Alejandro Gil llegó a la Redacción de Escambray con la naturalidad a cuestas, a pesar de ser el director, el padre de una película inmensa. No lo asegura este reportero, quien ni siquiera ha visto un fotograma de Inocencia; lo sostiene la crítica y más aún, el público, que le otorgó su voto en el XL Festival Internacional de Nuevo Cine Latinoamericano, celebrado en La Habana.
Para conversar con el también director de los largometrajes La pared (2006) y La emboscada (2012) y parte del equipo de realización de Inocencianunca faltarían contextos, como sucede ahora: el estreno este viernes de dicha propuesta fílmica en el cine Conrado Benítez, de Sancti Spíritus, y la celebración de la Jornada por el Día de la Prensa Cubana, convocada por la Unión de Periodistas de Cuba, cuyo círculo de Periodismo cultural le concedió su premio en la cita habanera de diciembre pasado.
Pretextos a un lado, Alejandro Gil confirmó en Escambray que la pretensión de Inocencia es redimensionar el carácter simbólico de lo acontecido el 27 de noviembre de 1871, cuando el colonialismo español arbitrariamente cegó la vida de ocho estudiantes de Medicina en La Habana.
Precisamente, la película relata en paralelo todo lo relacionado con el fusilamiento de esos jóvenes y la investigación que 16 años después asumiera Fermín Valdés Domínguez para denunciar la barbarie cometida. “Queremos que Fermín esté mucho más cerca del Sol de lo que está ahora”, añadió Gil.
Y a seguidas comentó: “Estamos urgidos de símbolos importantes y que estos símbolos generen valores dentro de la sociedad, fundamentalmente entre los jóvenes”. En tal sentido, el cineasta recalcó la trascendencia de acercarse a la historia desde el sentimiento, desde la emoción.
Entre los realizadores de la película que acudieron al encuentro, entre ellos su guionista Amilcar Salatti; la directora del casting, Yaremis Pérez, también actriz en esta propuesta, y jóvenes actores, reconocieron la amplia acogida que ha tenido Inocencia, que reporta solo en la capital alrededor de 100 000 espectadores, según Alejandro Gil.
Al referir su experiencia en Inocencia, Salatti manifestó que desde un principio tenía claro el interés de concebir una película desencartonada, fresca. “La base fundamental era asumir los personajes como si fueran jóvenes de hoy, en otros contextos, en otras circunstancias”.
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