Sin desestimar los obstáculos enfrentados en el orden productivo, los acuicultores espirituanos cerraron el año 2018 con indicadores de lujo
Cuando se adquieren pescado o alimentos semielaborados en la red de casillas especializadas del territorio, no siempre uno percibe que detrás de eso existe un gran esfuerzo de hombres que desafían el frío, la lluvia, el sol, con tal de garantizar las producciones.
Así, por ejemplo, a golpe de chinchorro y bocana o empleando otras redes para realizar la denominada pesca pasiva, integrantes de las 14 brigadas de la Acuicultura en la provincia extraen diariamente entre 10 y 15 toneladas de especies de agua dulce que habitan en los diferentes embalses, según se requiera, por lo que resulta común encontrar a las fuerzas que pertenecen a las presas Lebrije, La Felicidad o Tuinucú trabajando en el embalse Zaza e, incluso, aguas abajo del mismo, donde, desde que ocurrieron las intensas lluvias del pasado mayo, se recupera la biomasa que salió, estrepitosamente, por el aliviadero artificial.
Tamaña hombrada de nuestros acuicultores no puede quedar en el silencio, precisamente por lo que significó para este sector haber enviado a la industria más de 3 500 toneladas de pescado en el 2018 y tener garantizada la continuidad productiva en los diferentes procesos para el período que recién comienza.
LA VOZ DE LOS EMBALSES
Al caer la tarde varios pescadores se alistan para adentrarse en la barriga de la Zaza; algunos usan abrigos para protegerse del frío durante la noche, aunque saben que pocos pueden mantenerse secos hasta el amanecer, pues desde que una de las redes se traba debajo del agua tienen que sumergirse, una y otra vez, hasta liberarla.
Bien lo sabe Yamir Jiménez García, uno de los pescadores más jóvenes del colectivo, cuando dice: “La pesca es dura, pero alguien debe hacerla. Aquí se producen olas igualito que en el mar y uno en estos botes siempre tiene el credo en la boca; pero cuando amanece y regresamos a la orilla con la carga de pescado nos sentimos recompensados, malo es virar vacíos, algo que también nos pasa de vez en cuando”.
Según Pedro Plasencia, director de Acuicultura en la Empresa Pesquera Espirituana (Pescaspir), este año que concluyó fue necesario mover las fuerzas hacia otros escenarios donde hay mayor presencia de peces. “Al cierre del primer semestre incumplimos las capturas del extensivo y también del claria, este último por afectaciones con la alimentación, pero incursionamos en otras partes, por ejemplo, en el conocido Paso de las Damas y en el río Tuinucú, incluso, en la Toma de Agua y la zona de Vallejo, esta última donde mayores capturas realizamos, unas 500 toneladas de las más de 700 extraídas aguas abajo de la Zaza”.
EL PRIMER ESLABÓN DE LA CADENA
A la reproducción no les faltaron contratiempos durante el 2018, pero cuando hay voluntad en un colectivo las cosas marchan bien. Aun así, no se pudieron borrar del todo las secuelas del huracán Irma y de la tormenta subtropical Alberto, con daños devastadores en los bancos de reproductores y la infraestructura en general. Pero, con la misma fuerza que soplaron los vientos tempestuosos, surgieron los de la recuperación, al punto de conformar, en pocas jornadas, las reservas de progenitores, algo así como una sincronización de la biomasa por hectáreas para dar comienzo a la reproducción.
Hailer Camber Díaz, director de la UEB Estación de Alevinaje de La Sierpe, explica: “Logramos realizar los cinco ciclos reproductivos de ciprínidos, seis de tilapia y, como novedad, casi todos los meses hicimos reproducción de claria, cuya semilla estuvo destinada a la ceba en las granjas de Boquerones y La Manaca.
“Durante mucho tiempo no se conseguía sembrar alevines con la calidad y sistematicidad que lo hicimos este año —expone Hailer—, pues en el cultivo extensivo depositamos más de 27 millones de ciprínidos, pero se cumplió con los 2.5 millones de tilapia y comenzamos el año con un número de animales de esta especie ya en desarrollo”.
En el embalse Higuanojo las jaulas reservadas para la ceba de tilapia no ceden espacios vacíos y es que el colectivo, que desde el 2008 no incursionaba en la variedad roja, retomó el cuidado de estos animales que, como parte de las mejoras genéticas y el revertimiento del sexo, pueden reportar más dividendos económicos y productivos para la unidad.
Rogelio Calviño Carpio, el jefe de granja, asevera: “A partir del mes de abril comenzaremos con las capturas de tilapia roja que marcha con un desarrollo superior a la áurea, por lo que esperamos alcanzar unas 100 toneladas que serán destinadas a la exportación y la venta en frontera, como parte de la sustitución de importaciones, además de garantizar lo previsto para el consumo social.
“Unido a las 299 jaulas cuadradas de 3×3 metros, la granja Higuanojo tiene varias circulares de 6×6 con capacidad para 50 000 animales cada una que nos permiten hacer ciclos escalonados de ceba y comenzar el año con tilapias en desarrollo. Sobresalimos también por la supervivencia de los animales, que a nivel de país se comporta al 69 por ciento y aquí está en el 75”.
LA PLANTA DE PROCESO ES OTRA
Quien recorra la industria pesquera de la ciudad de Sancti Spíritus no puede dejar de pensar en aquellas viejas estructuras de mampostería y techo de fibrocemento que durante año resguardaron a los trabajadores en las interminables jornadas destinadas al beneficio de las diferentes especies.
Pero aquella imagen desaliñada se transformó y, aunque restan detalles constructivos para dar por concluida la obra, los nuevos salones encargados de todo el proceso denotan cuánto esfuerzo realizó este colectivo para llevar a la par la transformación de la industria y la producción de alimentos.
“Nos propusimos y hemos logrado cambiar nuestra industria, con un rediseño que aporta mayor inocuidad a cada surtido que sale desde aquí para los diferentes destinos”, refiere Pablo Betancourt Manzo, director de la Unidad Empresarial de Base Indupir.
En la Zaza el agua se presenta mansa, a pesar de que en la jornada anterior el viento cambió y ahora sopla del norte y hace que los peces se muevan en busca de corrientes más cálidas para guarecerse. Los pescadores, con el frío calándoles los huesos, salen una y otra vez por la ruta de las carpas. “Hay que trabajar sin descanso —dice Diego Nieves Hernández, jefe de Producción de la UEB Acuiza—, porque cada tonelada cuenta. El 2018 fue un año atípico por los acumulados de llenado en casi todos los embalses, pero no cedimos a los caprichos de la naturaleza y si la provincia alcanzó las 3 549 toneladas de captura, fue, entre otras cosas, por la voluntad y el sentido de pertenencia de los acuicultores”.
Lei todo el artículo buscando sobre la producción y captura de pescado de mar en tunas de zaza y casilda, pero al parecer hay que buscar en prensa de CUC para leer sobre esto,