Rusia viste hoy sus mejores galas y expone sus mejores fragancias en vísperas del comienzo de la Copa del Mundo de fútbol, que durante un mes iluminará el planeta Tierra en tiempos de grandes crisis y conflictos.
Ya los fans se hacen sentir por todos lados. En esta capital, por ejemplo, caminan, saltan y bailan hinchas de Argentina, Brasil, Perú, Colombia, Japón, Irán y muchas otras naciones, además de los anfitriones, quienes, presumidos, nos regalan a diario expresiones magníficas de su folclore y sus tradiciones.
Un hincha peruano prácticamente le garantizó a Prensa Latina que la escuadra de la banda roja llegaría a cuartos de final, algo nunca visto; otro argentino aseguró que este sería, por fin, el Mundial de Messi; los brasileños bailaban y se enorgullecían de sus cinco coronas del orbe.
La euforia alrededor del torneo es tal que cada rincón de Moscú huele a balompié; cada transeúnte lleva en su sonrisa la palabra Mundial; todos los comercios, sin excepción, tienen figuras alegóricas a la lid; en realidad parece como si todos quisieran adelantar el tiempo para escuchar de una vez por todas el tan ansiado pitazo inicial.
Por cierto, vale decirlo una y otra vez, la seguridad en torno a la justa parece infranqueable. Los dispositivos establecidos por los agentes del orden público son exhaustivos y -hasta ahora- la disciplina impera en el país, aunque algunos fans mostraron su descontento cuando les anunciaron que no se venderían bebidas alcohólicas en los estadios.
Un aplauso también para los voluntarios, quienes, desde el total ostracismo, hacen de tripas corazón para satisfacer las necesidades de todos los turistas y para hacer posible la feliz celebración de la Copa del Mundo, primera que acoge Rusia en la historia del balompié.
El Mundial se inaugurará mañana jueves con el duelo Rusia-Arabia Saudita en el estadio Luzhniki de Moscú, considerado la joya del fútbol en Rusia, con capacidad para 80 mil fieles.
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