francisco, quien llegó el jueves 18 al aeródromo del Grupo número ocho del Callao, de la Fuerza Aérea peruana, y se trasladó hasta la Nunciatura Apostólica, el lugar donde se hospedó durante su estancia en Lima.
El periplo del sumo pontífice tuvo lugar en un escenario difícil, en medio del fuerte debate nacional en torno al reciente indulto del exmandatario Alberto Fujimori y las acusaciones de corrupción contra el presidente Pedro Pablo Kucsynski, más las denuncias sobre casos de abusos sexuales del clero local.
Su visita estuvo marcada por fuertes medidas de seguridad, reforzadas después de que la Policía Nacional detectara indicios de un posible atentado contra él, que se realizaría durante su estancia el sábado 20 de enero en la ciudad de Trujillo, a unos 570 kilómetros al noroeste de la capital.
Los operativos incluyeron el despliegue de más de ocho mil 200 efectivos del Ejército para apoyar a la Policía Nacional en la capital así como en Puerto Maldonado y Trujillo.
El mando militar puso en función de la protección del papa cuatro helicópteros, ocho aviones de transporte y tres para la protección del espacio aéreo durante las actividades que desarrolló el sumo pontífice.
Otro momento clave de la visita fue la estancia del santo padre en Puerto Maldonado el 19 de enero, donde habló ante miles de miembros de comunidades indígenas olvidadas por las autoridades nacionales y muy afectadas por la minería ilegal y la violación de las normas medioambientales.
Francisco censuró la actividad destructiva de las grandes corporaciones en la región y denunció que los pueblos originarios amazónicos nunca han estado tan amenazados en sus territorios como ahora.
Habló además del neoextractivismo o minería ilegal y la tala indiscriminada de bosques, y de la fuerte presión que ejercen los grandes intereses económicos que dirigen su avidez hacia el petróleo, gas, madera, oro y monocultivos agroindustriales.
Puso énfasis en otros aspectos que en ocasiones los medios de difusión y las autoridades peruanas parecen olvidar: la trata de personas, la mano de obra esclava o el abuso sexual en estas regiones apartadas del resto del país.
La violencia contra las adolescentes y las mujeres ‘es un clamor que llega al cielo’, afirmó el santo padre.
En horas de la tarde del viernes 19 de enero fue recibido en el palacio de Gobierno por el presidente Pedro Pablo Kucsynski, quien recordó que Juan Pablo Segundo estuvo aquí en 1985 y 1988, cuando los peruanos atravesaban por un momento complejo, debido al auge del terrorismo y el alza inflacionaria.
El sumo pontífice agradeció a Kucsynski sus frases de bienvenida así como la invitación a visitar el país y señaló la necesidad de trabajar juntos para combatir la corrupción, a la que describió en reiteradas ocasiones como un mal que contamina progresivamente toda la sociedad.
‘Cuánto mal le hace a nuestros pueblos latinoamericanos y a las democracias de este bendito continente ese virus social, un fenómeno que lo infecta todo, en el que los pobres y la madre tierra son los más perjudicados’, expresó.
El sábado estuvo en la ciudad de Trujillo para mostrar su solidaridad con los pobladores afectados el año pasado por el fenómeno del Niño Costero, quienes se quejan de que el Gobierno ha hecho muy poco por ellos hasta ahora.
En una misa a la que asistieron más de 500 mil personas en la playa de Huanchaco, con la presencia del presidente Kucsynski, el papa se refirió al dolor de aquellas familias que todavía no han podido reconstruir sus hogares y que se quejan de la falta de atención oficial.
Pero la actividad más grande durante la visita fue en horas de la tarde del domingo 21: el multitudinario acto litúrgico en la base aérea de Las Palmas, en el sur de Lima.
Allì estuvieron presentes más de un millón de feligreses y el evento dejó fuera toda duda de que en este país andino el recibimiento al visitante impuso un record indudable de participación popular.
Ese mismo día sostuvo un intercambio abierto e intenso con los obispos en la Catedral limeña, durante el cual dijo que la misión de dichos prelados no se cumple ‘desde el escritorio, para así conocer a sus ovejas y que estas reconozcan en su voz, la voz del Buen Pastor’.
Añadió que para ello también, ellos tienen que ser ‘callejeros’, que tengan las suelas gastadas por tanto andar, por recorrer, por salir al encuentro ‘para anunciar el Evangelio a todos, en todos los lugares, sin asco y sin miedo’.
‘ÂíCuánto urge esta visión para nosotros, pastores del siglo XXI!, que nos toca aprender un lenguaje totalmente nuevo como es el digital, por citar un ejemplo, conocer el lenguaje actual de nuestros jóvenes, de nuestras familias, de los niños’.
Volvió a abordar el tema interno en Perú y aseguró que la corrupción enfermó a la política en América Latina, tras referirse al caso de expresidentes peruanos que fueron a prisión como Ollanta Humala y Alberto Fujimori.
‘La política está enferma, muy enferma, en América Latina, hay excepciones pero, en general, está más enferma que sana’, expresó cuando le preguntaron sobre lo que podría hacer la Conferencia Episcopal ante la situación política local.
De todas formas, especialistas que siguieron de cerca la estancia del sumo pontífice en suelo peruano coinciden en calificar de exitoso y con amplio impacto social su peregrinar por esta nación andina, aunque este sentimiento no es unánime.
Su poder de convocatoria, así como la precisión de sus homilías en temas relacionados con la realidad nacional y latinoamericana, como la corrupción, los abusos sexuales de los sacerdotes, el tráfico de personas y el feminicidio, pusieron un sello de autenticidad y lealtad a sus principios durante esta visita.
Fuentes cercanas al Arzobispado de Lima comentaron a Prensa Latina que la visita del papa Francisco fue un éxito, tanto desde el punto de vista organizativo como en lo referido a la respuesta de la población que acudió de forma masiva a cada uno de los actos litúrgicos.
Los mismos especialistas destacaron que otro aspecto esencial de la gira por esta nación fue el contacto que el santo padre tuvo en Trujillo y Puerto Maldonado con sectores de la población que han estado marginados durante décadas y cuyas aspiraciones salieron ahora a la luz gracias a la presencia de Francisco en esas regiones que incluso son poco conocidas por el resto de los peruanos.
Sin embargo, a nivel de pueblo, la mayor parte de decenas de personas a las que Prensa Latina se acercó en las calles para conocer sus impresiones sobre la visita, destacaron su alegría por la presencia del sumo pontífice.
A la vez, reconocieron que su estancia aquí impactará muy poco en la vida política nacional mucho menos en la situación diaria que enfrentan miles de peruanos que luchan por la supervivencia y sus niveles de ingresos están por debajo del índice de la pobreza.
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