Nadie podrá recordarla como una mujer de medias tintas. Apasionada, persistente, rigurosa, con carácter, Esperanza Muro García siempre mantuvo abiertas las venas palpitantes de la Historia. No solo en las aulas, sino sobre todo en los absorbentes caminos de la investigación.
Nacida y criada en una familia espirituana donde las lecturas constituían un placer interminable, se graduó de Licenciatura en Historia en la Universidad de Oriente y desde allí ya comenzó a abrir los infinitos signos de interrogación en sus tantas indagaciones.
La Universidad Central Marta Abreu de Las Villas franqueó la cerradura del magisterio hacia su puerto definitivo en el Instituto Superior Pedagógico espirituano, donde generaciones de estudiantes siempre mencionarán las exigencias de aquella profesora de Historia Moderna Universal.
Pero su entrega más memorable se inscribió sin dudas en ese insaciable apetito para descubrir los más insospechados anales espirituanos: “Siempre me gustó investigar porque era buscar lo desconocido”, responde ahora, al cabo de 67 años, con una increíble lucidez para el mal de Parkinson, ese cruel padecimiento que desde hace unos años la mantiene en silla de ruedas con ostensibles limitaciones para su comunicación.
Siempre atrevida, Esperanza Muro no se conformaba con la superficie, sus estudios bajaban hasta las profundidades. Con ese estilo quedó para el mañana su libro Folclor e historia de Manuel Martínez-Moles y el estudio “Efemérides espirituanas”, en coautoría con Mario Valdés Navia.
Los colegas de esta disciplina ponderan sobre todo su contribución, de conjunto con Mariano Álvarez, a la historiografía espirituana del período colonial y del siglo XX, un “cotejo cronológico descriptivo que resulta imprescindible para cualquier estudio de esta naturaleza que se realice sobre el territorio y que se tomó como bibliografía indispensable para conformar la síntesis histórica provincial”, según la opinión del historiador Carlos Gómez.
Esperanza Muro también dejó su huella en el “Perfil cultural espirituano”, una sugestiva sección que durante más de un quinquenio publicó Vitrales, donde descubría con lujo de detalles a personalidades y personajes de Sancti Spíritus, casi desconocidos para la mayoría como Ismeria Victorero, Francisco Marín, Remberto Bernabé y Raúl Martínez Torres, entre muchos otros.
Numerosos artículos de su puño y letra también se divulgaron en la revista Siga la marcha, donde además se desempeñó como subdirectora de su consejo editorial. Insaciable, bebía en las fuentes del conocimiento: libros, archivos, fotografías, estantes de amigos como el Doctor Luis de la Aguilera y Orosita Fernández Morera, todo bien guardado hasta conformar una de las más completas bibliotecas sobre la vida y milagros de la villa, que conserva intacta hasta hoy.
Fundadora de la Unión Nacional de Historiadores de Cuba (UNHIC) en la provincia y su secretaria científica durante años, participó en varios congresos de la organización y constituía los tribunales de selección de las investigaciones a presentar en esos cónclaves.
Mujer profunda, hoy se mantiene como la única Miembro de Honor de esa organización. Otros reconocimientos también engrosan su dossier: el reconocimiento por la obra de toda la vida, entregado recientemente por la Delegación del Citma; y el Premio Pérez Luna que la UNHIC solo ha otorgado a selectos historiadores espirituanos.
Esperanza Muro, a pesar de su enfermedad, no da la espalda a la vida. Su padre octogenario, la hermana Concha, la familia y el resto de las personas que la cuidan con dedicación a veces le despabilan recuerdos pasados. Y para mayor premio, la sobrina María Elena le siguió los pasos en la investigación y en la Historia.
La recuerdo como una buena compañera del pedagógico Silverio Blanco
Esperancita, Dios te acoja lo mas cerca de el posible. Recuerdo cuando me diste una lección de Historia que todavia hoy no olvido, ? Por que trascendio mas la protesta de Maceo en los Mangos de Baragua por encima de la protesta spirituana de Jarao, siendo esta ultima antes que se pronunciara el Titan de Bronce. No perdiste chance en aquella guagua del pedagogico que se tambaleaba por los elevados de Guayos y me llevaste intrigado todo el camino, no te pude contestar. Y bajandote en la ultima parada con aquella agilidad que te caracterizaba viraste atras y me dijiste :- En la protesta de Jarao no estaban los Españoles en Baragua Maceo se la canto cara a cara a Martinez Campos. postada: me dijiste » Ralle las cosas se dicen en la cara , donde te oigan, donde este el implicado.» Dios te bendiga mi amiga proferosa que a travez de la bella historia de nuestro Pais me dabas una clase de etica.
En su trayectoria laboral fue asesora de la vicerrectoria docente en el Instituto Superior Pedagógico «Capitán Silverio Blanco» durante varios años y de allí la foto que se publica con sus compañeros. En esa labor como en las que se relacionan en el artículo, fue muy eficiente y abnegada. Siento mucho su pérdida.
RECTIFICANDO ERROR:
El padre de la fallecida academica Esperanza Muro, no se llama Francisco, como escribi en mi comentario anterior, sino RAMON.
Vaya un abrazo solidario al viejo Muro, amigo de mi padre Pucho
A su padre Francisco Muro, a sus hermanos Conchita, Pancho, Buki y Maria Elena, el sentido pesame de los tuneros de su barrio de Coronel Fonseca y Frank Pais, en Las Tunas, donde vivieron muchos años hasta que se mudaron para Santi Spiritus a comienzos de los 70s.
Su padre era muy querido en el comercio de las Tunas, pues era propietario de la tienda La Revoltosa, en la calle Lucas Ortiz. Luego de la nacionalizacion de 1968, fue dirigente de la red minorista de Comercio hasta que regreso con su familia a su natal Santi Spiritus. Era una familia muy respetada y querida en el pueblo.
José,el padre de Esperanza Muro,Ramón Muro se siente muy agradecido por su comentario y desea saber a que dirección de correo puede escribirle. Gracias .
Fue siempre una mujer impresionate por su carácter fuerte y exigente, más no dejó de ser atenta, solidaria, humanista. La fui a visitar varias veces ya enferma, la última de ellas hace un par de meses. Ya estaba, según sus cuidadores, muy mal.
La recordaré detallista en sus estudios, como dice el escrito; desempolvando periódicos antiguos, entre ellos algunos ejemplares de El Fénix y mostrando cómo era entonces; sonriente con los amigos, cariñosa con mis hijas, entre muchos niños del barrio. La vi un día, y no lo olvidaré, en su silla de ruedas, atenta a las transformaciones que se operaban en el parque Serafín Sánchez a propósito de los 500 años de la villa.
Acabo de enterarme de su fallecimiento y quiero hacer llegar a familiares y otros allegados mis condolencias.