La desaparición del Señor de la Vanguardia en el cénit de su gloria e idolatrado por todo un pueblo se plasmó 30 años después en Yaguajay en el más bello monumento de Sancti Spíritus y uno de los más completos de Cuba
El 28 de octubre de 1959, luego de su último traslado a Camagüey para restablecer la situación tras la intentona sediciosa de Hubert Matos, el Comandante Camilo Cienfuegos desapareció en el viaje de regreso a La Habana en un bimotor Cessna junto al piloto Luciano Fariñas y su escolta, el soldado Félix Rodríguez, dejando tras de sí un océano de dolor y pena.
La terrible noticia llegó primero como un rumor que se extendía de forma vertiginosa preñado de dudas y paradojas, pero con un común denominador: nadie quería que fuese cierta. Recientes eventos como la pérdida transitoria de Raúl Castro en la Ciénaga de Zapata nutrían la esperanza.
Lamentablemente, la realidad confirmó los peores vaticinios: el querido Comandante Camilo Cienfuegos Gorriarán no había llegado de su último viaje a la tierra de los tinajones, a donde había viajado con frecuencia tras el fracaso del conato golpista liderado por Matos, el hasta entonces jefe militar de Camagüey. Los medios no tardaron en divulgar un reporte oficial fechado el 29 de octubre, dando cuenta del hecho y del inicio de la búsqueda masiva de Camilo y sus compañeros por tierra, mar y aire, en todo el archipiélago.
Según un resumen sucinto de las últimas incidencias del entonces jefe del Ejército Rebelde en tierra agramontina, apenas pasadas las 6:00 p.m. del 28 de octubre, el ligero Cessna bimotor pintado de rojo y blanco despegó del aeropuerto camagüeyano y a mediana altura se perdió en el horizonte. Minutos después, Camilo Cienfuegos se comunicó con el capitán Méndez para impartirle algunas instrucciones. Fue por tanto el nuevo jefe del Regimiento la última persona en tierra que oyó su voz inconfundible.
Con esas, sus últimas palabras, Camilo entró a la eternidad y a la leyenda. Los anhelos frustrados de todo un pueblo de encontrarlo sano y salvo junto a sus compañeros hicieron crecer en sus compatriotas un sentimiento de deuda agradecida con el Héroe, sentimiento que, en Yaguajay, pueblo liberado por el Señor de la Vanguardia el 31 de diciembre de 1958, se plasmó en la necesidad de tener un lugar digno por su simbolismo y esplendor para perpetuar su presencia y rendirle homenaje indeleble.
GÉNESIS DE UN COMPLEJO HISTÓRICO
Nadie como Gerónimo Besánguiz Legarreta, el actual director del Complejo Histórico Comandante Camilo Cienfuegos, para referir la historia de este loable empeño traducido en uno de los museos temáticos más completos y bonitos de Cuba, inaugurado como tal el 28 de octubre de 1989 en ocasión del aniversario 30 de la desaparición física del hombre de la eterna sonrisa y convertido en igual fecha del 2009 en Complejo, al adicionársele el Mausoleo para los combatientes fallecidos del Frente Norte.
Besánguiz estuvo desde el principio vinculado a esta obra, concebida para rendir tributo al inolvidable Comandante y apoyada por la más alta dirección del país. “Desde el propio año 1959 cuando desaparece Camilo surge en Yaguajay la intención de hacerle un monumento. Se hicieron varios, muy humildes, como el que hoy existe en su tercera versión junto a la carretera hacia Mayajigua, en la intersección de la vía que conduce a este Complejo”, añade.
Por Gerónimo conocimos que fue precisamente en Yaguajay donde nació la tradición de echar al agua flores para Camilo, cuando el doctor Pedro Antonio Rojas Pérez, comisionado local, salió en 1960 con autoridades y personas ilustres de la población en dos o tres yates para echar flores al Héroe, mar afuera, porque fue entre sus olas que se perdió.
“El Che —acota Gerito, como todos le dicen a Besánguiz— se dio cuenta de que a Camilo el pueblo no tenía dónde rendirle homenaje, y decide entonces publicar un artículo en Verde Olivo, en el cual planteó que, siendo Cuba una isla alargada y rodeada de agua, donde los ríos van a dar al mar, todos debíamos rendirle tributo a partir del 28 de octubre de 1961 bajo la divisa de ‘una flor para Camilo’, echándole flores en el mar, pero también en ríos, arroyos y embalses”.
PONIENDO MANOS A LA OBRA
Fue a inicios de 1988 cuando se adopta al más alto nivel del país la decisión de edificar el Museo Nacional Camilo Cienfuegos, la cual tuvo en Jorge Valdés, por entonces primer secretario del Partido en Sancti Spíritus, a un ferviente impulsor. La disponibilidad de personal calificado en la provincia y el propio municipio en la esfera constructiva hizo posible que el arquitecto Pedro Pérez Agudín, Pedrín, natural de Iguará, se hiciera cargo del proyecto, del cual hubo dos o tres versiones, hasta la elección de la que resultó definitiva.
