El manisero, una de las canciones más conocidas de la música cubana, invitó al baile a cientos de espectadores durante la apertura del festival que celebra en Estados Unidos la cultura de la nación caribeña.
La obra de Moisés Simons, devenida símbolo popular cubano, fue el cierre ideal para un vibrante espectáculo que contó con las actuaciones de reconocidas figuras y orquestas del país antillano.
Dentro del Teatro Eisenhower del Centro John F. Kennedy para las Artes Escénicas, sede del festival Artes de Cuba hasta el venidero 3 de junio, las primeras sonoridades de la isla en impactar al auditorio fueron las de la música afrocubana por medio del Quinteto de Yosvany Terry y su obra Laroko.
La pieza, dedicada al espíritu de la deidad Eleguá a partir de la tradición Arará, conquistó con su combinación exclusiva de cánticos y aplausos, y dejó abierto el camino para las estelares interpretaciones de la velada.
Tras ese conjunto, los destacados pianistas Aldo López-Gavilán y Jorge Luis Pacheco ratificaron el virtuosismo que les ha ganado fama internacional con una mezcla de creaciones como La Comparsa, de Ernesto Lecuona; su versión de El manisero; y otro de los temas emblemáticos de todos los tiempos, Guantanamera.
López-Gavilán y Pacheco, quienes ya se habían presentado en otras ocasiones en el Centro Kennedy, arrancaron fuertes aplausos a un público que luego aclamó también al guitarrista Alí Arango por su ejecución de Sonata III. La Toccata de Pasquini, del compositor cubano Leo Brower.
La sensibilidad despertada por esa última obra se trocó posteriormente en gran diversión con la llegada de la Orquesta Miguel Faílde, que tras un seductor solo de flauta, llenó de energía el lugar con las piezas Almendra y Ran Kan Kan, las cuales levantaron a los asistentes de sus asientos.
El Quinteto de Terry regresó entonces a ritmo de jazz, y después el conjunto acompañó a la cantante Aymée Nuviola en su interpretación de la rumba Bemba Colorá.
Gran emoción provocó la llegada al escenario de Diva del Buena Vista Social Club, Omara Portuondo, en cuya voz vibraron dos grandes canciones de todos los tiempos: Veinte años y Quizás, quizás, quizás.
La aclamada intérprete se unió luego a Nuviola en Tres Palabras, antes de la actuación de la Orquesta del Lyceum Mozartiano de La Habana, que se ganó largas ovaciones y consiguió una gran empatía con los presentes gracias a su Samba Son.
Fue esa agrupación la encargada de los acordes finales de la noche, con El manisero, tema en el cual se unieron los artistas que tomaron parte en el espectáculo.
De ese modo, quedaron abiertas las puertas de un festival en el que, además de la música, se darán la mano la danza, el teatro, el cine y las artes plásticas, entre otras manifestaciones.
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