El ahorro de agua constituye una pieza clave, no solo porque Cuba carece de abundantes recursos hídricos, siendo las precipitaciones la única fuente de formación, además de que los cuerpos de agua superficiales y subterráneas tienen vínculo, haciendo vulnerable este recurso; sino porque el bombeo de agua es también una actividad que requiere del consumo de portadores energéticos.
De ahí que se atienda con particular interés las pérdidas o fugas en las conductoras, redes, acometidas y en el interior de las viviendas y otras edificaciones, por ser esta una de las problemáticas fundamentales que enfrenta el sector.
Esa es también una de las líneas principales de las inversiones que se ejecutan en esta área, que en general desarrolla proyectos para los cuales el país ha destinado, a pesar de la situación que se atraviesa, unos 450 millones de pesos, cifra similar al periodo anterior, de acuerdo con información ofrecida por directivos del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos.
En la última década se han ejecutado acciones de rehabilitación en los sistemas existentes con el objetivo de reducir el segmento de población cuyo servicio depende del acarreo en carros cisternas.
Otra acción importante puesta en práctica ha sido la reposición de casi la totalidad de los ineficientes equipos de bombeo, por otros más eficientes desde el punto de vista energético.
Para el presente año algunos de los lugares en los cuales se trabaja son Palma Soriano, las cabeceras provinciales de Camagüey y Las Tunas, Trinidad, Cárdenas y la capital del país.
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