De acuerdo con Gerito, para elaborar el proyecto del Museo y la investigación correspondiente, se constituyó un equipo multidisciplinario conformado por el proyectista y él, en su condición de futuro director, en Yaguajay, e integrado en La Habana por especialistas de la Dirección Nacional de Patrimonio y del Museo de la Revolución. “Estuvimos cerca de cuatro meses en La Habana a petición del General de Ejército Raúl Castro. En el Museo de la Revolución preparamos el proyecto y se hizo la maqueta, esta en la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado.
“Allá continuamos la investigación para ir reuniendo los exponentes museables, localizando dónde había documentación de Camilo, como en el Instituto de Historia de Cuba. En aquel tiempo, su secretaria, Olga Yera, Cuquita, tenía su archivo, y se agregó lo que nos donó durante la construcción del Museo Humberto Cienfuegos, hermano de Camilo. El grupo recibía la visita de integrantes de la Columna Antonio Maceo, como los generales de brigada Sergio del Valle y William Gálvez, el Comandante del Ejército Rebelde Félix Torres, y el ayudante de Camilo, Orestes Guerra, entre otros.
“Entretanto —señala Gerito—, en Yaguajay, se realizó el diseño de los elementos de montaje; es decir, los paneles, las vitrinas y los portadocumentos, que se hicieron en una carpintería local. Se compró aquí además el tejido, mientras el cristal se trajo de La Habana. También en La Habana, en la Sección Fílmica del Minfar, se hizo el trabajo de ampliación e impresión de las fotografías, dado el tamaño de las fotos que exponemos”.
Y la estatua, ¿cómo se concibió y construyó?
“Esa escultura se debe a la artista de la plástica espirituana Thelvia Marín. Conformamos un equipo con Thelvia, Pedrín y yo para la simbología histórica. Por ejemplo, para la estatua se tomó la última foto que le hicieron a Camilo antes de que se rindiera el cuartel, el 31 de diciembre de 1958. “Ella concibió esa posición en que Camilo aparece de frente al pueblo de Yaguajay, pero con la cabeza ladeada, vigilante sobre el cuartel, y entonces el elemento octagonal del mármol de orquídea que lo rodea es parte de la simbología porque significa el reinicio de la lucha en la Sierra Maestra”.
¿Dónde y cómo se construyó dicha estatua?
“La estatua se construyó en 13 partes en los astilleros de Casablanca y se ensambló allá. La escultura pesa 4.9 toneladas y mide 5 metros de altura. De inicio se le hizo un local hasta tanto fuera situada en la obra, lo que se concretó en saludo al 26 de Julio de 1989”.
FAENA DE TODO EL PUEBLO
A 30 años de distancia, Gerónimo Besánguiz recuerda que construir el Museo fue un reto peliagudo, porque la obra se inició en 1988, un año en que llovió en exceso, lo que provocó que las excavaciones para los cimientos se llenaran de agua; más aquí, donde el manto freático se encuentra a solo 50 centímetros del nivel del terreno. A pesar de ello, las instalaciones eléctricas de la plaza son todas soterradas, lo cual contribuye a su belleza.
Para ejecutar el proyecto se constituyó un contingente que se nombró Camilo Cienfuegos, compuesto por unos 100 hombres, el cual estaba integrado por constructores de las distintas especialidades provenientes de los ocho municipios de la provincia.
“Esta fue una obra que contó con masiva participación popular —subraya Besánguiz—. El Partido y el Gobierno convocaban trabajos voluntarios y productivos. Yo recuerdo que la participación popular aquí fue decisiva y hubo un momento en que también tuvimos que trabajar por la noche; los centros de trabajo, las escuelas y los combatientes, todos, y la presencia sistemática de la Columna No. 2 que venía prácticamente todos los fines de semana, hasta concluir las labores”.
UNA JORNADA INOLVIDABLE
La del 28 de octubre de 1989 fue sin duda una jornada inolvidable. Ese día se puso en práctica todo el ceremonial concebido para la inauguración del Museo Nacional Camilo Cienfuegos en ocasión del aniversario 30 de la partida definitiva del Héroe. Fue un acto nacional que contó con la presencia del General de Ejército Raúl Castro, quien presidió el acto político y ceremonia militar. Gerito evoca emocionado el desfile de las tropas por la Plaza a paso de revista y el rugido estruendoso sobre el histórico escenario de aviones y helicópteros de combate. “Fue un acto muy emotivo en el cual el orador principal fue Sergio del Valle, fraternal subalterno de Camilo, y estaban presentes sus compañeros de la Columna Invasora Antonio Maceo”.
Hola, sobre el lugar donde surgió la tradición de echarle flores a Camilo tengo entendido fue en la ciudad de Cárdenas. Quisiera que alguien me aclare esto.