La Liga Superior de Baloncesto encesta sus últimas canastas con la definición del título tanto para hombres como para mujeres. En ambos casos le ha tocado a Sancti Spíritus ver los toros desde la barrera.
Mas, tal ausencia ha de verse con regocijo, sin que nos anime un ápice de conformismo. Al menos lo leo así sentada en el banquillo de los realistas.
Comencemos por las hembras que, hasta que no se defina un nuevo titular, son las campeonas de Cuba. La medalla de bronce que definitivamente obtuvieron ha de reconocerse en su justo valor. Y le argumento: lo primero es que este año no se dieron las mismas condiciones excepcionales de la pasada lid, cuando por primera vez en la historia ganaron la corona.
Ese hecho inédito dice que el nuestro no es el equipo más estable del país y en esta ocasión arrancaron con varios inconvenientes. Descontado el tiempo en que jugaron sin un aro durante la mayor parte del entrenamiento en la Sala Yara, ahora iniciaron sin Marlene Cepeda, una de las artífices de la victoria del 2018 y esa ausencia pesó, tanto para clasificar como para definir el pase a la final.
Esa misma consideración la sostiene Carlos Plascencia, comisionado provincial de la disciplina, para quien resulta meritoria esta medalla de bronce. Y agrega un punto de vista que comparto: “Hay que reconocer la entrega de las muchachas, algunas de las cuales compitieron con problemas de salud y también porque esta vez no contábamos con el mejor equipo si lo comparamos con el de otros años”.
Superado el escollo de la clasificación, Sancti Spíritus tuvo enfrente a un Guantánamo que vino por el desquite de la pasada campaña —cuando fueron barridas por las nuestras— y le recetaron la misma dosis en esta semifinal por fuerza propia; también porque tuvieron más acierto a la hora de elegir los refuerzos, sobre todo al optar por Anisley Galindo, una mujer que es casi un equipo.
Pienso que Heriberto González, quien tiene el mérito de mantener a las nuestras en la élite de Cuba —que es como decir entre las tres medallistas—, pudo reforzar mejor el equipo, quizás hasta con Ana Isabel Pérez, la villaclareña que tan bien funcionó en la anterior contienda.
Decisiones son decisiones y, según el propio técnico, se inclinó por dos jugadoras jóvenes pensando más en su estatura, en parte por el hueco que dejó Enriqueta Neyra cuando se lesionó en el hombro y no pudo estar en las semifinales.
En esa instancia el elenco se resintió del rendimiento de su líder natural Yamara Amargo, quien en los dos primeros partidos estuvo muy disminuida en su anotación promedio, pero no se le puede reclamar mucho a una mujer que no reparó en echar el alma con su equipo luego de regresar del contrato de El Salvador. Así no se pudo compensar el altísimo aporte de Eyleen Gilbert, líder anotadora del conjunto en los tres encuentros y casi todo el tiempo en cancha, pues el equipo no dispone de una banca amplia.
En el caso de los varones, muy pocos contaban ni siquiera para acceder, pues estaban en una zona donde se agrupan tres de los mejores equipos del país, todos titulares alguna vez: Ciego de Ávila, Camagüey y el actual campeón Villa Clara. El hecho de obtener uno de los ocho boletos de la Liga y clasificar por primera vez con el equipo más joven de todos ya habla de una actuación muy meritoria. Luchar hasta el último partido de la clasificatoria, con reales opciones de estar entre los cuatro, habla de un desempeño destacado.
Hay que decir que estos “niños”, más armados de valor e inspiración que de posibilidades, resultaron los grandes animadores de la lid y hasta perdiendo dejaron una buena impresión porque siete partidos fueron por diferencia de uno a cinco puntos en contra e incluso terminaron con saldo favorable de 15 victorias y 13 derrotas, lo mismo que Capitalinos, solo que este los aventajó en 12 puntos y obtuvo el boleto a semifinales.
Sin duda, los muchachos de Michel Díaz enseñaron clase y futuro. Si no hicieron la hombrada de estar entre los cuatro grandes fue porque esa propia inexperiencia —y quizás el peso de un torneo largo— les pasó factura, también con pocas opciones de cambio desde el banco. Así perdieron siete partidos sucesivos en la segunda fase que, junto al primero de los dos encuentros ante Villa Clara en la subserie que cerró la fase regular, les impidió el remate final.
Tampoco tuvieron esta vez los servicios de Yoanki Mencía, quien cumple contrato en Argentina, pero Mario Luis Troyano se echó el equipo a cuestas y con sus 21 años enseñó madera de líder y credenciales demostradas en su rol de refuerzo ante Capitalinos en la semifinal.
De esa manera terminó Sancti Spíritus la Liga Superior de Baloncesto que, al decir de Plascencia dejó, de un lado, buenos saldos en la atención “por la mejoría general en las condiciones de vida, por la transportación, el alojamiento en hoteles de IslaAzul, incluso antes de empezar la competencia, así como la alimentación en lo que hay que agradecer al Partido, al Gobierno y la Dirección Provincial de Deportes”; pero de otros quedan deudas: “tabloncillos con pizarras electrónicas que dejaron de funcionar lo mismo que el reloj de los 24 segundos y eso atenta contra el espectáculo”.
Tras el descanso de unos días, los tabloncillos del país volverán a activarse a fines de mayo con la primera Liga Superior de Baloncesto 3×3, modalidad que busca insertarse en el gusto de la afición del país. Como adelanto, Sancti Spíritus tiene el privilegio de que también estará representada con los dos equipos que ganaron el boleto en calidad de invictos.
El solo hecho de estar ya significa un buen paso, pues se redondea así una actuación inédita de nuestro baloncesto al marcar en lo más alto de la disciplina en Cuba y con opciones de ganar una medalla para validar la justeza de la selección como deporte del año en la provincia el pasado año.
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