El equipo de Las Tunas se convirtió en el nuevo campeón del béisbol cubano. Y lo hizo con convicción y estilo para lograr un gran título ante un Villa Clara que, aunque presentó resistencia, terminó por rendirse ante un elenco que fue, de punta a punta, el mejor de la Serie 58.
Así desmitificó tendencias, como la de que el equipo que gana la clasificatoria, no puede después imponerse al final, algo que en realidad había marcado la temporada cubana desde hace varios años.
Los Leñadores realizaron una campaña casi perfecta y se solidificaron de un año a otro, luego de que la pasada campaña se quedaron a un tilín del título cuando cayeron en el último inning del séptimo capítulo del play off ante Granma.
Pero esta vez, Pablo Civil tomó todas las lecciones y pese a los refuerzos, ganó con el equipo más auténtico que quedó luego de los refuerzos y ello quizás le ayudó en eso de mantener la dinámica de la cohesión y la propuesta de juego.
Las Tunas garantizó sin sobresaltos, la clasificación: ganó la primera vuelta en la cima y de ella nunca se bajó en la segunda. Al equipo sólido que posee le agregó refuerzos útiles que le encajaron a las mil maravillas.
No creyó en que su equipo batea a montones. Por eso pidió a Jorge Enrique Alomá, el líder en promedio ofensivo del torneo y seguro en la defensa de segunda; y a Alexander Ayala, quien fue “tunero” la anterior temporada y así redondeó una combinación casi perfecta en el cuadro y terminó por conseguir una ofensiva aún más letal que al final rindió su cometido.
Buscó además a un zurdo utilísimo como el camagüeyano Dariel Góngora y no le pudo ir mejor al ser el lanzador más ganador de la campaña con 14; y también al mayabequense Yadián Martínez, de mucho coraje y buena efectividad.
Muchos, entre quienes me cuento, pensaron que no había pedido muy bien los refuerzos, al inclinarse por el zurdo matancero Yoanny Yera, con una trayectoria aciaga en los play off como matancero; Erlis Casanova, inconsistente en la lomita, y Guillermo Avilés, fuera de juego por mucho tiempo y recuperado de la afección de dengue.
En la práctica, Yera respondió a las mil maravillas, debió cambiar a Avilés por Yasiel Santoya, quien le rindió tanto en primera como al bate y Erlis solo pudo ganarle un partido.
Pero con todos los argumentos que necesita una selección que no descansa en ningún hombre en particular, sino en la sumatoria de todos los aportes individuales, Las Tunas se impuso categóricamente a Ciego de Ávila, pues pese a lo cerrado de los choques, arrasó a los Tigres 4-1, incluido un primer choque que se definió en catorce entradas y enseñó las claras intenciones de los orientales al imponerse en un encuentro que midió su capacidad ganadora y de soportar la presión que suponen los play off.
No importó si los avileños le pusieron dos veces a quien se considera el mejor lanzador del país, el granmense Lázaro Blanco o si alistó en sus filas bateadores de calibre como Yordanis Samón y Oscar Luis Colás. Los tuneros señorearon con una selección que ya no depende únicamente del feroz poderío de sus bates, sino también de la velocidad de sus hombres sobre las bases y una creatividad asombrosa para fabricar carreras.
Y la alineación funcionó al punto que Civil nunca debió moverla. No tendría por qué. En Las Tunas lo mismo da un jonrón Danel Castro, que Yosvani Alarcón, que Alexander Ayala o Jorge Johnson mientras la combinación de Yunieski Larduet, en el primer turno y Andrés Quiala, en el noveno, es de envidiar.
Con esa divisa enfrentó a un Villa Clara que exhibió también una nómina de lujo, con varios hombres incluidos en equipos Cuba en los últimos años y un pitcheo bastante compacto. Pero igual Las Tunas mostró su superioridad, mucho más con miles y miles de aficionados en contra en un Sandino que les probó otra vez en medio de la presión.
Para colmo de suertes, esta vez Civil encontró un arma secreta. Yoalkis Cruz, nefasto como abridor en todas las temporadas y no tan bien en la actual campaña, fue convertido en relevista y así los tuneros encontraron la “tuerca” que le faltaba a su maquinaria desde el box.
El veterano Cruz ganó un juego, el de más tensión: el primero ante Ciego, y salvó cuatro, incluidos los dos finales por la medalla de oro y el del pase ante los Tigres, con lo cual pudo merecer el premio del más útil en los play off, aunque quizás el jonronazo electrizante y decisivo de Johnson en el noveno capítulo del partido decisivo, hizo inclinar la balanza por este.
Otros dos hombres, además de Yera, resultaron decisivos: el zurdo Yudiel Rodríguez, quien salió en casi todos los juegos y Yadián Martínez, ganador de los últimos dos.
De Villa Clara hay que ponderar su capacidad para enfrentar con dignidad un rival que le aventajó en toda la línea. Podrá cuestionársele a Eduardo Paret, muy bien en su debut como manager, su tozudez de no sentar a Yunior Paumier a pesar de su bajísimo rendimiento o haber enviado al banco a su receptor titular Yulexis La Rosa, en el segundo juego, o dejar dos veces de más a Yovani Torres en el noveno, pero aunque los naranjas lucharon con agresividad e ímpetu, les faltó varias veces, lo que le sobró a sus rivales: el batazo clave y el lanzador efectivo, amén de que encontraron un valladar infranqueable
Las Tunas creció en todo: en lo táctico de su manager, que tampoco le tembló la mano para castigar, en el ego colectivo de sus hombres que finalmente aprendieron a dominar sus emociones, a no verse jamás perdidos y a no perder el partido que tienen que ganar, como el cuarto juego vs Villa Clara. Por eso ganaron su primer título. Por eso son los grandes campeones.
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